Hubo un tiempo en el que se decía que segundas partes no son buenas, por aquello de dejar las cosas en lo más alto, de no estropear lo que ha quedado bien, ya saben. Pero todo eso era en otros tiempos, ya tan lejanos y sin embargo no hace tantos años. Tratándose del verano de los taquillazos en forma de cuarta parte (y lo que te rondaré), parece más que evidente que el panorama del cine de entretenimiento familiar cambió con la connivencia del espectador, más paciente a la hora de dar por defenestrado el producto. En otras palabras: el “limón” tiene más zumo. Santiago Segura, precursor en España de las entregas de lo mismo hasta que el cuerpo aguante, bien lo sabe, y como muestra de ello tenemos en cartel su “Padre no hay más que uno 4”, que coincide en tiempo y vecindad con esta también cuarta parte (spin offs aparte) de las aventuras de Gru, el villano (reconvertido) con mejor corazón del cine; o como suelen verlo los más pequeños, a los que va encaminada la saga, “la película de los minions”, que son los que realmente tienen el tirón y venden el merchandising.
En realidad, los susodichos minions tienen menos protagonismo que en anteriores entregas, aunque sus momentos siguen siendo los estelares y obviamente más cómicos de la historia. En lo argumental, la trama se ubica siete años después de la anterior, y Gru, ahora convertido en agente de la Liga Anti Villanos, se tendrá que enfrentar al peligroso resentimiento de un villano que por su concepto y aspecto da más asquito que otra cosa (definitivamente había otros muchos animales con los que identificar a un mortífero adversario). Además de Margo, Edith y Agnes, Gru y Lucy han sumado a un nuevo miembro a la familia, el bebé Gru Jr, otro elemento a proteger y motivo de peso para temer a los enemigos del protagonista.
Bien acompasado por una estupenda banda sonora de la megaestrella Pharrell Williams, el desarrollo de los acontecimientos ante los ojos del espectador es ágil y trepidante, no cabía esperar algo diferente, y sin demasiados elementos que nos suenen o sepan a nuevo, el factor de añadir superpoderes a algunos de los minions sacará la risa de muchos niños y la sonrisa de algunos adultos.
Con envoltorio de impecable animación, cuando ya le tercera película parecía dar los estertores, esta cuarta la mejora y revitaliza, veremos si lo suficiente como para que una quinta no nos mate de hastío.
No es ni Steve Carrell ni Will Rerrell, pero la voz de Florentino Fernández para Gru en España destila oficio y matices suficientes como para aportar la necesaria personalidad que no desentone con un personaje tan popular. Me gustaría decir lo mismo de la de Patricia Conde…
Estética pop, fiestón colorido, mucha acción, casi tanta como humor, argumento justito y bacanal de orgullo para la persona de cuya imaginación salieron los eternos minions. Esto es todo lo que Gru 4 ofrece al espectador, como siempre, de cualquier tipo de edad o condición, y la clave de su éxito.
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