El ceutí Luis de la Corte, miembro del Consejo de Dirección del Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad de la UAM y experto en áreas como yihadismo e inmigración, augura en un informe que “de no producirse algún cambio importante e imprevisto” los problemas que afectan de manera sangrante a las fronteras de Ceuta y Melilla “seguirán activos en el futuro”. En un capítulo dedicado de manera íntegra a las fronteras terrestres de las dos hermanas, De la Corte hace una radiografía detallada del valor estratégico que tienen las dos únicas fronteras terrestres que tiene Europa en África y recalca que “mientras perdure el cierre parcial de las otras rutas mediterráneas de inmigración hacia Europa, las dos fronteras españolas en el norte de África seguirán viéndose sometidas a una presión migratoria considerable, multiplicando el número de inmigrantes llegados a sus perímetros, las intrusiones irregulares, las avalanchas o asaltos masivos y el resto de problemas derivados de las entradas ilegales”, expone.
Indica además que, en cuanto a la dimensión de la movilidad transfronteriza, determinadas por factores sociales y económicos y por los altibajos de la relación con Marruecos, “tampoco se vislumbran muchas posibilidades de cambio. Al menos a corto y medio plazo, los problemas de tránsito en la frontera perdurarán, agravando seguramente la situación económica de las dos ciudades, sobre todo si Marruecos no altera para mejor su política relacionada con la gestión fronteriza”, completa.
“Si se quiere evitar que todo siga igual o vaya a peor, las autoridades españolas deberán adoptar nuevas medidas que ayuden a mejorar la situación de las fronteras terrestres”, explica.
Y detalla cuáles son, aunque algunas ya están llevándose a cabo o forman parte de las actuaciones planteadas a nivel de Interior. De la Corte habla de adoptar con mayor urgencia acciones que promuevan la mejora de las capacidades de “control, vigilancia, contención y gestión de los puestos fronterizos, lo que implica modernizar sus instalaciones, incorporar medios técnicos sofisticados como escaneado de vehículos para detectar la ocultación de personas y mercancías, amén de ampliar los efectivos policiales destinados a su gestión”. Igualmente reclama como “imprescindible” el desarrollo de herramientas jurídicas y directrices claras que ayuden a “compatibilizar los objetivos de reducir las entradas ilegales y proporcionar una acogida y trato dignos a todos los inmigrantes, incluidos los llegados por vía irregular y los solicitantes de asilo”.
“Obviamente estas actuaciones deben ser complementadas con otras que vayan al fondo de los problemas, pasando por la actitud de Marruecos hasta llegar a las limitaciones del sistema de desarrollo económico todavía vigente en las dos ciudades”.
Los problemas derivados de la situación de ambas ciudades
En su informe sobre las fronteras de Ceuta y Melilla, De la Corte se refiere a la “población temporalmente cautiva” que se da en ambas ciudades y que está formada por los “inmigrantes irregulares y solicitantes de asilo que deben permanecer durante meses, sin poder pasar a la Península ni implicarse en una ocupación legal”. De esta situación se ha derivado un “problema casi crónico” de saturación en los CETI así como una “sobreocupación y frustración” resultante de las situaciones de tensión por pasar a la Península. “Las facilidades de acceso que disfrutan los ciudadanos marroquíes empadronados en Tetuán y Nador han aumentado los gastos sanitarios”, añade, “al propiciar que acuden a sus servicios de urgencia, derivando esto en un aumento de nacimientos en Ceuta y Melilla”. Más destacado resulta la potenciación de los MENA, cuyos primeros casos datan de 1995 pero cuya afluencia se dispara en 2014. “Una parte de ellos se niega a acatar las normas de los centros y optan por deambular en los puertos y en la calla, exponiéndose a la delincuencia y a las drogas, contraer enfermedades y alimentan una sensación de inseguridad”. Los problemas de acceso a Ceuta y Melilla tienen “un impacto económico directo y negativo” sobre las ciudades.
Un tratamiento específico a la complicación del tránsito fronterizo y en la economía
De la Corte reclama, a corto plazo, que es necesario dar un “tratamiento específico a las complicaciones del tránsito transfronterizo, mientras que a medio plazo hay que buscar alternativas viables al actual modelo que sostiene la economía de Ceuta y de Melilla, demasiado dependiente de un comercio irregular que es difícilmente controlable y que tampoco está exento de perjuicios”.
Redoblar los esfuerzos para comprometer a Marruecos en más colaboración en frontera
La situación de las fronteras de Ceuta y Melilla, dice De la Corte, aporta “una razón más para avanzar en algunas de las líneas generales de acción propuestas en la Estrategia de Seguridad Nacional. Han de potenciarse aquellas acciones que vayan dirigidas a prevenir, ordenar y controlar los flujos migratorios irregulares, tratando de actuar sobre ellos en los países de origen y promoviendo políticas de inmigración y asilo más eficaces en el seno de la UE”. Es esencial, indica, aumentar los medios de lucha contra las redes y redoblarse los esfuerzos para comprometer a Marruecos en una política de mayor colaboración en la gestión de las fronteras de Ceuta y de Melilla”.
La situación de las fronteras dependen de la cooperación de Marruecos
Las fronteras de Ceuta y Melilla son entendidas como una “fuente de tensiones” derivada de sus “características intrínsecas y su condición de puerta de entrada”. De la Corte alude a los flujos comerciales que mantiene España con Marruecos, que mueven millones y que encuentran en las dos fronteras una vía clave de tránsito comercial. En cuanto a la dificultad de gestión en ambos pasos se destaca el “carácter obsoleto de sus infraestructuras y la escasa inversión en medios técnicos y humanos”, además de la nula inversión para avanzar en la mejora. Destaca también De la Corte, que la eficacia a la hora de gestionar las fronteras está condicionada por el “comportamiento y actitud de las autoridades de Marruecos y el funcionamiento de sus propios puestos fronterizos. Los controles establecidos en esos puestos se ven seriamente lastrados por el alto nivel de corrupción reinante entre los agentes de frontera marroquíes, cuya escasa remuneración estimula el cobro de tasas ilegales a las porteadoras involucradas en el comercio atípico y les vuelve vulnerables a posibles sobornos ofrecidos por traficantes. Los altibajos de las relaciones diplomáticas entre ambos países permiten a Marruecos poner de manifiesto hasta qué punto la situación de las fronteras de Ceuta y Melilla depende de su cooperación”.
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