Rafael González Roldán, vecino de Ceuta, nunca antes le había salvado la vida a una persona en sus 14 años de carrera dentro del cuerpo de la
Guardia Civil. Sin embargo, el pasado miércoles ayudó a un niño de unos dos años a
volver a respirar tras unos diez minutos inconsciente al haberse atragantado comiendo una gominola. El ceutí no dudó en salir corriendo y ayudar al menor, un gesto que los padres a día de hoy no saben cómo agradecer. Los hechos ocurrieron sobre las 21.30 horas del pasado miércoles cuando el niño se empezó a ahogar en su casa con la golosina y Rafael estaba entrenando en el campo de fútbol de
Junta Obras del Puerto al club deportivo ‘Puerto’. “Estábamos pegados a la valla y escuchamos jaleo, y cuando miramos había una madre pidiendo socorro. Su madre tras intentar en casa que su hijo expulsara la gomita y no pudiendo, bajó a la calle pidiendo auxilio. El niño iba de mano en mano y era un peso muerto. Estaba como inconsciente, no respiraba y nadie sabía qué hacer para ayudarle y que reaccionara. Entonces pregunté qué le pasaba y me dijeron que se estaba ahogando”, recuerda Rafael. Todo surgió como un despiste que les jugó una mala pasada. “Veníamos de la hípica con mi hija la mayor y la tienda del barrio le compré unas chucherías. Mientras le quitaba las botas y demás a la mayor, no nos dimos cuenta un segundo y el pequeño cogió una gominola y se la comió, pero se le quedó atascada. Mi niño empezó que no podía respirar y le hice de todo lo que pude, pero no la expulsaba. Cada vez me puse más nerviosa y veía al niño peor y salí a la calle corriendo a pedir ayuda. Cuando salí, todos los vecinos me intentaron ayudar y se lo agradezco a todos, pero fue Rafael el que consiguió sacarle el dulce y ya comenzó a respirar bien”, cuenta Soraya. Este ceutí de 39 años estaba fuera de servicio, pero no vaciló ni un segundo y salió corriendo hasta donde estaba Soraya Mohamed, la madre del pequeño Manuel Rodríguez Mohamed, de 2 años. “Me puse de cuclillas, lo cogí y le hice la maniobra de Heimlich. El niño estaba inconsciente ya porque habían pasado varios minutos y estaba con baba por la boca. Le metí la mano para comprobar que no se le había ido la lengua para atrás. Entonces, empecé a hacerle masajes en el pecho y a los pocos minutos el niño empezó a reaccionar poco a poco y empecé a darle más fuerte y ya conseguimos que escupiera la gominola”, rememora el guardia civil destinado en la Compañía Fiscal del Puerto de Ceuta. Unos diez minutos más tarde, llegó la ambulancia, pero Manuel ya se encontraba mucho mejor. “Los de la ambulancia preguntaron quién había atendido al niño y me dijeron que gracias a mí el niño estaba vivo. No se lo llevaron, pero lo auscultaron y gracias a Dios ya estaba bien. Fueron unos minutos de tensión en que el niño no respiraba y la gominola no iba ni para adelante ni para atrás. Al rato lo vi y pude saludarlo y ya el niño tenía otra cara. No parecía el mismo”, explica. Rafael entró en la Guardia Civil en 2006, pero nunca se había enfrentando a una situación parecida. “Nunca había hecho algo así. Esta ha sido la primera experiencia así que ha tenido, pero personalmente esto te llena y la verdad que la madre y el padre me dieron las gracias y me dijeron que no sabían como agradecérmelo porque le había salvado la vida a su hijo. Salvar una vida siempre es agradecido. Gracias a Dios, todo salió bien”, ha continuado el agente. Rafael, Manuel y Soraya no se conocían antes, pero Soraya ahora siente que le debe la vida a Rafael. “Fue todo una locura y cuestión de minutos, pero si no es por Rafael la verdad no sé qué hubiera podido pasar. Aún no he asimilado todo lo que pasó, pero no voy a tener vida para agradecerle lo que hizo por mí y por mi hijo”, concluye la madre.