Son muchos los momentos que me hacen mirar hacia lo más cerca de mí. Mi familia aunque la tenga al lado mía, nunca le he prestado la atención necesaria.
Es un ‘mea culpa’ que expreso a ‘voz populi’.
Me entró la vena del deporte muy pequeño. Desde ese preciso momento intenté superarme. Cada día necesitaba alcanzar una nueva meta. Un nuevo peldaño que subir. Le llaman competividad.
Pero para mis adentros es como una droga que me hace más feliz cada día.
Deseo ese reto.
Lo encuentro en cada entreno. Ya que mis adentros me dicen que no hay límites
Ahora cuando en mi cuerpo ha habido un accidente es el preciso momento que me ha hecho reflexionar. El intento de ser más cada día me ha pasado factura. Una que casi me hace volver a la tierra. Y más cuando he escuchado más de una vez: “Polvo eres y en polvo te convertirás”.
Miedo me da en la actualidad cuando observo a mi alrededor las cosas tan bonitas que tengo: mi mujer, mis hijos, mi familia y mis compañeros.
Ellos a través de sus llamadas. De ese espíritu de ayuda hacia una persona enferma me ha reconfortado a poder pasar todas mis desgracias. Ahora pienso en ellos y les doy las gracias.
Pero cuando estuve sumido en ese sueño, donde dicen que todo viene al día. Donde se presentan una serie de personajes del pasado y del presente. Me hicieron muchas preguntas y sugerencias que me ha abierto mi mente mucho más de lo que yo creía tenerla. No vale ser el hombre más feliz del mundo. No vale tener los bienes materiales más grande del mundo. Sólo vale hacer feliz a todos los que uno pueda. Buscar el camino recto hacia la felicidad de todos y cada uno de las personas que conozcamos. Ser una persona que solo piensa en ella tiene unas consecuencias, el ser ignorado por muchos y apreciados por unos pocos. Ahora veo un simple gesto en algo muy bonito y deseo que me haya comprendido al lanzar con mi mano ese saludo y que me vea esa sonrisa de amistad y de decirle que estoy aquí contigo para lo que necesites. Claro dentro de mis posibilidades. Verme desde otro plano es una cosa que nunca había experimentado. Os advierto que puede ser inapropiado, cotilla y a la vez puede hacer que aprendamos algo nuevo que nosotros nunca hubiéramos creído. Pero eso es lo que pasa dentro de los instantes críticos en una vida que ha llegado al límite y que los médicos, o los que tengamos a nuestro alrededor, se plantean la forma de ayudar a lo más básico: intentar que un ser humano pueda volver a la vida.
Yo tuve suerte en encontrar a gente que me pudieron ayudar y que teniendo las ideas claras me hicieran resucitar del estado tan crítico donde me encontraba.
Fueron reflejos de estar, colaborar, ayudar, ejecutar, asistir, meditar, sin prisas, pero sin pausa y hacer la labor más evidente para que un ser humano siguiera viviendo.
A mí, aunque en ese preciso momento fuera un trapo, ahora que me puedo defender solo me quedar dar las gracias a cada uno de los que: “Tomaron el toro por los cuernos” y supieron dar la vida que me había sido arrebatado por unos instantes de pérdida de conocimiento.
Ahora me han dado una medicación para poder en un fallo ponérmela y así no tener tanto miedo a irme para otro lugar que nadie quiere ir.
Pero sigo pensando en todo lo bonito que hay en esta vida.
No deseo más que ayudar un poco de lo que a mí lo han hecho.
Y es que si yo consiguiera hacer solo una vez lo que han hecho conmigo sería el hombre más feliz del mundo.
Y un viejo dicho estaría cumplido: “Hoy por mí, mañana por ti”.
Escuché un reportaje y estas palabras han venido solas. Es un homenaje a un hombre fantástico.