Quizá lo que aquí escriba, de nada valga. Lo más seguro es que quien lo tenga que leer pasará del tema y seguirá con su vida, sus proyectos y su mundo de altruismo superficial inventado, que queda muy bien en el facebook. Les cuento. Me llama un amigo taxista para contarme la indignación que sienten todos los compañeros por la imagen que ven a diario, desde hace un tiempo, en la Gran Vía. Sí, la Gran Vía, esa por la que pasan todos los políticos y los asesores de Vivas a diario. Esa imagen es la de una mujer que lleva vagando semanas, que por su forma de proceder parece que padece un trastorno mental, que presenta las piernas y brazos con quemaduras... que no se sabe cómo pero que ha terminado recalando en Ceuta. ¿Cómo se llama, de dónde ha salido? Nadie lo sabe, el hecho es que ha aparecido en la ciudad para dibujar una vida más dentro de esa bolsa de desfavorecidos que nos esforzamos por hacer invisibles. Eso sí, nos volvemos locos apadrinando a un niño del Tercer Mundo o hablando de las miserias de no sé qué país o denunciando la discriminación hasta de los patos mareados... pero pasamos olímpicamente del panorama que tenemos aquí al lado, a ojos de todos.
Resulta increíble que se esté produciendo a diario esta visión: la de una mujer a la que nadie atiende, que vaga por la Gran Vía, que vive encerrada en su trastorno mental para la que esta Ciudad sigue sin tener medios ni atenciones. ¡Señor Vivas, qué pasa con los enfermos psíquicos!, ¿no se acuerda de ellos?, ¿o es que ustedes ven normal que vaguen por la ciudad, aislados en un mundo de sufrimiento, sin que todavía haya un protocolo para atenderlos? ¡Coño, que esta mujer está perdida en la ciudad justo al lado del Ayuntamiento... por Dios! ¿O es que vamos a hacer lo mismo que en tiempos del GIL... mandar a la Policía Local a que monte en el barco a los que nuestras conciencias no pueden ver para que los dejen tirados en la península?
Si perdemos la humanidad, si perdemos siquiera el interés por el que está necesitado entonces es que algo grave pasa ya en este pueblo. Que no nos vendan la Fundación Premio Convivencia ni el Crisol de Culturas de las narices si la institución no es ni capaz de mirar al otro lado de la calle y ver lo que está pasando para poner una solución. ¿O es que solo queremos Asuntos Sociales para dar cenas a los mayores? Esta mujer vagabunda, aislada, bloqueada... debe remover sus conciencias, debe mover del sillón a esas oenegés perdidas en sus despachos, si es que todavía queda algo.