Quizás algún lector interprete el título del artículo como algo exagerado en cuanto a “zorro del desierto”, apelativo que le denominaron al célebre y gran soldado el mariscal del ejército alemán Erwin Rommel. Fue un gran estratega en la lucha del desierto, querido por sus soldados y apreciado por sus adversarios, los ejércitos aliados. En lo humano era algo excepcional; jamás permitió maltrato o menosprecio a sus prisioneros. Fue un caballero con mayúsculas y un gran soldado.
En este caso, el teniente general José Héctor Vázquez fue un excepcional soldado y, tambien como el mariscal Rommel, un excepcional estratega en la lucha del desierto. Transcribo lo que el periodista Ramiro Santamaria Quesada relató sobre este general: “durante las operaciones, el brillante militar general Héctor Vázquez, gobernador y jefe militar del Sáhara, era una persona con grandes dotes de mando, que entendía perfectamente la guerra del desierto, y supo aniquilar a las Bandas Rebeldes con precisión y rapidez. El general Héctor Vázquez ocultaba un gran corazón.”
El teniente general Héctor Vázquez había nacido a orillas del Guadalquivir, en la ciudad de Sevilla. Con 16 años ingresa como alumno de caballería. El 14 de noviembre de 1923 es promovido a teniente de caballería y posteriormente combatió en la Guerra de Marruecos, donde por su valor y disciplina le consta en su hoja de servicios ‘valor distinguido’. Más tarde estuvo destinado en la Escuela de Equitación Militar y a lo largo de su carrera demostraría con creces sus dotes de un magnífico jinete.
En 1934 participa con el equipo español de equitación en Eva (Portugal). Posteriormente se traslada a Oporto (Portugal) para participar en el campeonato de equitación. En 1935 participa en los concursos hípicos de Barcelona y Palma de Mallorca. En el mismo año participa en concursos de Santander y Reus (Tarragona) y más tarde en el concurso internacional de Lisboa (Portugal). En 1936 participa en las Olimpiadas de Berlín. En 1949 participa en Málaga y posteriormente en Alicante, obteniendo los puestos 1º y 7º, de honor 3º y 7º y 2º nacional. En el concurso de Aranjuez (Madrid) obtuvo los premios 2º Somosierra, 1º Navafría, 1º nacional y 4º capitán general. Más tarde en La Coruña el 8º y el 7º en Vigo, 1º por equipos y 10º en la copa de Guadalajara. En 1950 obtiene el premio gobernador civil 8º y 12º en Alicante, así como el 10º en Málaga obtuvo el 9º, 6º y 13º en la copa Málaga.
En Alcalá de Henares obtuvo los premios 9º y 5º, la copa sociedad y 14º del ejército en tres concursos en Tetuán, Évora (Portugal), Oviedo, Sevilla, Aranjuez, Pamplona, Zaragoza y Málaga. En dichos concursos alcanzó importantes trofeos, por lo que puede afirmarse que era un gran jinete y en aquella época el mejor de los mejores.
El teniente general Héctor Vázquez venía curtido de la Guerra de África, donde se había distinguido en varios combates por lo cual conocía a la perfección la guerra de guerrillas. Era un soldado que aunque su carácter aparentaba ser seco, por el contrario tenía un gran corazón, tremendamente humano, pero le gustaba las cosas por su nombre y bien hechas, exigente con los mandos pero muy humano con sus soldados.
Recién nombrado gobernador del Sáhara visitó las guarniciones para comprobar sobre el terreno el estado de estas. Llegando a visitar una unidad de los blindados le pidió el ‘Cetme’ a un legionario. Inmediatamente lo montó y disparó a las ruedas del blindado, desinflándose al momento. Dijo que así no se podía salir a combatir al enemigo, ordenando inmediatamente que desde Las Palmas se enviase ruedas antipinchazos. No esperaba su Estado Mayor que le informase él en persona, pues comprobaba hasta el más mínimo detalle.
Personalmente comprobaba e inspeccionaba todas las operaciones y el desarrollo de estas. Se trasladó a Dakar, al cuartel general de las fuerzas francesas en el África Francesa, entrevistándose con el general Charles Bourgound, jefe de estas fuerzas para coordinar las operaciones que posteriormente se desarrollarían en el Sáhara español. Su incansable tarea de comprobar sobre el terreno las operaciones lo avalan en su cartilla de vuelo, donde le constan 296 horas de avión y 11 horas de helicóptero.
En la Operación Teide a bordo de un helicóptero comprobó el despliegue de las fuerzas españolas y francesas, divisando unos bultos en unos matorrales, avisando personalmente por radio a un teniente del batallón ‘Guadalajara 20’, ordenándole que comprobase dichos bultos del enemigo. El mencionado teniente le confirmó por radio que los bultos eran cadáveres del enemigo, por lo que le ordenó que se les diese sepultura.
Fue el artífice de conseguir eliminar de los 275.000 kilómetros cuadrados del Sáhara a las Bandas Rebeldes, pero contaba a su favor con una clara inteligencia, sabiendo coordinar la campaña del Sahara con notable estilo y éxito. Sobre su pecho portaba la ‘Medalla Militar Individual’ y otras condecoraciones como el ‘Valor Distinguido’. También era diplomado de Estado Mayor y dominaba el francés.
Como buen militar, el general Héctor Vázquez poseía un enorme sangre fría, incluso en los momentos de peligro. Cuenta la anécdota siguiente los testigos del hecho: “regresaba el general Héctor Vázquez de una misión a bordo de un avión Junkers del Ejército del Aire para comprobar una misión de nuestras fuerzas sobre el desierto. De improviso se produjo una explosión del motor derecho y uno de los trozos rompió el cristal de la ventanilla y pasó rozando la cabeza del general Héctor Vázquez. Este, sin inmutarse y con una gran serenidad exclamó, ‘¡señores un cigarrillo!’”. Así era este gran soldado.
Al final de su vida militar entregó a la patria 64 años, 4 meses y 21 días, con un gran sentido de amor a la patria, lo avala que en sus exequias fúnebres sobre su cadáver no figurasen las múltiples condecoraciones. En su esquela sencilla solo constaba, José Héctor Vázquez. Teniente general. Muerto en gracia de Dios y pensando en España.
Hombre preocupado por sus soldados, en su mandato de la Capitanía General de Canarias impulsó la formación de los soldados en promoción profesional. En uno de los cursos los carnets de especialistas llegaban a 209 soldados para incorporarse a la vida civil a varias profesiones. Emocionado, el general Héctor Vázquez les felicitó.
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