El garitón de Santa Catalina está en proceso de rehabilitación. Sería deseable que se recuperase también la contemplación del paisaje, una actividad natural de la época anterior a las pantallas, cuando el mar mostraba por si mismo que la tierra era redonda y los artistas pintaban al natural. ¿A qué distancia está el horizonte?…
El rosario de atalayas que ciñe el Monte Hacho fue tejido cuando el futuro de Ceuta se calculaba en millas y el avistamiento era crucial. Como cualquier punto del litoral donde se esperaban atunes y ballenas, o donde se temían embarcaciones hostiles. Hoy, los oráculos digitales han sustituido la agudeza visual de fareros y navegantes, abriendo al público en general los lugares de observación. Es la hora civil del paisaje.
Podría pensarse que quienes rodean la punta de Santa Catalina, o quienes se detienen en el Garitón a estimar distancias, lo hacen desinteresadamente, y sin embargo no es así. El ser humano consiste en moverse y en contemplar pensando. Cuando se abandonan esas actividades, se quiebra la salud, y el camino de su recuperación suele consistir en volver al ejercicio.
Una ingeniera informática, encadenada a despachos y pantallas, se curaba de la profesión paseando por Santa Catalina. Aquella tarde, se acompañó de libreta y lápiz para calcular a qué distancia de allí se juntaba el mar con el cielo.
Si el garitón estuviese a unos 100 metros de cota -El Hacho está a 200- de acuerdo con el teorema de Pitágoras, con el radio de la Tierra, con los grados de calor y la densidad del aire, entre 30 y 40 km estaría “el límite de la rueda”, que así llamaban los griegos al horizonte.