Categorías: Opinión

‘Gatopardismo’ en Irán

Tuvieron lugar las elecciones en Irán el pasado viernes día 14 de junio y guiados por un pragmatismo gradualista la satisfacción se expresa de forma generalizada en los medios por la victoria de Hasan Rohani, presentado como un moderado frente a sus adversarios. Aún se tiene memoria de la forma oscura en que en las elecciones de 2009 revalidó el poder Ahmadineyad, la gestión que hizo del mismo, su política de alianzas, las fracasadas gestiones en torno al programa nuclear y la virulenta retórica antioccidental y antiisraelí, sin olvidar la interesada agitación del avispero de Oriente Medio en Siria, Líbano e Irak. Durante dos legislaturas, la represión se ha abatido sobre la oposición, manteniendo a mucha gente en la cárcel por las protestas que contestaron su reelección; la presión misógina y machista ejercida en el seno de la familia y en la sociedad sobre la mujer siguen constituyendo la sustancia de la vida cotidiana; la incapacidad para convencer a la comunidad internacional de que el programa nuclear es de vocación civil y no de aplicación militar sigue siendo el escollo para levantar las sanciones. Todo un conjunto de factores que han hecho de la economía iraní un fiasco, con una moneda devaluada hasta un 80%, un porcentaje importante de paro (las cifras oficiales lo tasan en el 14%) y en el que la inflación llega al 30%. Un panorama nada halagüeño al que ha llevado al país el delirio atómico, la represión y la total ausencia de libertades.
Parece que el país no tiene en Rohani un líder fiable, sino tal vez el mal menor al que la oposición intentará explotar para enfrentarlo a las contradicciones del régimen de los clérigos. El nuevo presidente, hombre del régimen iraní, ya se destacó por su participación en las conversaciones dirigiendo la delegación de su país, que negoció, en su momento, con las autoridades europeas el programa nuclear, del que, en conjunto, no puede decirse que haya habido hasta ahora algún avance sustantivo, admitiendo el propio Rohani que, no renuncia al mismo, pero que se han cometido evidentes torpezas por parte iraní en las negociaciones.
Es obvio que las presiones económicas están dando resultados evidentes, pero nadie, según la oposición, debe hacerse ilusiones, debido al complejo entramado del poder de los clérigos, entre los que Jamenei tiene la última palabra y del que Rohani es el factótum. Las libertades políticas y civiles, la liberación de los presos y las actitudes y disposiciones del régimen en materia nuclear, además de su política exterior en la zona, serán la piedra clave de la arquitectura política del régimen, siendo lo demás juegos de sombras chinescas. Tal vez el líder máximo, Jamenei, haya leído El gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa y como Tancredi, el personaje de la novela, haya concluido que “para que todo siga igual, es necesario que todo cambie”.

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