Me acabo de enterar que, en la madrugada de domingo de hoy, ha fallecido en Madrid el que fuera Comandante General de Ceuta, General de División, Don Fernando López de Olmedo. La triste noticia me la ha dado hacia el mediodía de hoy mismo, su hijo menor, Don Fernando López de Olmedo Ruíz, por expreso deseo de su padre (q.e.p.d.), que se lo encargó poco antes de fallecer para que me hiciera llegar la noticia cuando el suceso aconteciera. Y, saliéndome esta vez de mi turno de los lunes, he tenido especial interés en adelantar este artículo a él dedicado.
La noticia me ha producido tristeza y hondo pesar, que aprovecho para trasladar mis condolencias públicamente a su familia, habida cuenta de la muy sincera y grata amistad que con él me unía; de hecho, nos comunicábamos diariamente por correo electrónico y al menos una vez al mes también lo hacíamos por teléfono. Y, como él tenía un piso vacacional a unos treinta kilómetros de donde resido, cuando en verano solía visitarlo, siempre quedábamos un día para comer juntos, para charlar, casi todo el tiempo, sobre Ceuta, que siempre era tema predominante de nuestra conversación. Recuerdo que la última vez me dijo al despedirnos: “Antonio, la próxima invito yo. Es para mí cuestión de honor”. Por eso recojo lo de “hombre de honor” arriba en el título de este artículo.
Conocí al General López de Olmedo en 2002 en un acto militar, a los que siempre me invitaba por haber estado entonces incluido en los Protocolos civil y militar, pero a los que rara vez podía asistir por mi doble responsabilidad de tener que simultanear los dos Tribunales Económico-Administrativos de Ceuta y de Melilla. Pero ya un día ordenó a su jefe de Protocolo que también me invitara personalmente por teléfono. Desde aquel día, ya siempre preguntaba cuando no me veía si se me había invitado. Pero nunca dependí de él profesionalmente ni ninguna otra cuestión me relacionaba con él, por mi condición civil, ni tuve suya ninguna influencia, como no fuera nuestra mutua y sana amistad que aquel día comenzó a forjarse, completamente aséptica y libre de condición alguna.
"Al General López de Olmedo lo considero también “hombre de honor”, no sólo por la amistad que a ambos nos unía, que eso era lo de menos, sino por su contribución y tolerancia hacia las distintas culturas y religiones, por ejemplo, invitando a ex miembros de Regulares que sirvieron en Regulares y a sus familias a asistir invitados a los actos militares"
Aparte de tan buen detalle y otros muchos que tuvo conmigo - que siempre se le agradecí mucho en vida - también me confió la presentación de su libro sobre “Ceuta y el Conflicto de Perejil”, que luego él amplió ante al auditorio, en el Salón del Trono de la Asamblea de Ceuta, completamente abarrotado de público. Nunca vi dicho Salón tan lleno de espectadores deseosos de oír al General. Pese su amplio y magistral aforo. Los asistentes no cabían y escucharon con suma atención su exposición incluso desde la calle, lo mismo que la larga cola que luego se formó para que les firmara su libro que se les había entregado.
Pero al General López de Olmedo lo considero también “hombre de honor”, no sólo por la amistad que a ambos nos unía, que eso era lo de menos, sino por su contribución y tolerancia hacia las distintas culturas y religiones, por ejemplo, invitando a ex miembros de Regulares que sirvieron en Regulares y a sus familias a asistir invitados a los actos militares. También por su caballerosidad y trato digno y generoso dado a los militares marroquíes detenidos en el islote por nuestras Fuerzas Armadas, a las que ordenó que les dieran trato exquisito y generoso, poniéndoles en la frontera a disposición de las autoridades marroquíes y tratándoles en el propio libro como “compañeros militares”.
De ellos dijo textualmente en el libro que le presenté que eran “componentes de un ejército con el que siempre se han tenido y se siguen teniendo actividades comunes y relaciones de especial compañerismo y amistad a todos los niveles”. Voló personalmente con su Estado Mayor en helicóptero, y aterrizó en el islote, para conocer, “in situ”, cuando la temperatura alcanzaba más de 40º, para dar apoyo moral a las tropas bajo su mando que en una segunda fase actuaron, y conocer de los problemas y necesidades de defensa.
"Siempre ponía en valor a la ciudad en los distintos foros nacionales e incluso internacionales"
Me refirió varias veces que su máxima preocupación y la de las Autoridades durante el conflicto fue que la población ceutí estuvieran en todo momento segura y que no cundiera el pánico, continuando haciendo una vida normal por la población, como así ocurrió, en tanto en cuanto ni siquiera se llegó a cerrar la frontera, de manera que lo mismo que se continuó permitiendo la entrada a Ceuta de personas del vecino país, también se permitió la salida de los ceutíes hacia Marruecos, pese a la natural tensión creada por el curso de los propios acontecimientos que se vivieron, sin que tampoco las autoridades marroquíes llegaran entonces a imponer restricción alguna de paso.
Y, como medida precautoria, se preocupó por todos los medios disponibles de que, en ningún momento, incluso en los supuestos de mayor posibilidad de riesgo calculado, pudiera estar en peligro la población de Ceuta, habida cuenta de que por su cercanía geográfica al islote podía haber sido en alguna medida destinataria de las posibles consecuencias que del propio conflicto podían haberse derivado. Valoraba mucho el ejemplar comportamiento de serenidad que en todo momento mantuvo la población ceutí, que, pese a la natural tensión vivida, dio muestras de tranquilidad, sensatez y equilibrio emocional. Valoraba también mucho el cariño y gran fervor religioso que el pueblo cristiano de Ceuta siente hacia su Patrona la Virgen de África, de la que él se sentía devoto.
Y siguió siendo para mí “hombre de honor”, por su fluida y cariñosa comunicación con el pueblo ceutí, manteniéndose en el puesto de mando a pesar de haber pasado a la situación de retirado, tras haberlo repuesto y prolongado el Ministerio de Defensa su destino más allá de su edad de jubilación, hasta finalizar las operaciones de recuperación de la isla invadida. El pueblo de Ceuta, siempre agradecido con quien trabaja, defiende a Ceuta y sabe estar a su lado, pues también supo corresponderle, distinguiéndole con el “Faro de Oro” del periódico Decano de la ciudad, el de la UNED en Ceuta, el de la Federación de Vecinos de Ceuta, el Premio “Convivencia” de la Ciudad y otros, recibiendo numerosos homenajes de afecto y cariño. A mi modo de ver, fue el Comandante General más entrañable y popular de cuantos he conocido estando en Ceuta, sin jamás poner por mi parte en tela de juicio la capacidad y valía de todos los demás.
Él sentía un enorme cariño hacía Ceuta; concedía especial relevancia al patriotismo y la españolidad que sienten los ceutíes. Siempre ponía en valor a la ciudad en los distintos foros nacionales e incluso en algunos internacionales e informes que presentaba. Retirado del Ejército, fue Presidente del Foro de Madrid, integrado por intelectuales de la capital. Y durante su Presidencia, promovió el hermanamiento del Foro de Madrid con Foro Faro de Ceuta, llevando a toda su Ejecutiva a la Ciudad, para darla a conocer mejor.
"Concedía especial relevancia al patriotismo y la españolidad que sienten los ceutíes"
Como autor del libro “Ceuta y el conflicto de Perejil”, que fue objeto de mi presentación, comienza por hacer un breve bosquejo de la historia de Ceuta y las distintas civilizaciones que sucesivamente se fueron asentando sobre el territorio ceutí que, como se sabe, prácticamente, fueron las mismas que también pasaron por la Península Ibérica. Valoraba los acontecimientos, vividos primeramente desde su puesto de mando al frente de la Comandancia General y Jefatura de Zona de Ceuta que entonces el autor desempeñaba.
Ponía muy en valor el hecho de que Ceuta sea frontera exterior de la Unión Europea tras el Tratado de Scheguen de 1991, y también su pertenencia a la Unión Europea por el tratado de Maastricht de 1992, lo que convierte a esta ciudad en la puerta europea en África. Resalta, asimismo, la importancia que tiene el hecho de que, en la actualidad, y después de la aprobación en Washington en 1999 del último concepto estratégico euroatlántico, que incluye aquellos territorios anejos a Europa que por su proximidad o situación estratégica tienen la posibilidad de proyectar seguridad y estabilidad sobre el Teatro Europeo, pese a que inicialmente Ceuta y Melilla quedaran fuera de la OTAN.
El General López Olmedo pone también de relieve en su libro la alta conceptuación que le merecían las Unidades de guarnición en Ceuta, sobre las que se deshace en los mayores elogios en cuanto a moral, preparación y grado de adiestramiento. Y lo que igualmente resulta en él inequívoco son el afecto, el cariño y los vivos sentimientos que Ceuta le despiertan. Se ve claramente que era un verdadero enamorado de la ciudad y que tenía muy alta estima y gran consideración a la población ceutí; define en libro a Ceuta como una verdadera joya, para España y para Europa, al estar situada en una privilegiada situación, circunstancia ésta que para nada necesita de mi ponderación, dado que eso es algo que él tiene en Ceuta más que acreditado por medio del general reconocimiento que durante su mandato se le hizo por los distintos estamentos de la sociedad ceutí. tal como lo demuestra el amplio elenco de premios y condecoraciones que recibió.
"Fue el Comandante General más entrañable de cuantos he conocido estando en Ceuta"
Promovió, impulsó y fomentó el acercamiento del Ejército al pueblo, realizó una amplia actividad de carácter integrador y conciliador entre todas las culturas y religiones y fue respetuoso con todos los colectivos. Personalmente me consta que todavía gustaba de seguir a diario y con el mayor interés los acontecimientos de Ceuta, ciudad que dejó en él una huella indeleble y que le marcó para siempre, en la que supo labrarse muy buenas amistades y el general afecto, por tratarse de una persona de talante abierto y de trato afable y cordial; lo que expreso desde mi situación de total independencia y pretendida objetividad.
Pero me voy a permitir resaltar otra faceta muy digna de mención que también reúne el autor del libro, pese a que aquí en Ceuta se cree que no es suficientemente conocida, quizá por las múltiples ocupaciones que conllevaba el ejercicio del mando militar que ostentó durante su estancia en la ciudad, y que le absorbieron el tiempo necesario para su normal desarrollo. Y es su faceta “intelectual”, tal como viene a corroborarlo el hecho de que sea autor de varios libros y trabajos de elevada formación cultura.
Por sólo citar algunos, es autor también del libro de Seguridad Europea en el Nuevo Orden Mundial; conferenciante y articulista de reconocido prestigio, habiendo pronunciado, entre otras muchas conferencias, una bajo el título: “Ceuta, puerta de Europa en África”, en el foro de la Sociedad de Altos Estudios Internacionales en Madrid en 2003, de la que fue profesor Honorario, impartida ante representantes de 27 países de Europa, Asia, África y América. Participó en cursos de altos estudios internacionales de larga duración, bajo el lema: “Hacia una Nueva Sociedad Internacional: paz, derechos humanos y desarrollo sostenible”.
Pues, amigo Fernando, Mirando arriba al cielo, vayan para ti mi profunda gratitud póstuma por tu sana amistad y confianza hacia mí. Y que descanses eternamente en la paz de Dios, reiterándole mi sentido pésame a sus familiares queridos.