El Tarajal se ha convertido en una gran olla a presión. La asfixia es cada vez mayor. Nadie recuerda en el actual panorama la línea fronteriza de hace unos meses.
Hoy todos los días hay colapsos, el tránsito entre España y Marruecos causa rechazo, las consecuencias de unos criterios cambiantes según la jornada o según el turno tendrán unas consecuencias demoledoras.
¿Qué criterios se siguen?, ¿por qué un día se permite la entrada a personas con pasaporte y otras solo se filtra el acceso de los que presentan seguro y ejercen de trabajadores transfronterizos? ¿Hasta qué punto es legal impedir a una persona su entrada solo por su apariencia o porque a ojo del agente en cuestión su vehículo no cumpla con las condiciones para transitar en nuestra ciudad?
Las redes están repletas de testimonios de marroquíes que protestan por esta situación pero también de ceutíes afectados directamente por lo que está ocurriendo.
A este medio llegan a diario decenas de mensajes solicitando información que aporte una luz sobre los criterios aplicados en una línea fronteriza que se ha convertido en la más anómala de todas.
A los vacíos que tiene en seguridad debido a la falta de inversiones y a lo obsoleto de su infraestructura, se añaden ahora las decisiones tomadas para dominar, ya demasiado tarde, el descontrol consentido.
En la tarde del viernes se repitió uno de tantos encontronazos entre ciudadanos marroquíes y agentes. Este tuvo de protagonistas a guardias civiles, en otras ocasiones son los funcionarios marroquíes los que ejercen este papel.
Un matrimonio quería entrar a Ceuta para comprar, su vehículo fue advertido por la Benemérita como no apto para permitir su entrada. Después de tres horas en la cola, el intercambio de palabras llegó a mayores y el súbdito marroquí terminó siendo detenido por resistencia y dos delitos leves de lesiones. Ayer en el juzgado se le condenó al pago de 900 euros por el primero de los delitos y otros 300 por los siguientes.
No es un caso aislado. Como este incidente se repiten a diario varios más. Hasta la Audiencia deja claro en los casos que le llegan la situación de tensión en la frontera porque los juzgados no son ajenos al caos que impera en esta línea.
Los rechazos que hace España cumpliendo órdenes políticas dejan en el camino a personas que quieren comprar en la ciudad y se les impide el paso.
Pero Marruecos incurre también en otras incongruencias al mezclar en las largas colas a trabajadores con seguro, porteadores, turistas, ciudadanos que vienen a visitas médicas...
Las consecuencias de estas situaciones ya se notan: ha habido despidos de trabajadores marroquíes, los comerciantes denuncian que han perdido a sus clientes extranjeros, la presión entre las filas de las fuerzas de seguridad es tan elevada como el hartazgo por estas situaciones...
Y en el extremo quedan las protestas de los empresarios del Tarajal que ven cómo va a más la caída de importaciones de mercancías o cómo el ‘Tarajal II’ solo sirve para plataforma de bultos de las naves de dueños marroquíes.
Cada vez es mayor el volumen de mercancías que salen por Melilla en vez de por la frontera, en una situación que empezó siendo anecdótica pero que, hoy por hoy, se ha convertido en tradicional.
Sale más rentable sacar mercancías de Ceuta a la península y de allí a otra ruta que hacerlo directamente por Tarajal.
Y de trasfondo, la siempre delicada relación con el vecino país que, de ser puesta en riesgo, podría conllevar situaciones desastrosas para la ciudad.
La inmigración clandestina, la lucha contra el terrorismo, el contrabando de hachís... son temas que asoman sobre una pirámide que se sustenta en una amplia base traducida en la gestión sobre determinados problemas que se le exige a Ceuta.
Y entre esos problemas está la mercancía, el tráfico de bultos, un asunto sobre el que el vecino país también está tomando medidas y sobre el que exige posicionamientos claros a las autoridades españolas.
Hace unos días el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, pedía silencio en torno a las gestiones fronterizas. ¿Hasta cuándo?
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