Hace muchos años cuando apenas contaba los 8 añitos, quién los pillara hoy en día, me contaron una historia coincidiendo con esta época donde los días eran presentes que iba a cambiarse de año. Era una noche propicia para historias fantásticas. Aunque después de comprobar una serie de datos yo por lo menos llegue a la conclusión de que podría haber sido verdad. Allá por los principios del siglo XIX, en España existía un gran problema. Era el bandolerismo. Más concretamente por la zona de la Serranía de Ronda. Para intentar paliar este problemón una reina inteligente, esas de la que escuchan a la gente llana para poder tomar decisiones, encargo que formará un Cuerpo especial a un hombre que le dio el título de Duque de Ahumada. Se dice que entre sus filas a parte del valor y la gallardía, había un hombre que destacaba por un montón de cosas entre ellas la corpulencia, y muy especialmente ser un gran galán por su belleza. Todas las mocitas de su zona de influencia lo adoraban. Pero el solo tenía ojos en una mujer. Aunque no podía verla mucho tiempo. Unas pocas de horas al mes. El lo aprovechaba para primero tener una relación sentimental y luego sacar un gran jugo de el buen oído que tenía ella sobre las personas de la comarca. Sabido era que no podía revelar su profesión. Tenía una coartada que era un transportista y por eso siempre estaba en ruta con sus mulas. Pudo contarse hasta 5 hijos de esta relación y un montón de detenciones. El vio un gran aliado en su mujer y por eso traspasó todas y cada una de sus revelaciones a sus jefes. Sus compañeros fueron sus fieles compañeros y más cuando tenían que esperarles a las afueras del poblado pasando calamidades mientras su amigo lo pasaba bien con su mujer. Pero sabían del valor que producía sus encuentros. Tuvo muchas detenciones. Aunque la más sonada fue la de un bandolero que tenía una forma peculiar de gastarse sus partes en las requisas en los caminos. Este al verse sorprendido en el centro de Málaga se refugió en una iglesia y después de rezar se escondió dentro de una imagen. Y por algo desconocido se libró de la detención. Pero a los pocos meses si fue puesto a disposición de los jueces. Se cuenta que en agradecimiento a este milagro le dejó de regalo sus dos dagas que siempre llevaba como armamento y que se calló junto a este hombre una rosa roja que dijeron simbolizaba el amor hacia él.