La historia de estos gatitos la escribió la periodista Silvia Vivancos, y no merece la pena cambiar nada porque creo que por mucho que lo intente no voy a poder mejorar en nada el texto, así que lo único que he hecho es cambiar las novedades que ha habido desde que se publicó esta historia, en el momento que se publicó eran cinco los gatos que faltaban por adoptar y ahora quedan tres, pero urge mucho la adopción de los que quedan por adoptar.
Pizca, Nala y Luna. Son tres gatos que hace unos meses perdieron a su ‘mamá humana’, a Carmen, una persona que los consideraba parte de su familia y que, tras su fallecimiento, dejó a sus ‘pequeños’ en manos de un destino incierto. Y es que desde ese momento pasaron, de ser unos gatos amados, mimados y protegidos, a ver transcurrir sus días entre cuatro paredes, las de una colonia en la que esperan que alguien les ofrezca la oportunidad de encontrar un nuevo hogar. Solo en una nueva familia podrán olvidar estos meses de soledad en un sitio extraño donde únicamente la paciencia y cariño de los voluntarios les está ayudando a superar los miedos que sienten por el radical cambio que han experimentado sus vidas.
Son jóvenes, entre dos y cuatro años de edad. Carmen los fue recogiendo de la calle o en respuesta a algún llamamiento desesperado de alguien que buscaba la mejor de las adopciones. Y ella lo era. Cariñosa, ofreciéndoles el mejor de los cuidados y atenciones y siempre dispuesta a seguir ampliando su ‘familia gatuna’. Y ello pese a las recomendaciones médicas de no seguir adoptando por sus problemas de salud o que se ‘deshiciera’ de alguno de ellos. Pero su amor por los felinos fue más grande y Carmen mantuvo a sus “niños”, como cariñosamente los llamaba, a su lado.
Pero ahora se ha tenido que despedir de ellos para siempre y Nala, Luna y Pizca se han visto solos sin saber el motivo de este drástico giro en su vida. Sus primeros días en la colonia fueron duros, para algunos aún lo sigue siendo. No saben por qué ya no están con ella, en sus calentitas camas y por qué ya no disfrutan de esa deliciosa comida que Carmen les ofrecía.
Buscan un nuevo hogar donde puedan superar la pérdida de Carmen, la persona que los trató como si de uno más de su familia se tratase. Para algunos, como Lukas (otro de los gatos de Carmen), el sueño ya se ha hecho realidad. Una familia de Barcelona se ha interesado por él y el pequeño ya ha viajado a la ciudad condal para encontrarse con su nueva vida, eso sí, lejos del resto de sus hermanos, que aún esperan tener la misma suerte que ha tenido LuKas, un gato atigrado de grandes ojos verdes. También Lola y Lisa han sido adoptadas.
Ya solo queda que Pizca, Nala y Luna también encuentre una persona que los adopten, ya que el tiempo apremia porque ahora mismo están en una habitación de la colonia y en breve tendrán que soltarlos porque ya no pueden continuar más tiempo ahí, y no se sabe si serán bien aceptados por los demás gatos. También se corre el riesgo de que se escapen de la colonia y terminaran en la calle, lo que sería un peligro para ellos ya que no están acostumbrado a esa vida y podrían terminar atropellados por un coche...
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