Gonzalo, un ejemplo de la ‘T’ del movimiento LGTBIQ en Ceuta

Mientras la población española estaba atenta a la problemática situación derivada de la COVID-19, en la política y especialmente entre los partidos que conforman el Gobierno se ha desarrollado un extenso debate, no exento de polémica, sobre la aprobación de la ‘Ley Trans’. Esta nueva normativa busca equilibrar las diferencias existentes entre las comunidades autónomas en esta materia, además de reducir los trámites por los que tiene que pasar el colectivo trans para que su condición sea tratada con total normalidad, y no como una patología, como se consideraba hasta hace pocos años en la sociedad.

Gonzalo Ramírez, un joven transgénero de diecinueve años que lleva residiendo en Ceuta toda su vida, conoce bien cómo funcionan todos estos trámites en la ciudad. Desde la adolescencia comenzó a ser consciente de que era un chico, “con unos 15 o 16 años”, según detalla a FaroTV, y a partir de ahí inició todo un camino para poder sentirse cómodo con lo que realmente ha sido siempre, un chico.

A pesar de haber pasado por momentos complicados por cómo se sentía, por no sentirse realmente “a gusto”, ha disfrutado de su infancia y adolescencia con total normalidad. “Siempre me he rodeado de gente buena y mi familia es muy tolerante, muy comprensiva. La verdad es que no he tenido una adolescencia mala”, afirma. Justo en esos años fue cuando también decidió contarlo a su familia, aunque ni él estaba convencido de que fuera buena idea. “A mi padre se lo conté cuando me di cuenta. Se lo conté pero no estaba muy seguro, y él tampoco sabía mucho del tema. Entonces lo dejé ahí por miedo, más bien”.

Después de todo, volvió a hablarlo con su padre y con el resto de su familia, especialmente con el inicio de su proceso de transición, y todo fue “superbién”, tal y como comenta Gonzalo. “Todos en mi familia, genial”. Y en cuanto a sus amistades, siempre lo han apoyado “al cien por cien, desde el primer momento. Me han entendido y lo han llevado muy bien. Lo están llevando genial, y no he sentido ningún rechazo ni nada”.

“Siempre me he rodeado de gente buena y mi familia es muy tolerante”

En junio de este año, Gonzalo comenzó con la hormonación, que implica la inyección de una dosis de testosterona cada mes, durante toda su vida. Es “solo un ‘pinchacito’ y los cambios van progresivamente apareciendo”, según ha detallado el joven. Está “impaciente” por ver los cambios que provocará en su cuerpo, aunque también explica que “hay que tener paciencia, porque es un proceso lento”. Mientras tanto, debe realizarse revisiones médicas y visitar la consulta de un endocrinólogo, que es el especialista que seguirá con él todo su desarrollo hormonal y revisará que todo funcione correctamente.

Para conseguir comenzar con las hormonas ha tenido que pasar por un diagnóstico de un médico de cabecera, además de un análisis de sangre que solicita el endocrinólogo. “Te hace una analítica de sangre y te mira todo. Desde el colesterol hasta la tensión”. Si estos trámites los hubiera comenzado siendo menor de edad, debería haber pasado también por un diagnóstico psicológico. “Es cierto que el [diagnóstico] psicológico está ahí, pero a las personas mayores de edad no es obligatorio. Yo no he tenido que pasar por nada psicológico”. Por otra parte, además de ser un procedimiento lento en toda España, en Ceuta se atrasa mucho más. “Como estamos en Ceuta, tarda cerca de un mes y pico porque tienen que enviarlo fuera, a Barcelona, tienen que venir los resultados, y ya a partir de ahí empiezas a hormonarte. Es cierto que en muchos sitios es complicado, pero Ceuta es uno de los más complicados que hay”.

“Tengo que esperar dos años, incómodo, con un DNI con un nombre que no es mío”

Gonzalo considera que queda mucho por mejorar en España para que se reduzcan los trámites necesarios y no se cuestione su condición. Lamenta que deban “estar constantemente demostrando algo”, además de existir “muchas trabas”. Es una de las grandes denuncias del colectivo trans. Y esto no ocurre solo con el diagnóstico médico, sino también con los trámites para modificar su DNI. “Es un poco rollo, porque es mucho papeleo. El nombre en sí lo puedo cambiar, y estoy en ello, para tener uno que sí es mío. Pero yo no puedo cambiar mi sexo en el DNI a no ser que lleve dos años en hormonación. Me parece una ‘pasada’. Eso son dos años que tengo que estar esperando, incómodo, con un DNI con un nombre que no es mío”.

El colectivo trans fue uno de los protagonistas del pasado 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGTB, y no por casualidad, sino porque todavía deben enfrentarse a situaciones discriminatorias. Al preguntarle por si ha vivido algún acto de este tipo, Gonzalo reconoce haber tenido “bastante suerte”. “Realmente, discriminación como tal, directamente no, pero sé de personas que sí. Es cierto que están las miradas, la gente que te juzga con la mirada, los ‘cuchicheos’, la gente que no sabe del tema... Eso siempre va a estar ahí, y más en una ciudad con este desconocimiento”.

“Hace falta información, saber que existimos, que somos personas y que no es nada raro”

Para mejorar la situación a la que se enfrenta cada día este colectivo, es necesario que exista “más visibilidad” e “información”. Estas son las conclusiones de este joven que conoce de primera mano la realidad de las personas transgénero en nuestro país. “La ‘T’ es una parte del colectivo que está un poco olvidada, y lo que hace falta es concienciar a las personas y conocimiento, porque es verdad que muchas de las discriminaciones ocurren por falta de información. Hace falta información, saber que existimos, que somos personas, que no es nada raro. Sí, está fuera de lo común, por ello no lo entienden, pero falta concienciarlos un poco, que pasen un proceso de deconstrucción”. También explica que no es únicamente “chico es así”, “chica es así” o “se nace así”, sino que va mucho más allá. “Es algo que hay que trabajar”.