En la persona de José Luís Gómez Barceló la Ciudad tiene un cronista oficial de lujo. Su designación, hace cinco años, fue todo un acierto, mal que pesara a algunos entonces. Si impresionante resulta adentrarse en su amplia producción investigadora, la simple conversación con él se convierte en un verdadero placer, escuchándole como nos describe los más variados detalles sobre familias, calles, lugares o hechos puntuales de nuestra historia.
Persona de una llaneza sin afectación, receta cervantina, su cordialidad en la transmisión del saber y, si se me permite, su humanismo antiguo y siempre nuevo que consiste en hablar para que te entienda desde el catedrático hasta el analfabeto, le hace triunfar fuera y dentro de Ceuta.
El pasado lunes, José Luís abarrotó de público el salón de actos del Ateneo de Málaga con la presentación de su obra sobre el estudio de Calatayud, desdoblada en una exposición fotográfica y el libro sobre fotografías y postales de Ceuta y Marruecos (1914 – 1990), muestra que, me comentaba, espera presentar en nuestra ciudad a mediados del próximo mes.
Libro precioso, por cierto. Uno de esos que se leen del tirón y que luego gusta ojear una y otra vez, recreándonos más a fondo con sus fotografías y grabados. Ameno, próximo, curioso y bien documentado, como no podía ser de otra manera tratándose de Barceló. Me permito recomendarles que no se pierdan esa próxima presentación porque, además, se podrán llevar a casa una entrañable pieza digna de ocupar un lugar destacado en la biblioteca familiar.
Por cierto, que todo hay que decirlo, excelente el trabajo de Diego Sastre, en sus talleres de Papel de Aguas. Una vez más nos demuestra que en técnicas de edición e impresión él y su equipo son unos auténticos maestros.
Con su trabajo, Gómez Barceló, ha iniciado un interesante camino hacia el estudio y difusión de la obra y vida de los fotógrafos ceutíes, algo especialmente atractivo como es la recuperación de testimonios animados de la historia más reciente que, a la postre, es la que más atrae a todo el mundo por su proximidad y conexión con nuestro tiempo.
José Luís lo ha hecho ahora con los hermanos Calatayud tal y como, en 1993, lo llevó a cabo con la magistral obra de Bartolomé Ros, su hija Rosa, primero con unas láminas que se distribuyeron con nuestro periódico y, posteriormente, con un excelente y robusto volumen titulado “Memorias de ausencia”.
En el acto del Ateneo malagueño tuve el placer de reencontrarme con Rosa Ros, tan jovial y atenta como siempre, a la que no tenía el gusto de saludar desde la presentación en nuestra ciudad del libro de su padre, que tan grato sabor dejó junto, con la exposición fotográfica que se llevó a cabo, gracias a la importante contribución del Ministerio de Cultura y muy especialmente de su director provincial, nuestro inolvidable Pepe Abad.
Era obligado preguntar a Rosa cuándo podríamos ver por aquí una segunda exposición o la presentación de una nueva publicación sobre el tema. La palabra, me dijo, la tiene la Ciudad Autónoma. Así de claro.
Vaya desde aquí el mensaje a la consejería de Mabel Deu. Se trata de un total de un centenar de obras de gran formato sobre Ceuta y el Protectorado de Marruecos que, junto con un amplio material documental, dan vida a la obra “Bartolomé Ros, frontera de África”, la crónica de un período histórico que abarca desde la guerra de Marruecos a la dictadura de Primo de Rivera, recreada por las más diversas imágenes como retratos, visitas de personalidades a Ceuta y Marruecos, acuartelamientos, la vida diaria en el Ejército y el magnífico reportaje de la visita de Primo de Rivera y los Reyes de España, en 1927.
Exhibida con gran éxito en junio último, en Madrid, en ‘Photo España 09’, el principal festival fotográfico del país del que recibió los mejores elogios, quede ahí la tentadora iniciativa, sobre la que pretendo volver a insistir en otra ocasión, una vez que Rosa me remita la información prometida.
Es el momento de los fotógrafos ceutíes. El tema es apasionante y la obra de Bartolomé Ros merece y debe viajar a Ceuta, donde siguen viviendo algunos de sus sucesores.