La burocracia es, en tantísimos casos, la mejor de las excusas para no intervenir. Si además está en juego la vida de un animal, de un
gato o perro callejero, se evidencia más que nunca el pasotismo creciente que anida en Ceuta. Es lo que está sucediendo en el Parque Juan Carlos I. Allí, dentro de unas casetas de Alumbrado hay dos gatas. Una ha sido atropellada y presenta una lesión en la pata, asustada se ha escondido en el interior. Otra ha parido y se encuentra con crías cuyo número se desconoce. Ciudadanos que, por amor propio y cariño a los animales se han acercado a este punto, les están poniendo comida, pero no pueden acceder a las casetas para reconocerlas y, en el caso de la gata atropellada, poder curarle. Y es aquí cuando, algo tan sencillo se convierte en un problema. Una mujer, que acostumbra a atender a los gatos callejeros, ha llamado al
112 para buscar una solución al problema, que pasaría porque el responsable de dichas instalaciones abriera la verja para poder intervenir. No se ha dado respuesta. Al ser unas casetas eléctricas, ha hecho la misma gestión con la Empresa de Alumbrado: el resultado es el mismo, argumentan que es una cesión hecha a Iluminaciones Ximénez y no pueden hacer nada más que intentar contactar con esa empresa. Viernes, nadie interviene, nadie hace una gestión tan sencilla como abrir una puerta para salvar la vida y atender en condiciones a estas gatas y sus crías. Ahora les están poniendo comida, pero por el hueco en donde se les deja no se puede meter agua. Así que el tiempo que puedan continuar con vida no se puede concretar. El problema ha sido trasladado a la
comunidad gatuna que se ha topado con la misma falta de colaboración para facilitar el acceso. Son respuestas incongruentes pero comunes cuando se trata del mundo animal y de la atención a los que no tienen hogar. El maltrato animal también se da cuando no se actúa, no se interviene o se deniega la atención. Urge una solución pronta ante el riesgo de que gatas y crías mueran.