Desde mi niñez en Mirandilla, mi querido pueblo, sé que Badajoz tiene dedicada una calle al general Rafael Menacho Tutlló, símbolo heroico de la resistencia pacense contra los franceses en la Guerra de la Independencia. También, la Base militar de Botoa en Badajoz lleva su nombre. Pero creo que ni en Ceuta es bien conocida la figura de Menacho en Extremadura; ni en Extremadura se conoce el valor indómito derrochado por el mismo en Ceuta. Y, tanto a Ceuta como a Extremadura y a España, Menacho prestó excelentes servicios que creo deben ser más conocidos.
Ceuta es vivero fértil de valientes soldados y escuela de aguerridos combatientes de élite (La Legión, Regulares, etc), que tanto lucharon y murieron por mantener a Ceuta española. Los ceutíes llevan muy a gala y honor su patriotismo de ser españoles. Fueron los únicos que el año 1640 eligieron libremente en un plebiscito pasar de ser portugueses a ser españoles. Pero también Extremadura y los extremeños contribuyeron con tropas y perdiendo numerosas vidas en la defensa de la españolidad de Ceuta, como en varios artículos tengo publicado. Por eso, el general Menacho bien que se merece que su heroicidad sea más conocida en ambos territorios.
“Ceuta es vivero fértil de valientes soldados y escuela de aguerridos combatientes de élite”
Nació Menacho el 22-05-1766 en Cádiz. El 3-10-1784 ingresó como cadete en el Regimiento de Infantería de la Victoria nº 38. Era de aspecto serio, apuesto, tenaz, osado y de nobles sentimientos. Defendía a las tropas que estaban a sus órdenes hasta las últimas consecuencias. Los subordinados lo admiraban, porque se sentían muy protegidos por él. Fue destinado a Ceuta el 15-07-1787 como subteniente, al Regimiento de Voluntarios de la Corona, donde permaneció dos años y cinco meses. El 5-10-1788 contrajo matrimonio en Cartagena con su prima Mª Dolores Calogero Manía. Tuvieron seis hijos: Mª del Rosario, Asunción, Benito, Tomás, Rosario y Antonio.
En Ceuta ascendió a segundo teniente el 17-08-1791. El rey de Marruecos, Muley al Yazid, tenía sitiada Ceuta por tierra y mar, prometiendo conquistarla a toda costa con 40.000 hombres y ayuda inglesa. Ceuta estaba guarnecida sólo por 3.500. Menacho pidió ir voluntario, mandando su compañía, a desempeñar en la Talanquera la más difícil misión. La Talanquera era una posición avanzada situada en las alturas próximas al Serrallo, donde entonces tenían el cuartel general los sitiadores, con una batería cerca instalada de artillería gruesa, la más potente de las catorce que continuamente bombardeaban Ceuta. Sólo del 21-08 al 13-09-1891 dispararon sobre Ceuta 4.120 obuses. Esta posición estaba comunicada directamente con dicho cuartel general, donde se concentraba el grueso de las de fuerzas sitiadoras, disparando sobre las murallas con el propósito de abrir una brecha que les permitiera dar el asalto definitivo a la ciudad.
Allí tuvo Menacho su bautizo de guerra el 31-12-1791. Se necesitó que un oficial español al mando de su compañía saliera al Campo Exterior a destruir la Talanquera. Se presentó voluntario, consiguiendo arrasarla, destruyendo la batería que más disparaba sobre Ceuta e incendiando después el Serrallo, obligando a los sitiadores a abandonarlo y teniendo que retroceder hasta Tetuán. Con ello, salvó la vida de muchos españoles y evitó que Ceuta cayera en poder sarraceno, porque, de no haber sido por el aniquilamiento de dicha batería y el incendio del cuartel general enemigo, lo más probable hubiese sido que terminaran apoderándose de Ceuta.
En su carrera militar fue ascendiendo, sucesivamente, a segundo teniente de granaderos el 2-12-1793. A primer teniente el 11-07-1794. A teniente de granaderos el 9-05-1795. A capitán el 18-10-1795. A capitán granadero el 12-08-1798. A sargento mayor el 26-12-1802. A comandante el 10-07-1808. A coronel el 10-07-1808. A brigadier el 18-04-1809. Y a mariscal de campo el 23-09-1810. Casi todos los empleos conseguidos por méritos de guerra; siendo herido hasta ocho veces en combate. Se decía de él que ya no le cabían más heridas en su cuerpo.
En 1793, de Ceuta marchó voluntario a Cataluña. Francia intentó invadirla y anexionársela. Allí resultó herido muy grave en la retirada de Argelès; en numerosos combates desalojó e hizo retroceder a los franceses, siendo citado por sus generales varias veces como muy distinguido, volviendo a ser herido en 1794. En 1797 fue destinado a Portugal, participando en 1802 en la Guerra de las Naranjas. En 1804 estuvo de guarnición en Cádiz y en 1805 en la guerra contra Inglaterra. Luchó en el sitio de Gibraltar.
En 1808 participó en la batalla de Bailén contra los franceses, donde le fue impuesta la Medalla de Honor, siendo ascendido a coronel sobre el campo de batalla. En 1809 combatió valerosamente en Medellín, siendo ascendido por méritos a brigadier. En Tarancón venció y obligó a retirarse al mariscal francés Víctor. De general fue herido cerca de Mérida, consiguiendo que los franceses no la ocuparan, atravesando el Guadiana a nado con sus tropas. Era siempre el primero en la fatiga y en dar ejemplo. Se le elegía el primero para la vanguardia, y el último para la retaguardia.
En la batalla de Bailén combatió con su división en la vanguardia del general Peña, abriendo fuego el primero. Al agotársele las municiones, cargó sus morteros con piedras, que hicieron tanto daño a los franceses que su general, Soult, protestó porque “esa forma de combate no era de cortesía militar”. Menacho le contestó que lo que “no era norma de guerra era invadir España, engañar a su rey y tenerlo secuestrado”. Siempre terminaba sus escritos con su famoso ¡Viva la Patria!. Fue herido hasta ocho veces en combate, y siempre se negó a ser retirado de la batalla.
En 1810 pasó a mandar una división en Badajoz, siendo nombrado gobernador militar y político de la ciudad, donde se convirtió en símbolo de la resistencia férrea. Al enterarse los franceses que había tomado el mando, se retiraron a la derecha del Guadiana; aun así, los desalojó del cerro de San Cristóbal. En el pueblo de Feria fue sitiado por tropas galas, pero las batió y rechazó contundentemente. En Salvaleón, los franceses tuvieron cercada a su división 16 días sin víveres y sin posibilidad de escapar. Pero utilizó la siguiente estrategia: mandó hacer fuego en tres cerros y tocar los tambores. Los franceses creyeron que intentaba escapar por las alturas y concentraron allí sus fuerzas, mientras Menacho escapaba con las suyas hasta Badajoz por el hueco que le habían dejado.
En la defensa de Badajoz, Menacho fue sitiado por tropas muy superiores. Soult que bajaba de Portugal, cercó la ciudad con 19.000 hombres, 4.000 caballos y 54 piezas de artillería, más un tren-convoy con armas, víveres y provisiones de auxilio. Menacho lo defendió numantinamente. Una de las veces, incluso estando herido en la pierna, desangrándose y muy grave, ocultó su herida para seguir grave luchando y animando a sus hombres, que hasta que no le vieron sangrar a borbotones por debajo de los pantalones no supieron que estaba gravemente herido.
Era un adalid para sus fuerzas y la población civil, luchando herido apoyándose en los hombros de un ayudante Giral, arengando a sus tropas desde lo alto del baluarte de Santiago, donde los pacenses lo reclamaban alarmados en cuanto por un momento dejaban de verlo arengándoles, cerrando siempre sus arengas con su habitual ¡Viva la Patria!. Hasta tres veces rechazó enérgicamente otros tantos ultimatums del mariscal francés Seult para que se rindiera a cambio de salvar su vida. Las tres proposiciones las rechazó con desprecio, y pese a llevar asediado más de un mes. Menacho había decidido morir por España antes que entregar Badajoz.
“Era un adalid para sus fuerzas y la población civil, luchando herido apoyado en su ayudante”
El 4-04-1811, los franceses abrieron una brecha en la cortina de la muralla, entre los baluartes de Santiago y San Juan, junto al Campo de San Francisco. Sobre el baluarte de Santiago, Menacho, peleaba obsesionado por mantener la plaza que se le había confiado. Ordenó que los granaderos de todos los cuerpos de Badajoz hiciesen una salida, para clavar la artillería y destruir las potentes baterías francesas. Al verificarlo, en su puesto, subido en la muralla, despreciando el fuego y la muerte y animando a la tropa, una bala con metralla de 280 gramos le penetró el abdomen quedando alojada entre el intestino delgado y el colon. Su cuerpo no admitió ya más heridas, muriendo el 4-04-1811. Su muerte produjo honda conmoción, gran desánimo y hasta pánico. Seis días después de morir, Badajoz se rindió a los ejércitos de Napoleón.
En otra ocasión que fue herido grave en una pierna, se despidió de su esposa que se encontraba con sus hijos en Elvas (Portugal), diciéndole: “Cualquiera que sea mi suerte, vencedor o muerto, la tuya será siempre envidiable. ¡Aquélla es, dirán todos señalándote con el dedo, la mujer o la viuda, y aquéllos los hijos de Menacho!. El periódico El Conciso, reproducía dicha carta como documento del centenario del Diario de Cádiz, en la que constaba su inquebrantable voluntad de no rendirse jamás. Su biógrafo J. Marabel, dijo: “La defensa de Badajoz, fue uno de los más notables ejemplos de resistencia y heroicidad ocurridos durante la Guerra de la Independencia española”.
Tras su muerte, el Consejo de Regencia informaba a las Cortes el 16-05-1809: “Una guarnición y un pueblo moradores de la mayor consideración de la Patria, y a beneficio de los cuales debe eternizarse su memoria como una de las más valientes defensa de este siglo, y de los heroicos hechos de la presente guerra. El dignísimo Gobernador don Rafael Menacho, perdió la vida antes que la plaza”. El extremeño José Mª Calatrava, diputado por Extremadura, que fue Presidente del Gobierno de España, también informó así a las Cortes:
"Señor (…) al informar de la muerte y conducta militar del general Menacho, quiero rendir el tributo de mi admiración y gratitud, y ¡ojalá pudiese hacerlo sin tener también que dar a su memoria el de un íntimo dolor. El general Menacho, prefirió sepultarse en las ruinas de su plaza antes que entregarla al enemigo; ha sido fiel a su empeño generoso, y después de 38 días de sitio terrible y obstinado, cubierto de gloria de la defensa y en reiteradas salidas, ha expirado heroicamente sobre el muro, mientras animaba a sus soldados y hacía temblar a los sitiadores. Basta para inmortalizarle esta muerte, y que para que su nombre sea contado entre los héroes españoles. […].
Ved aquí en bosquejo las acciones y hechos que deben componer la historia de este bravo defensor de la patria. El recordar sus hechos y su muerte forman el mayor elogio que puede hacerse del difunto héroe. Su muerte ha sido preciosa, porque con ella selló la obligación sagrada que la naturaleza ha impuesto a todos de defender su libertad, y gloriosa por la justicia de la causa que la motivó […]. ¡Que nombre tan dulce y recomendable será para todas las generaciones de buenos españoles el de don Rafael Menacho!".
Fue enterrado en una cripta en el panteón de canónigos del sótano de la catedral pacense, por temor a que sus restos fueran descubiertos y profanados por los franceses. En 1880 la Diputación de Badajoz los recuperó, aunque incompletos por haber sido el panteón saqueado, encontrando el pantalón con el orificio por donde entró la bala, una bota, sable, bastón de mando, fajín, etc. Después, las reliquias corrieron numerosas peripecias. En 1941 fueron sacadas de Badajoz. En 1988 fueron llevadas en parte a Tenerife. Actualmente, descansan en el Alcázar de Toledo. En 1893 se erigió en el baluarte de Santiago un mausoleo en su recuerdo.
Las Cortes de Cádiz, en sesión secreta celebrada el 16-03-1811, aprobaron donar a su viuda e hijos una o dos casas, asignándoles una pensión vitalicia de 10.000 reales. En 1911, centenario de su muerte, se trasladó el cuerpo al mausoleo del claustro. Dejó escrito un diario de operaciones que ha servido de fuente a historiadores.
Fue Menacho un compendio de las más altas virtudes personales y castrenses. Vayan mi admiración, reconocimiento, loor y gloria a tan benemérito soldado en grado heroico, que tan excelentes servicios prestó a España, a Extremadura y a Ceuta.
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