La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) ha alertado del aumento de la peligrosidad en las rutas migratorias, con casi 600 personas fallecidas o desaparecidas en un año intentando alcanzar las costas españolas. El Balance Migratorio 2019 recoge el trabajo llevado a cabo por la entidad, que denuncia la vulneración de los derechos humanos en un periodo en el que el Gobierno de la Nación se jacta de haber conseguido la reducción a la mitad de las llegadas de inmigrantes. Esa reducción se fundamenta, dice, “en la subcontratación de la represión por parte de Marruecos y el despliegue de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, Frontex”. En su informe se recogen datos específicos de Ceuta y Melilla.
Un ejemplo es el número de personas llegadas a la Frontera Sur en 2019: 33.261 en total de las que por mar han sido 26.916 y por tierra 6.345. En el caso concreto de nuestra ciudad, por vía marítima llegaron el pasado año 684 personas a bordo de 85 embarcaciones mientras que por vía terrestre lo hicieron 1.930.
En cuanto a la nacionalidad, se ha producido un incremento “sustancial” de llegada de marroquíes, en su amplia mayoría varones. De igual forma se ha producido un aumento de menores, acompañados o no, cuya llegada se ha incrementado en un 30%. Destaca de estas travesías el empleo de medios “muy precarios” lo que estaría directamente relacionado con la proporción de fallecimientos. La ruta más trágica ha sido la del Mar Alborán, en donde murieron o desaparecieron 262 personas de las 585 contabilizadas. Le sigue la ruta canaria, con 200; el Estrecho, con 65 y la ruta de Levante, con 58.
Rutas trágicas y mucha represión en Marruecos
Trágicas son las rutas, pero también el modo en que tienen que desarrollarlas. La APDHA no ha obviado en su informe la crítica a la “subvención de las prácticas de violencia, maltrato y muerte en Marruecos” sobre todo con los subsaharianos, a los que les impiden vivir en las ciudades del norte del país y sufren continuas redadas y deportaciones sin conocer siquiera su origen, así que pueden ser devueltos a cualquier otro país.
“El descenso de llegadas, de 64.120 personas en 2018 a 33.261 en 2019, responde al apoyo de la UE a Marruecos con 140 millones para el control migratorio, la financiación para la compra de centenares de vehículos todo terreno (384), y a la instalación en el lado marroquí de la frontera de una triple hilera de concertinas”, denuncia la asociación.
Además, el reforzamiento de Frontex ha traído como consecuencia, apuntan, “la militarización de los rescates y la merma en las funciones de Salvamento Marítimo, un servicio público que tenía como objetivo garantizar el derecho a la vida. Ello, en paralelo al hecho de haber dejado en manos de Marruecos el rescate de embarcaciones en su zona SAR (Search and Rescue) ‘en condiciones absolutamente precarias’, ha provocado el incremento en términos relativos de las personas que han fallecido intentando alcanzar España”.
Son personas, no solo números
La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía insiste en que “las personas migrantes no son sólo números”, y exige “cambiar sobre unas políticas destructoras de derechos humanos, que obligan a que cientos de personas pierdan la vida cada año debido a la ausencia de vías seguras para migrar, con condiciones infrahumanas, sin posibilidad de cerrar nunca el ciclo de la tragedia”. Es un sufrimiento, añaden, que se prolonga más allá, evidenciado en la imposibilidad para los familiares de despedir con un mínimo de dignidad a sus seres queridos, se topan con trabas burocráticas infinitas y la falta de coordinación entre administraciones.
Además, en el análisis de su balance anual, la organización señala que los procesos migratorios son complejos y critica la falta de transparencia, criterios y acceso a los datos del balance quincenal del Ministerio del Interior, que “promueven por la desinformación un análisis simplista y confuso, caldo de cultivo para los discursos de odio, el racismo y la proliferación de estereotipos, en especial con la infancia migrante que viaja sin referentes familiares adultos”.