Como no podía ser de otra forma, y a pesar de los titulares de algunos de los principales diarios del mundo, los jóvenes mandatarios del gobierno griego, ni se han plegado a todas las exigencias de los bancos europeos, ni a las de sus valedores.
Evidentemente han moderado su discurso. Y han prometido que pagarán su deuda. Pero no aceptan las condiciones que pretenden seguir imponiendo los tozudos políticos alemanes, apoyados ahora por el ministro español de economía Luis de Guindos (que le está viendo las orejas al lobo).
Fundamentalmente se trata de no hacer sufrir más al pueblo griego, de forma innecesaria. Lo han dicho los principales economistas del mundo. Lo reconocen los organismos internacionales. Lo piden las organizaciones sociales. Lo reclaman a voces los ciudadanos. Las políticas de austeridad, en este momento, no conducen más que al estancamiento económico, a la desigualdad, al paro y a la miseria. Es algo contrastado empíricamente. Demostrado por la teoría económica. De lo que se trata es de aplicar de forma inteligente políticas económicas expansivas, que beneficien las inversiones en proyectos sostenibles y generen empleo. Todo ello combinado con fuertes medidas de lucha contra el fraude fiscal y subvenciones condicionadas a la creación de puestos de trabajo y a la producción de energías verdes, que es uno de los ejes estratégicos mundiales en la actualidad, ante la evidente amenaza del cambio climático.
No podemos admitir ni un minuto más que se sigan produciendo colas de trabajadores y pensionistas pobres en busca de un plato de comida de las organizaciones caritativas, o que centenares de miles de familias no dispongan de electricidad en pleno invierno. No se trata de subvencionar a los holgazanes, como dicen algunos. Ni a los pillos. Simplemente es cuestión de dignidad en el corazón de Europa, en la cuna de la civilización occidental. Un pueblo que dio origen al concepto moderno de democracia. Qué inventó los Juegos Olímpicos, que contribuyó con sus obras clásicas al Renacimiento europeo, no puede seguir estando sometido a esta especie de corsé que le han fabricado los alemanes y algunos otros países europeos.
El pacto final al que se llega, da cierto margen presupuestario a Grecia para que puedan llevar a cabo sus gastos sociales más acuciantes. Al menos por unos meses. Esto le da credibilidad a la coalición Syriza, del primer ministro Alexis Tsipras. No obstante, los expertos auguran que dicho país acabará, finalmente, saliendo temporalmente del Euro y devaluando su moneda, para así conseguir algo de competitividad en su economía, sin prorrogar por más tiempo los terribles efectos de la devaluación interna (que tanto nos está haciendo sufrir, también, en España), a consecuencia de las políticas de austeridad que los alemanes están imponiendo a toda Europa. Sería una salida digna, que también ayudaría a mantener, a largo plazo, a Grecia en Europa. Pues esto también le interesa a Europa, al tratarse de una zona estratégica entre Europa, África y Asia.
Pero de todo lo que está ocurriendo, hay muchas lecciones que aprender. La más importante, que las medidas de austeridad impuestas por los alemanes, y por la denominada Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) han ocasionado una terrible crisis en el Sur de Europa. En Grecia han producido el derrumbe de los servicios públicos, con una serie de consecuencias derivadas de ello, como la disminución de la esperanza de vida, o el aumento de la corrupción, de la violencia y de la delincuencia. La Sanidad Pública, prácticamente ya no existe en el país. En estas circunstancias, un joven partido de izquierdas ha obtenido el poder. Son los que se niegan a conformarse con una situación impuesta por los poderes financieros internacionales, que beneficia, fundamentalmente, a esos mismos poderes. No es admisible rescatar con dinero público a la banca privada, con la excusa de que con ello se salva todo el sistema económico, y mantener en condiciones de pobreza extrema a millones de personas. A ver si nos enteramos de una vez que la economía la hacemos las personas de carne y hueso, no los especuladores de bolsa.
También hay otras enseñanzas. Lo que ha ocurrido en Grecia, posiblemente ocurrirá en España, con igual o parecida intensidad. Por esta razón tanto interés en insistir en que los griegos cumplan sus pactos. Para políticos acostumbrados a incumplir sus promesas y pactos, esto es lo de menos. Lo que buscan es debilitar a la coalición de izquierdas Syriza, frente a su electorado. De esta forma, piensan, debilitarán a Podemos en España y a todo el movimiento de rabia e indignación que representan. De ahí también la especie de “causa general” que han abierto contra ellos, como siempre hacen contra todo aquél que se sale de las “reglas” establecidas. Que los promotores de los mayores escándalos financieros en nuestro país en los últimos tiempos, y del saqueo de las cuentas públicas, para financiar a sus aparatos políticos, sigan insistiendo en que se aclare el contenido del contrato de colaboración y asesoramiento firmado por un profesor de la Universidad Complutense de Madrid con diversos países de Iberoamérica, por el simple hecho de ser fundador de esta coalición, debería producir sonrojo e indignación a cualquier persona con un mínimo sentido común.
Pero es lo que hay. Los pillos, los de la “casta” y los estómagos agradecidos, van a seguir buscándole los tres pies al gato mientras dure la campaña electoral en nuestro país. Hay que entenderlos. En el fondo sólo defienden su culo y sus privilegios.
Ceuta, 21 de febrero de 2015
José Aureliano Martín Segura
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