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“La gente ha perdido el miedo al virus, se preocupa cuando afecta a su entorno”

“Es triste seguir viendo todavía a muchas personas que hacen caso omiso a las normas”. En esta segunda oleada de COVID-19 estamos viendo en la población “una falta de miedo o una relajación de las medidas de seguridad”. Para la psicóloga Blanca Bueno Murillo se debe a la sensación de “mayor control de la situación”, explica en esta entrevista con El Faro de Ceuta.

“Al principio poco se sabía de este virus ni de cómo nos podía afectar e incluso de cuánto tiempo podría convivir con nosotros y afectar a nuestros hábitos. Sin embargo, poco a poco se van teniendo más datos, vamos viendo cómo afecta a la población, unos a través de los medios de comunicación y otros a través del entorno cercano. Además, como en todos los miedos, la exposición al evento o situación que nos causa ese miedo hace que ese temor disminuya. Es posible que el estar exponiéndonos continuamente a situaciones en las que nos podemos contagiar haga que estemos perdiéndole el miedo”, explica la psicóloga.

Otra de las causas de la pérdida de miedo al virus: el cansancio. En la primera ola, aunque fue duro el confinamiento, era la primera vez que nos enfrentábamos a una situación así y era posible pensar que la pandemia iba a durar relativamente poco.

“Parecía que esas medidas de seguridad y que ese respeto hacia el virus no iban a permanecer mucho tiempo y, por tanto, no era tan difícil seguirlas. Sin embargo, a medida que la situación ha ido alargándose, la gente empieza a estar cansada. No es fácil no poder llevar una vida normal, no socializar como hacemos normalmente y como nos gustaría seguir haciendo, no abrazar o ver a nuestros seres queridos y no poder realizar los hobbies que nos gustan. En parte, esa sensación de relajación que estamos observando últimamente se debe a que la población está buscando de alguna manera volver a la normalidad en la medida de lo posible. No toda la relajación se debe a falta de miedo, sino a hartazgo y a malestar emocional que les lleva a poner por delante el sentirse mejor y sobrellevar la situación en vez de priorizar la seguridad sanitaria propia y de los demás”, continuó Blanca Bueno.

“A medida que la situación ha ido alargándose, la gente empieza a estar cansada”

Además, esa “falta de miedo” se debe también a la sensación de inmunidad. “Hay muchas personas que piensan que ellos no se van a infectar o si lo hacen no les causará mucho problema y esto hace que no les preocupe demasiado tener cuidado para no contagiarse. Además, es posible que mucha gente piense que si ya no se ha contagiado o no ha sabido si se ha contagiado, piense que quizás tienen algo que les protege o que es muy difícil contagiarse y, por tanto, no deben tener miedo”, insiste la psicóloga.

Por otra parte, hay personas que salvo que hayan vivido o vivan el virus de cerca “por padecerlo ellos o alguien de su entorno cercano, no se preocupan ni piensan que vaya a llegar a su vida”. Además, “todavía hay gente que sigue negando la existencia del virus o que no creen que cause tantas secuelas. A este grupo de personas es difícil convencerlas de que deben tener cuidado para no contagiarse o no contagiar a los demás”.

“Aún hay gente que sigue negando la existencia del virus o que no cree que cause secuelas”

Esta actitud de búsqueda de normalidad y parece que de “olvido del virus” se junta a la negación de un grupo “aún muy grande de gente” que sigue sin creerse el virus y sus consecuencias. “Por un lado, vemos a gente sin tomar las medidas pertinentes de seguridad por hartazgo, por intentar retomar la normalidad y por otro, las personas que directamente nunca se han creído la pandemia y por este mismo motivo hacen vida normal, sin miedo a nada”, lamenta Bueno Murillo.

Todo comienza por controlar la transmisión comunitaria y los brotes mediante la concienciación en el respeto a las normas, y más en estas fechas. “Quizás a corto plazo, la gente mejorará su estado anímico, su bienestar y se olvidará un poco de la pandemia, pero a largo plazo si se produce un nuevo brote como se está vaticinando para las Navidades o el periodo posterior a estas, puede que nos desgastemos aún más y que haya desánimo por pensar que esto no acabará nunca”, concluyó.

Las aglomeraciones y el miedo a no celebrar la Navidad

De cara a la Navidad y las compras asociadas, en muchas ciudades se han producido aglomeraciones en los comercios en parte también, según la psicóloga, “por la búsqueda de normalidad”. “Si este periodo de pandemia ya es duro de por sí, el aproximarse las Navidades y el miedo a no poder celebrarlas como otros años o como nos gustaría, está cada vez más presente. Además, precisamente al intentar hacer como si nada pasara, con las mismas costumbres que otros años -con compras de comida para las fiestas, de regalos y comidas con amigos- parece que de algún modo nos hace olvidar todo esto que estamos pasando”.

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