Tu rápida partida me coge por sorpresa. Nadie se esperaba que el destino nos jugara esta mala pasada. Hace unos días me decías que tu jubilación la íbamos a celebrar a lo grande, que tenía que ir preparando una placa de la asociación porque tú no eras uno más. Y es verdad, no eras uno más, porque siempre estabas dispuesto a colaborar, a ayudarme en las tareas asociativas pero, sobre todo, estabas dispuesto a ayudar a cualquier compañero. La ultima vez que nos vimos lo hicimos por la ventana y me dijiste: “El lunes paso”, pero no pudo ser.
Todavía recuerdo la llamada del compañero del Puesto de Sangüesa (Navarra). En esa primera toma de contacto me dijo: “Cabanillas no es un compañero más, es el mejor compañero, la mejor persona que vas a conocer. Es el alma del Puesto, el instigador de las fiestas, el que hace las paellas, nos cocina pero, sobre todo, es la persona que genera un ambiente positivo en Sangüesa. La gente del pueblo lo aprecia, siempre está dispuesto ayudar a los recién llegados, es generoso, odia los chismorreos y nunca lo escucharás hablar mal de nadie. Aquí manda él, pero ha decidido cambiar aires”.
Esa fue tu carta de presentación, pero después de conocerte añado que se olvidaron de destacar tu humanidad, integridad, simpatía y sencillez. Algunos pensaban que eras un ingenuo, porque ‘los sucios’ confunden la bondad con la ingenuidad. Tu vivías la vida como te gustaba. Solo tenemos una y la viviste con dignidad, sin meterte con nadie, sin criticar a nadie. Te has ido sin hacerle daño a nadie. Llevas la mejor carta de presentación, por eso estarás sentado en lo más alto y verás que cuando te dije “Ojo con los seres dañinos” y me respondiste “los tengo fichados”, no nos equivocamos.
Ya no me darás el “buenos días caimán” de todas las mañanas. Ni me dirás, “¿necesitas algo, me paso por algún lado?”. Ese gesto de solidaridad, esas ganas de querer ayudar que tanta falta hace en todos los aspectos de la vida y que a ti te sobraba, es tu seña de identidad. Tampoco te daré la lata para que caminaras un poco, fumaras menos y te cuidaras más. Tampoco me dirás que “cada uno es como es y a mi edad ya no se puede cambiar”. Eso no ocurrirá, porque la diosa del destino te ha sorprendido y se ha llevado a un hombre bueno. Un gran hombre y un extraordinario guardia civil.
Que Dios te acompañe en tu camino.
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