Ceuta, el resto de España y el mundo se han paralizado por la pandemia provocada por el coronavirus. Se extiende cada día más pero existe una forma de pararlo: quedándose en casa. Este era el objetivo de Zahir y sus amigos, a los que la decisión unilateral de Marruecos de cerrar todas sus fronteras les sorprendió de vacaciones. Unas vacaciones que se vieron truncadas por la incertidumbre y el miedo ante la pandemia mundial provocada por el COVID-19 y por la “ausencia total de información” por parte de la Embajada Española.
Sin embargo, la “odisea” de Zahir, un joven de 24 años que trabaja en una panificadora en Figueras (Gerona) y sus tres amigos comenzó el pasado 9 de marzo con un vuelo desde Barcelona hasta Marrakech, donde se encontrarían con otro amigo que vive en Londres, al que hacía meses que no veían. “En ese momento el asunto no estaba tan grave, teníamos planeado el viaje desde hacía meses y no queríamos perderlo”, recordó Zahir.
Los cuatro amigos estaban contentos por estar juntos después de tanto tiempo y haciendo una excursión por el desierto del Sáhara cuando “de repente” el día 13 les llega un email avisando que les cancelaban el vuelo de vuelta, que estaba programado para el 16 de marzo. Además, comenzaron a escuchar rumores y a llegarles mensajes de amigos y familiares a través de WhatsApp de que Marruecos iba a cerrar las fronteras, “pero no queríamos creerlo”, comentó.
Tras los nervios, llamaron a todos los Consulados de España en Marruecos pero la respuesta era la misma: “No nos podían ayudar, que nos fuéramos cuanto antes a Ceuta por nuestros propios medios y que a lo mejor cuando llegásemos estaba la frontera cerrada o abierta, no nos aseguraban nada”, destacó Zahir, tras lo que explicó que como la cosa en España “estaba más fea que en Marruecos decidimos quedarnos hasta el 16 y ahí ya ver cómo volvíamos”.
Gracias a que una amiga les metió en el grupo de WhatsApp ‘Españoles en Marruecos’ y “la gente iba compartiendo cómo habían conseguido volver a España y cuánto les había costado”, los cuatro chicos, a los que se le sumó una pareja en la misma situación, pudieron calcular que la vía más rápida y económica era ir desde Marrakech a Casablanca en tren, ahí coger otro tren hasta Tánger y de ahí llegar a Ceuta. La única opción posible porque “teníamos poco dinero y no nos queríamos quedar sin nada”.
Una vez en Ceuta, sobre las 20.00 horas del pasado lunes 16, no se acabarían sus problemas porque a uno de ellos, “el uruguayo”, no le dejarían pasar, pero “al final mostrando que tenía el billete del ferry a Algeciras le dejaron”. Esto es algo que Zahir tampoco entiende por qué la policía marroquí “dejaba pasar a los europeos sin problemas, pero a los residentes y de otros países nada”.
Finalmente, cogieron el último ferry que salía hasta Algeciras, donde pasaron la noche en un hotel. A la mañana siguiente, alquilaron un coche para volver a Barcelona, a la que llegarían a las 21:00 horas del día 17, “reventados después de un viaje tan larguísimo”. Doce horas de coche en el que los pararon hasta tres veces y tras “explicar nuestro caso y que nos parecía más conveniente volver juntos que en un autobús en el que no sabíamos si había gente infectada o no, nos dejaron continuar” y no les multaron a pesar de que ya estaba en vigor el estado de alarma y la normativa de una persona por coche.
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