Opinión

La Guardia Civil en el desastre de Annual (I)

En 1921 las principales misiones de la Guardia Civil en el Protectorado de España en Marruecos eran el mantenimiento de la seguridad pública entre la población civil, mediante el tradicional despliegue territorial de compañías, líneas y puestos ubicados en plazas y poblados, así como el de servicio de campaña, ejerciendo funciones de policía militar en los campamentos, fuertes y destacamentos del Ejército.

A raíz de la publicación de la real orden circular de la Subsecretaría del Ministerio de la Guerra de 22 de diciembre de 1920, la Comandancia de la Guardia Civil de Marruecos había quedado estructurada en 4 compañías de Infantería, con cabeceras en Ceuta, Tetuán, Melilla y Larache; 1 escuadrón de Caballería con cabecera en Ceuta y dos secciones de Caballería destacadas respectivamente en Melilla y Larache.

Desde el 1 de marzo de 1921 dicha Comandancia, cuya Jefatura estaba en Ceuta, era mandaba por el Teniente Coronel D. Antonio Agulló Cappa, que había relevado al de igual empleo, D. Francisco Ciutat Martín. Su plantilla era de 561 hombres de Infantería y Caballería: 1 Teniente Coronel, 1 Comandante, 6 Capitanes, 14 Tenientes, 6 Alféreces, 4 Suboficiales, 24 Sargentos, 49 Cabos, 18 Cornetas, 6 Trompetas, 29 Guardias 1º, 401 Guardias 2º y 2 herradores.

La Compañía de Melilla, mandada por el Capitán D. José García Agulla, y verdadera protagonista de estas líneas, contaba con la plantilla más reducida, tan sólo 75 hombres, compuesta por dicho Capitán, 2 Tenientes, 1 Alférez, 46 clases de tropa de Infantería (1 Suboficial, 1 Sargento, 3 Cabos, 2 Cornetas, 4 Guardias 1º y 35 Guardias 2º) y otras 25 de Caballería (1 Sargento, 3 Cabos, 1 Trompeta, 2 Guardias 1º y 18 Guardias 2º).

El principio del "Desastre"

El año anterior se había iniciado por las fuerzas militares españolas mandadas por el general de división Manuel Fernández Silvestre, nuevo comandante general de Melilla, una penetración militar, que partiendo del río Kert, había profundizado hacia el oeste con la idea de alcanzar la bahía de Alhucemas, donde estaba enclavada la población rifeña de Axdir, centro de la conflictiva cábila de Beni-Uariagal, liderada por el cabecilla Mohamed Abd-el-Krim el-Jatabi.

El avance de las fuerzas del general Fernández Silvestre, casi sin oposición alguna, en lo que se denominaron "operaciones de policía", fue progresando hasta que a principios del mes de junio se alcanzó el valle de Amkrán, estableciéndose el grueso de dichas fuerzas expedicionarias en el llano de Annual.

Sin embargo al cruzarse el río Amkrán y establecer una posición avanzada en el monte Abarrán, territorio de la cábila de Tensaman, aquella fue violentamente atacada tan pronto se quedó un pequeño destacamento para su protección. La tragedia, todavía sin ser los españoles conscientes de ello, había comenzado.

Cuando el 16 de julio se iniciaron las primeras acciones que desembocarían en el sangriento ataque de las cábilas rebeldes lideradas por Abd-el-Krim, produciéndose en primer lugar el de la cercada posición de Igueriben y en cadena todas las demás, los diseminados puestos de la Guardia Civil pertenecientes a la compañía de Melilla, desconocían por completo lo que estaba sucediendo, siendo prácticamente abandonados a su suerte en medio de un dantesco caos.

Mientras que cerca de diez mil soldados del Ejército español eran masacrados en la mayor derrota sufrida en Marruecos y se producía una desesperada desbandada de los supervivientes así como el cerco y asedio de las pocas posiciones que pudieron resistir en los primeros momentos, los puestos aislados de la Guardia Civil, sin enlace alguno con Melilla, actuaron conforme a la angustiosa iniciativa del más caracterizado, quien además no sólo tenía la responsabilidad de la vida de sus subordinados sino también, en algunos casos, de las mujeres y niños que vivían con ellos en las casas-cuarteles.

Los comandantes de los puestos de la Guardia Civil, integrados en su mayoría por un Cabo y cuatro o cinco Guardias, al tener noticia del desastre militar, bien por boca de los propios supervivientes que huían en desbandada hacia Melilla o incluso por algunos nativos amigos que les advirtieron de lo que estaba sucediendo, tomaron la decisión en unos casos de replegarse sobre la citada plaza y en otros, al no darles tiempo para ello al verse desbordados por la situación y ser cercados, organizar la defensa de unas casas-cuarteles que carecían de la más mínima fortificación o replegarse sobre los campamentos militares.

El puesto de San Juan de las Minas

Desde el día 22 de julio, al tener confusas noticias de lo que estaba sucediendo y ver que todos los españoles huían con sus familias hacia Melilla, la fuerza del Puesto de San Juan de las Minas, compuesta por el Cabo D. Juan Ruiz Sánchez y los Guardias D. Cándido Puertas, D. Félix Quintero, D. Matías Labrador y D. Manuel Rastrojo, se había atrincherado en la azotea de la casa-cuartel. En su interior se encontraban la esposa, la hermana y las tres hijas de corta edad del primero de ellos.

Por indicación de un oficial del Ejército, el Cabo Ruiz decidió al día siguiente evacuar la Casa-Cuartel y replegarse hasta el cercano poblado de Segangan en donde existía otro puesto del Benemérito Instituto. Sin embargo cuando llegaron al mismo comprobaron que también había sido abandonado, sufriendo allí el inesperado ataque de los rifeños que les obligó a refugiarse en la casa-cuartel.

Ya para entonces la fuerza del Puesto de la Guardia Civil de Segangan, a cuyo frente se encontraba el Alférez D. Lisardo Pérez García, se había replegado a su vez por propia iniciativa sobre el poblado de Nador, cabecera de la Línea, mandada por el Teniente D. Ricardo Fresno Urzay.

Al llegar la noche y tras haber agotado las municiones se despojaron del correaje e inutilizaron los cerrojos de sus fusiles máuser, intentando escapar al amparo de la oscuridad y armados sólo con sus pistolas. Sin embargo, fueron sorprendidos en su intento de evasión y hechos prisioneros. Sometidos inicialmente a continuas vejaciones y maltratos, salvaron no obstante sus vidas, gracias a la mediación de unos indígenas de la cábila de Beni-Bu-lfrur, que a cambio de un precio de 125 pesetas por persona, los disfrazaron y trasladaron a Melilla a donde llegaron el 28 de julio.

Exposición

Con motivo d la celebración de los actos del 177 aniversario de la creación del Cuerpo de la Guardia Civil, la Asociación de Antiguoas Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil organiza una completa exposición fotográfica que reuniéra, a partir de martes 11 de mayo más de un centenar de imágenes antiguas y actuales sobre el Cuerpo. La muestra se podrá visitar hasta el 23 de mayo en el Casino Militar de 10 a 20 horas , siendo su inaguración el lunes día 10 a las seis de la tarde.

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