Gregorio Ramos es un canario afincado en Ceuta que, gracias a una casualidad del destino, encontró la profesión de su vida, la floristería. Es por ello que decidió montar un puesto en el mercado central en el que lleva trabajando más de 26 años.
Su llegada a este mundo, como afirma, fue gracias a un campo que se encuentra justo frente a su casa, donde comenzó a hacer ramos de flores que tuvieron mucho éxito y decidió continuar con esta labor.
“Yo estaba en el paro y salía al campo frente a mi casa para coger flores, hice ramitos con ellas, las vendí, la cosa fue fructificando y monté el puesto en el mercado porque un amigo que tiene un vivero me comentó que él me daba las plantas y las flores. Así empecé y encontré la profesión de mi vida, en la que llevo 26 años y me encanta”, declara.
La decisión de montar una floristería en el mercado tampoco fue fácil, ya que comenta que el puesto iba a emplearlo para otro negocio, pero al no poder realizar la labor que tenía pensada decidió abrir su floristería.
“Yo en realidad solicité poner un puesto de productos procesados pero, como no había extracción de humos no podía acceder a ponerlo”, continúa, “entonces, por casualidad, mi amigo me dijo que por qué no ponía un puesto de flores, que él me ayudaba con las plantas y las flores, y aquí estoy”.
Además, confiesa que todos los montajes que realiza son realizados de forma artesanal “excepto las flores que crecen en el campo”, como es el caso de las cúpulas de flores, en las que compra todo el material necesario para poder realizarla “y luego ya es echarle imaginación y echar a navegar para poner todos los adornos que tú quieras ponerle”.
Asimismo, narra que “a la gente le gustan mis creaciones además de mis trabajos con las flores naturales”.
Entre los encargos más curiosos que ha tenido es el del ramo de flores que le entregaron a los Reyes de España en su visita a la ciudad, que se trata de un asunto que “nunca me cansaré de decirlo y recordarlo”.
Pero su labor no solo se remite al puesto, ya que anteriormente estaba todas las tardes en la puerta del reloj, pero ahora solamente se encuentra los domingos.
“Antes lo hacía todas las tardes en la puerta del reloj, cuando mis hijos eran pequeños, y gracias a ello hemos podido salir adelante”, relata. “Ahora estoy solamente los domingos para la gente que va al cementerio o lo que surja, pero por las tardes ya, si no es un encargo específico, no suelo venir”, expresa.
En este sentido, indica que la floristería le ha ayudado a encontrar su verdadera pasión además de sostener económicamente a su familia.
“Este trabajo sobre todo me ha ayudado a encontrar una cosa que me gusta en la vida ya que este no ha sigo un trabajo que me haya resultado pesado, es un trabajo que me ha gustado siempre mucho y eso ha sido una recompensa”, finaliza
Una afición que terminó por convertirse en un trabajo por pura casualidad.
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