El Sindicato Independiente del Servicio Exterior del Estado (SISEX) y la Junta de Personal de Marruecos han mostrado su apoyo al funcionario que se vio implicado en un desencuentro con guardias civiles en la frontera, que ha dado pie a la apertura de una información por parte de la Comandancia, y de cuyo contenido informó la AEGC a este periódico.
En un mensaje trasladado a la web de El Faro muestran su “estupefacción” por este incidente, negando que su compañero faltara al respeto a los agentes de la Benemérita y puntualizando que, además de ser miembro del sindicato, es un funcionario al servicio del Estado y “como tales, somos garantes en todo momento de la legalidad de sus actuaciones”.
Niegan que se identificara o hiciera gala de ser un diplomático, chocando su versión frontalmente con la recogida por los guardias civiles en la denuncia que elaboraron el día del incidente y que respalda y sigue respaldando la Asociación Española de la Guardia Civil.
“Dicho funcionario presentó en su día una reclamación ante la Delegación de Gobierno, la Comandancia de la Guardia Civil de Ceuta y otras instancias”, informa el sindicato, dando a conocer una versión de los hechos en la que la balanza del trato despectivo no está inclinada en su lado, sino en el de la Benemérita.
Según la versión dada por quien dice ser el afectado y reflejada en la denuncia que ha presentado y que se ha facilitado a este medio, el día de los hechos retornaba a Tetuán desde Ceuta, conduciendo su vehículo “con matrícula marroquí, que identifica al personal administrativo del Servicio Exterior y que se significa por su color amarillo”, expone en la queja presentada.
“A la altura del cruce de la carretera N352 con la subida al Hospital Universitario de Ceuta, se ha instalado recientemente un desvío que obliga a los vehículos que se dirigen a la frontera a desviarse a un parking donde se les proporcionan un número según sean residentes, turistas o comerciantes, obviándose por supuesto que otro tipo de vehículos (coches fúnebres, diplomáticos, oficiales, etc..) puedan en su caso dirigirse a la frontera.
Por supuesto no existe ninguna señalización y aún menos explicación en la carretera de que esto sea así, ni informándose sea de forma verbal o a través de trípticos de las nuevas normas a cumplir. El conocimiento que de ello se tiene es únicamente verbal”, expone.
“En dicho cruce solicité al agente poder proseguir, mostrando para ello mi pasaporte de Servicio y señalando mi matrícula, tal y como me han indicado algunos compañeros que venían haciendo lo propio sin problema alguno. El agente se negó a ello, me dirigí al aparcamiento, me proporcionaron un papelito color naranja, esperé escasos minutos, y emprendí mi camino hacia la frontera.
Enseñé el papel al agente y continué”, añade. “Al penetrar en la frontera vi, en la actitud de siempre, a dos miembros de la Guardia Civil que en ningún momento me dieron el alto de forma reglamentaria, a no ser que la señal de alto pueda ser un leve movimiento de mano de sentido más que equívoco que, por cierto, ni mi esposa ni yo, vimos.
Tras cuatro años cruzando por dicho puesto no me percaté de otra cosa que no fuera la actitud vigilante de siempre. Proseguí la marcha y a unos 20 metros, al mirar por el retrovisor, veo a dos guardias civiles corriendo hacia mi vehículo, procediendo a detenerme inmediatamente y bajar la ventanilla”, añade en su queja.
Por supuesto, evitó el saludo reglamentario, la más mínima norma de cortesía, la identificación y el motivo de la detención. Si bien mi esposa se alteró por la actitud del agente, solicité me aclarase si había cometido alguna falta, obteniendo como respuesta una serie de gritos sobre una orden de alto (que nunca existió), la obligación de entregar el papelito a una señorita (insisto, no existe indicación de ello) y ordenándome dar marcha atrás y aparcar en el carril contiguo.
Le hice ver que si daba marcha atrás golpearía al vehículo de atrás, a lo que gritó que me metiese en el carril. Al dar marcha atrás, el vehículo posterior hizo sonar insistentemente su bocina, dándose cuenta el agente de la incongruencia de su orden y arreglando la situación. Una vez en el carril, me pidió la documentación del vehículo y el DNI (curiosamente el agente no me solicitó el carné de conducir, a pesar de encontrarme a los mandos de un vehículo).
Le entregué lo solicitado y también mi pasaporte de Servicio haciéndole conocer su significado, ante lo cual mostró no sólo su total desconocimiento, sino su total indiferencia”, sentencia. El afectado añade que se llevó la documentación “y gritando manifestó que iba a realizar la denuncia e imponer las multas.
Como quiera que lo vi desaparecer en dirección a las garitas con mi DNI y Pasaporte de Servicio, le recordé a su compañero (quien permanecía al lado del vehículo en actitud de vigilancia cual si fuésemos peligrosos delincuentes prestos a la fuga) que, reglamentariamente, no podían llevarse mi documentación, que esta debía permanecer siempre a mi vista y debía proceder a la toma de datos y redacción de la denuncia o denuncias en mi presencia.
Al parecer, o desconocía tal aspecto del reglamento o, voluntariamente, lo obviaba. El compañero lo llamó, el volvió con la documentación y volvió a increparme con una serie de gritos y amenazas que, dado mi estado de nerviosismo a esas alturas, no me acuerdo”, reseña.
En un momento dado, le comenté que curiosamente, el trato al otro lado de la frontera por el pasaporte y matrícula que portaba, era mucho mas correcto, a lo que respondió a voz en grito (y apelo de nuevo a las cámaras) “que yo vivía en un país dictatorial y estaba acostumbrado a ello
Todo esto mientras ciudadanos marroquíes pasaban de un lado a otro y, de paso, pretendiéndome ofender. Tras todo esto, y avisando que ya nos llegaría la multa y la denuncia (sospecho que al domicilio que consta en el DNI, donde no resido actualmente), nos dejaron proseguir la marcha.
A nuestra llegada, mi esposa tuvo que ser atendida por un ataque de ansiedad y nerviosismo, cuyo parte original conservo para presentar cuando sea requerido”. El afectado ha reclamado que se adopten las medidas disciplinarias pertinentes contra los agentes de la Guardia Civil denunciados, “al tiempo que la superioridad dicte las órdenes pertinentes para que los funcionarios portadores de un pasaporte de servicio no seamos tratados de forma tan grosera, antirreglamentaria y denigrante como fui tratado.
El portador de un pasaporte de servicio tiene, por su cargo, muchas obligaciones, pero también el derecho a una consideración que en este caso no se tuvo”. En el escrito dirigido a este periódico se denuncia que no se ha contrastado “o comprobado las muchas denuncias presentadas por el agente y que nunca han prosperado”, dice que se ha dañado al Cuerpo y que “sentimos profundamente que muchos agentes estén enfadados por haber sido ‘pillados’ por Hacienda cuando alegaban vivir en Ceuta y pasaban mas tiempo en la Península”. Insiste además que este caso pone de relieve “la nula información dada por la Delegación sobre el nuevo sistema de acceso a la frontera”.
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