Primeramente, ofrezco mi sincero pésame a la familia del entrenador Hussein Ahmed, que falleció el 1 de marzo y al cual le fue ofrecido 1 minuto de silencio en los partidos de esta última jornada.
Desgraciadamente, terminamos el fin de semana con muchas preguntas sobre el futuro del fútbol en Ceuta. ¿Lo que pasó fue algo atípico o sería reflejo de lo que verdaderamente está pasando en nuestra ciudad? ¿La ilusión del fútbol fue sustituida por la extrema competitividad?
Lo que comparto aquí no fue algo que he leído o escuchado. Se trata de situaciones en las que estuve in situ, sintiendo de cerca el dolor y la emoción del momento.
Empiezo por el partido de mi niño mayor. Un partido difícil, que yo, como madre, conociendo su historial, me sentío bligada a avisarle. –¿Hijo, estás preparado emocionalmente? Sabes que vas a jugar poco tiempo hoy. Y su respuesta fue, “sí, ya lo sé mamá”. Lo que realmente nuestra familia no esperaba, es que él jugaría apenas 2 minutos y medio. Sí, es exactamente lo que estás pensando, un niño de 11 años no pudo jugar 3 minutos completos en un partido que dura 50 minutos.
Cual fue nuestra indignación, que mi marido, al hablar con el entrenador y decirle que él comprende su lugar, pero que debería de gestionar mejor el tiempo para que todos los niños puedan jugar. La respuesta del entrenador fue: “Mira, mejor no lo traigas más.”
Saliendo de allí, directamente fuimos a otro partido. Donde me encontré a una madre que pasaba por lo mismo que yo acababa de pasar. Ella, llena de expectativas para ver a su hijo jugar, ya faltando pocos minutos para terminar el partido, lo veía llorando en el banquillo. Se trata de un niño de apenas 7 años que quería jugar, divertirse y disfrutar con sus amigos. Pero su entrenador le sacó solamente en los últimos cinco minutos.
Mi marido es entrenador y yo sé que no es una situación fácil de estar en este puesto. Muchos padres no valoran las horas que estos entrenadores dedican a nuestros hijos. Sé que lo hacen por amor y les agradezco por esto. También sé que es normal que los niños con menos nivel jueguenmenos. Pero, eso va mucho más allá del rendimiento. Es mala gestión de tiempo, falta de consideración y de saber lidiar con niños. Es quitarles la ilusión y sobreponerles una carga más pesada de la que deberían de cargar.
El fin de semana aún no había terminado, y, mientras veíamos otro partido de alevines, presenciamos un ataque discriminativo por parte de un grupo de niños en la grada. Un insulto que no merece ser repetido. Un niño lleno de ilusión, haciendo su jugada, escucha palabras que le destrozan el corazón. Es el bullying presente en el deporte y no podemos considerarlo como normal.
Salí de allí profundamente triste y decepcionada. ¿Será el fútbol todo lo que he visto este fin de semana?
Por fin, ya pensando que no podían pasar cosas peores, nos despertamos el domingo con la noticia de que los partidos de esta jornada habían sido cancelados porque un árbitro fue agredido en campo por jugadores cadetes, de aproximadamente 15 años.
¿Qué está pasando? ¿Qué están enseñando a nuestros niños? ¿Cuáles son los valores verdaderamente importantes en este deporte? ¿Dónde están los padres que se van a levantar y decir “basta ya” a todo eso?
Mientras esperamos respuestas, actuemos y empecemos de una vez por todas a trabajar para un futuro mejor para el fútbol de nuestra ciudad.
No cambio ninguna coma el fútbol esta perdiendo su esencia y hablo como entrenador.
Si los entrenadores en vez de perder dinero por si trabajo, se vieran gratificado a lo mejor se harían mejor las cosas. Hay de todo, también está el típico entrenador que recoge a tu hijo y lo devuelve a casa y se pega dos horas con el, mientras la madre se va con las amigas, o al bingo y el padre a beber cervezas.