Los gritos, desgarradores, se escuchaban en las casas ubicadas en el Recinto y Sarchal. Gritos en el agua, de gente que pide auxilio tras cruzar desde Marruecos a Ceuta.
No habían dado las dos de la madrugada cuando los residentes en este entorno se lamentaban por lo que otras personas, en apuros, estaban sufriendo.
Hasta aquí llegan nadadores exhaustos tras recorridos que parecen imposibles, recorridos en los que se pone la vida al límite.
Los gritos dejaron de oírse. Gritos, quejidos, sensaciones de angustia… La Guardia Civil rescató a una pareja de nadadores, salvando así sus vidas.
Durante horas estuvieron rastreando la zona con las patrulleras del Servicio Marítimo y sus focos con agentes que se orientan por esos gritos. Desde tierra, componentes con linternas y efectivos con sus cámaras térmicas dando con los puntos de calor.
Así ha sido la narración de una noche más de tensión en el mar, noche de nadadores que integran crónicas que no cesan, que no terminan.
En los últimos días ha seguido el goteo de entradas, aunque no siempre ocupe contenido en las noticias. Desgraciadamente la repetición de casos lleva a que no siempre los rescates de vidas en el mar tengan la relevancia que se debe dar.
Este pasado fin de semana decenas de jóvenes siguieron echándose al agua para buscar la llegada a Ceuta. Marruecos paró varias de esas salidas mientras que el Marítimo rescataba a personas exhaustas.
Muchas de las muertes no se producen por ahogamiento sino que ocurren debido al cansancio.
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