El debate en torno a la falta de limpieza en Ceuta ha estallado entre la clase política. Cualquier ciudadano que huya de la mentira confirma que el estado de las calles no pasa por su mejor momento: no solo están sucias sino que además huelen mal, algo que contrasta con el dinero público que se destina para conseguir precisamente lo contrario.
La postura que ante esto debe adoptar la clase política para solucionar de una vez por todas lo que está ocurriendo pasa por la responsabilidad. Algo que parece habérsele olvidado a quienes están abordando este asunto más parece que movidos por intereses personales que por el general de todos los ceutíes.
En el Consejo de Gobierno celebrado esta semana el Ejecutivo local fue claro a la hora de fijar posturas, resaltando que el futuro de la gestión de este servicio se llevará a Pleno para que sea motivo de debate entre los partidos sin olvidar que quienes aquí deben estar protegidos son los trabajadores.
El PSOE abrió el melón de la polémica este mismo sábado remitiendo su primera nota a los medios tras la convulsión política del gobierno de coalición frustrado por Ferraz sobre la que sorpresivamente aún no se ha posicionado. Y lo hizo para ofrecer algunos datos que no se ajustan a la realidad, tirando de populismos que en nada sirven para reconducir la situación crítica actual.
“Sólo hay un culpable de que la ciudad esté sucia: el Gobierno, que elaboró un pliego de condiciones en el que se limpian las barriadas una vez al mes, mientras la calle Independencia, qué casualidad, se limpia todas las mañanas”, dice el secretario general Juan Gutiérrez, quien a su vez es encargado general de Trace.
Sí es cierto que se limpia todas las mañanas la calle Independencia pero también se limpia con esa misma asiduidad la plaza de los Reyes, la de África o la plaza de España además de la calle Real.
Si se quiere hacer populismo soltando perlas para aludir a limpiezas por núcleos residenciales donde viven políticos, el PSOE escupe hacia arriba porque todos los ceutíes saben quién vive en Independencia pero también quién vive en la calle Real.
Son dardos tan ridículos y pueriles cuando se está hablando de algo tan grave que no parece ser el estilo más adecuado para estar a la altura del problema que estamos sufriendo toda la ciudadanía.
La fórmula para solucionar esto pasa primero por respetar a quienes trabajan, buscar la gestión más acorde para mejorar la situación de las calles y sortear las presiones y amenazas de huelgas y paros que siempre amenazan el buen funcionamiento del servicio.
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