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Gibraltar español, a por el Peñón

A lo largo de más de 300 años de ocupación británica, Gibraltar ha vivido desde el bloqueo militar impuesto los primeros años tras la conquista, pasando por la firma del Tratado de Utrecht en 1713, el levantamiento de la verja y el proceso de negociación entre España y Gran Bretaña. Es de recordar que el Peñón es el único contencioso que enfrenta a ambos países que, por otra parte, son socios o Estados miembros en la UE y en la OTAN, y Gibraltar es también la única colonia que hay en Europa y una de las pocos que todavía quedan en el mundo. El Peñón, cedido al Reino Unidos por el Tratado de Utrecht, ha sido objeto de situaciones tensas y de reiteradas disputas diplomáticas entre España y Gran Bretaña, sobre todo, desde que en 1940 el régimen de Franco inició las más firmes reclamaciones de la Roca. Recuerdo cuando tenía unos diez años, hacia1952, que en el colegio se nos daba la consigna a los niños para que hiciéramos frecuentes proclamas para su reivindicación al grito de “Gibraltar español”, que luego cuando salíamos al recreo aun poníamos mayor énfasis y tesón cuando jugábamos a organizar simulacros de grupos escolares dispuestos a asaltar y recuperar la Roca al grito añadido de “¡Gibraltar español, a por el Peñón!”. Eran tiempos de la postguerra, cuando tan efervescente estaba en España la idea del patriotismo nacional.
Pues parece como si el actual Ministro español de Asuntos Exteriores, D. José Manuel García-Margallo Marfil, que fue Diputado por la UCD en los albores de la democracia española y el que propuso y sacó adelante la enmienda parlamentaria, “in voce”, para que en la Constitución fuera recogida la Disposición transitoria Quinta, a fin de que Ceuta y Melilla fueran Comunidades Autónomas, a la que luego se adhirió el Diputado D. Antonio  Domínguez García (Diario de Sesiones nº 93, sesión de 20-06-1978), pues también recordara de su misma época de colegial aquel famoso grito de ¡Gibraltar español, a por el Peñón!, porque el pasado 19-01-2012 se lo espetó amistosamente al eurodiputado del Partido Conservador británico Charles Tannok cuando éste se le acercó a felicitarle por su reciente nombramiento como jefe de la diplomacia española, dada la vieja amistad de ambos como miembros de la Eurocámara; a lo que el británico le respondió con un “ya hablaremos…”. García-Margallo - para los que no lo sepan -es nieto del célebre General Juan García Margallo, que el día 28-10-1893 murió en combate en un ataque de las tribus rifeñas a Melilla, cuando siendo Gobernador Militar de dicha ciudad trató de recuperar las posiciones de Cabrerizas y Rostro Gordo. Dicho General era extremeño, nacido en Montánchez (Cáceres), donde le tienen dedicada una calle con su nombre. Y Montánchez, es la tierra extremeña donde se elabora una de las mejores denominaciones de origen de  jamones de “pata negra” de Extremadura, de cuya localidad desciendo por rama materna.
El Ministro García-Margallo no iba mal encaminado. Es cierto que ahora ya en el siglo XXI, en la Europa civilizada en que vivimos, cuando la cultura que más impera entre los Estados civilizados para nada es la belicista, sino la del abandono de las guerras y el pleno compromiso con la paz, así como las buenas relaciones y la solución pacífica y razonada de los conflictos, pues no es el caso de ponerse ahora a reclamar Gibraltar por la fuerza, sino amistosamente y a través del diálogo, anteponiendo la razón y de la justicia, pero también con categórica firmeza. Y es seguro que la frase amputada de “Gibraltar español”, lanzada por García-Margallo a Tannok, la pronunció en plan jocoso, pero nunca en señal de amenaza ni de fuerza, ya que “Gibraltar español”, sólo se puede interpretar hoy utilizando la vía diplomática y la solución pacífica de las controversias. Pero lo que no es de recibo es que Gran Bretaña haya siempre hecho durante más de 300 años, lo que le da la real gana en relación con Gibraltar. Así, se ha saltado a la torera las Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1965, 1966, 1967, 1968, 1973 y 1974, en las que se pide el fin de la colonia e invita a las partes de España y Reino Unido a negociar la “descolonización”, y no otra cosa.
El siguiente impulso vino luego de la Declaración de Bruselas, firmada por los Ministros de Exteriores británico y español, Sir Geoffrey Howe y Fernando Morán, el 27-11- 1984, por la que acordaban establecer un nuevo proceso negociador. Se abrió así una serie de rondas de conversaciones en 1985 (hubo once), en las que participaron tanto gobiernos progresistas como conservadores de España y Gran Bretaña. En las negociaciones llevadas a cabo por el Ministro español Piqué y el británico Straw en 2001, se llegó incluso a plantear el compromiso de llegar a un acuerdo a final del verano de 2002 y el gobierno británico reconoció en esa fecha estar de acuerdo en compartir con España la soberanía de Gibraltar. Se convocó una nueva ronda el 12-07-2002, pero al poco tiempo se suspendió el encuentro. En abril de 2004, el ministro  Moratinos y el británico acordaron retomar las conversaciones, "con agenda abierta", donde el Gobierno gibraltareño "tendrá voz propia", para que se impulsará la cooperación local como paso previo a la negociación de la soberanía. Esa, a mi juicio, ha sido la mayor torpeza que por la diplomacia española jamás debería haberse cometido. La primera reunión del nuevo Foro Tripartito (España, Reino Unido y Gibraltar), tuvo lugar el 18-09-2006 en Córdoba y se saldó con un acuerdo entonces calificado de "histórico", que incluyó el uso del aeropuerto, la actualización y pago de pensiones a españoles que han trabajado en Gibraltar, facilitar el tránsito de la verja y la modernización de las telecomunicaciones.
La segunda reunión del Foro se celebró en Londres el 2-07-2008 y las tres partes acordaron incrementar la cooperación en seis áreas: medio ambiente y tráfico marítimo, servicios financieros, lucha contra la criminalidad, política de servicios financieros, bilingüismo, cooperación judicial, aduanera y policial y cuestión de visados. Fue toda una ingenuidad.
Pero, como resultados positivos para España, nada de nada, sino todo lo contrario: todo perjudicial para nosotros y todo favorable a Gran Bretaña y a los gibraltareños. Siguen ganando terreno al mar, que es español; se dificulta continuamente la persecución por las patrulleras de la Guardia Civil y del SVA de la Agencia Tributaria en la lucha contra el contrabando y el narcotráfico, habiéndose llegado a utilizar como diana de tiro en un simulacro a la propia Bandera española; Gibraltar continúa siendo refugio de organizaciones contrabandistas de tabaco y otras sustancias ilícitas que causan grave daño al Erario Público español; a los gibraltareños se les ha dado una especie de Constitución por la que pueden ejercer un inventado por ellos derecho a la libre determinación que vulnera de forma escandalosa el propio Tratado de Utrecht, que prevé que si Gran Bretaña abandona Gibraltar debe pasar a España; se ha dado participación a los gibraltareños con la indigna anuencia de la diplomacia española, que así ha traicionado lo que durante más de 300 años fue una postura firme e indeclinable de España de tratar con el Reino Unido sobre Gibraltar sólo de Estado a Estado; porque en el problema también son parte muy interesada (la que más) los españoles  de La Línea y San Roque, como legítimos sucesores de sus antepasados que en 1703 fueron desplazados por la fuerza de la Roca, pese a ser los auténticos habitantes de Gibraltar. ¿Por qué no se les dio participación también a ellos?; porque la actual población gibraltareña llegó después, venida de aluvión desde fuera.
España desde la apertura de la verja se encuentra hoy con que ha dado toda clase de facilidades a Gran Bretaña y Gibraltar a cambio de nada, ya que se ha privilegiado a los gibraltareños con la mejor de todas las situaciones sin que ellos hayan aportado ni lo más mínimo. Entran y salen cuando quieren de Gibraltar a España; tienen su segunda residencia en la Costa del Sol donde suelen evadir los impuestos que religiosamente pagamos los españoles; tienen toda la costa española para solaz, esparcimiento y recreo; sigue habiendo en la Roca más sociedades instrumentales que habitantes con el único objetivo de promover la evasión y el fraude fiscal; se aprovechan de todo lo bueno que en territorio español les interesa y se sirven luego del territorio gibraltareño como escudo donde refugiarse para eludir todo aquello que a los españoles se nos exige; y, encima, despotrican de la peor forma contra España y los españoles, reniegan de todo lo que suponga un resquicio de españolidad, nos siembran las aguas españolas de buques cisternas cargados de combustible para su venta y convirtiendo en una especie de base flotante las aguas de Algeciras, San Roque y La Línea, situación que entraña un grave riesgo para la navegación de la flota española y para la vida de las personas, habiendo ya surgido varios accidentes que cualquier día puede explotar. Se han cometido por Gran Bretaña flagrantes violaciones y atropellos al Tratado de Utrecht, utilizando como métodos la fuerza, el engaño, la mentira y la indignidad. Y Gibraltar no puede seguir así, disfrutando de tan dulce comodidad y pleno favor a costa de los españoles y sin dar nada a cambio. Es ya hora que se haga de justicia a España.
En concreto, el “Gibraltar español” de Sr. García-Margallo, no es ni una ligereza ni un capricho, sino justicia que se pide. Es hora ya de que empecemos a ponernos serios hasta hacer cumplir el múltiple mandato de la ONU, para que de una vez por todas se restituya a la soberanía española lo que nunca debió de quitársele por la fuerza. Ya está bien de que el Reino Unido y Gibraltar se sigan riendo tantas veces de España, de Europa, de la OTAN y de todo el mundo. Europa no puede seguir permitiendo tan anacrónica como injusta situación que tanta vergüenza destila para los europeos, como la de mantener un trozo de vieja colonia en el mismo corazón europeo. Eso debe terminar por medios pacíficos, como procede entre países civilizados; pero ya.

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