Categorías: Opinión

‘Frau Nein’

A la canciller alemana Angela Merkel podríamos llamarla ‘frau Nein’, haciendo un paralelismo con el apelativo de ‘Mister Niet’, que se ganó el que fuese ministro de Exteriores de la URSS, Andrei Gromiko, porque en todos los debates del Consejo de Seguridad de la ONU su respuesta era siempre la misma, ‘no’. Pues bien, por mero interés electoralista, Frau Nein dio no hace mucho un golpe bajo a las pretensiones de dos grandes de la aeronáutica europea y mundial, EADS y BAE Systems, al imponer su negativa a la fusión de ambas. Con este no rotundo y además sin justificación alguna que lo avalase, Frau Nein consiguió que no saltase al mercado internacional una empresa de gran desarrollo tecnológico, que hubiese sido capaz de competir con Boeing por los grandes contratos en Washington. Una vez más, la visión cortoplacista de la canciller ‘Nein’ ha restado fuerzas a un importante proyecto europeo.
Días atrás, Frau Nein vertió el jarro de agua fría sobre las expectativas de unión bancaria para la zona euro, al pisar a fondo el pedal del freno y dilatar el proceso al año venidero sin fecha fija. No contenta con el pasmo de los demás, arrojó hielo aclarando que no habrá apoyo a aquellos países que con cargo a sus haciendas, se hubiese ayudado a la banca en crisis, es decir, ‘nein’ a la capitalización directa de los bancos por la UE  a través de la supervisión de una autoridad única ejercida por el BCE. Al ya de por si exasperantemente lento funcionamiento de los mecanismos de decisión europeos, se suma ahora el entorpecimiento de este pesado blindado surgido de la extinta, fría y oscura Alemania Oriental. Por un lado, nos encontramos con la voluntad férrea de una líder europea, que piensa más en clave interna por provecho propio que en interés de la Unión, negándose al control único por parte del BCE mientras que, por otra parte, intenta congraciarse con Londres utilizando la Autoridad Bancaria Europea, que ha demostrado no servir para gran cosa, simplemente porque tiene su sede allí. Un fiasco por duplicado.
Esta situación supone un revés para España y la condena, no se sabe por cuanto tiempo, a ser el campo idóneo sobre el que, como la plaga de langostas del Egipto bíblico, regresen los movimientos especulativos sobre la deuda, incrementando los tipos de interés que estrangulan los presupuestos del Estado en su conjunto. La atonía de la Bolsa y la paralización general de la economía con su secuela de mayores cotas de paro y desesperanza para un número creciente de población serán la consecuencia inmediata. No estaría de más reflexionar sobre el liderazgo europeo, la burocracia de Bruselas y los difíciles equilibrios con los que tiene que lidiar un país y un Estado como el nuestro en el contexto de la UE. No creo que ‘Frau Nein’ sea el tipo de líder que nuestra Europa necesita, porque, además de hacer gala de un dogmatismo que se está demostrando realmente inútil para estimular la economía, criticado en los últimos días también por el FMI, antepone su propia agenda política a lo conveniente para muchos millones de ciudadanos.  La Europa que a ellos debería pertenecer desaparece lentamente en el usillo de la oscura y mastodóntica burocracia enrocada en la capital de Bélgica, lejana e impermeable al clamor de la calle, que tomando decisiones tan graves en ocasiones como las que nos ha tocado vivir, no tienen para ello un mandato expreso de los ciudadanos. Éstos comprueban con asombro cómo los políticos siempre tan cautos a la hora de anunciar desastres para no mermar su ya deteriorada imagen, han echado mano de discursos apocalípticos para apretarnos el cinturón a la altura del cuello.
La crisis tendremos que afrontarla como hasta ahora hemos hecho los españoles, con toda su cuota de enormes sacrificios e injusticias sufridos para sacar a nuestro país adelante, y no las virtuales ayudas de unas instituciones que no hacen justicia al nombre de Unión Europea. Cuanta menos ayuda necesitemos mejor, porque de esa forma habremos superado toda la impostura política e institucional de una Europa convertida en ring, donde impone su ley el peso pesado de turno a los de categoría inferior. Nuestras preferencias deberían ser nuestros países vecinos y aquellos de la misma matriz cultural que el nuestro y, en este sentido, crear un arco de países mediterráneos para hacer frente de nuevo a la apisonadora alemana no sería una idea peregrina. Al igual que el político Lord Palmerston lo dijo de Inglaterra, deberíamos asumir para nuestro país que España no debería tener ni amigos ni enemigos permanentes, sino intereses permanentes. Tal vez así, con ese fiel pragmático para el conjunto de nuestra política exterior nos fuese mejor que ahora.

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