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Fotógrafos en la historia de Ceuta

Seguro que a los pocos años del invento de la fotografía, en enero de 1839, por François Arago, algún fotógrafo plasmó con su cámara los paisajes y la gente de Ceuta, pero con los datos que tenemos en estos momentos no ocurrió hasta mediados del siglo XIX por el fotógrafo pintor malagueño Enrique Facio.
      La obra de Facio en nuestra ciudad, como la de tantos otros oscuros y olvidados ambulantes, compañeros de viaje de mercheros y santeros, fueron tituladas “Oficiales de Bailén”, “Oficiales de Soria”, “Vistas del Hacho de Ceuta”, “Ofíciales de Mallorca”, “Serrallo en Ceuta” y “Oficiales de Aragón”. Posteriormente se trasladó a Tetuán (Marruecos), realizando, sobre todo retratos. La Guerra de África (1859-1860) convirtió a Ceuta en el centro de operaciones de los diferentes destacamentos que luchaban en los frentes de guerra.
      Este interés, tal vez, se vio influenciado por el general O'Donnell, a veces más político que militar, quien organizó la propaganda con diferentes fotógrafos y escritores como el popular periodista Pedro Antonio de Alarcón, autor de un testimonial libro, "Historia de un testigo en la Guerra de África", donde se puede apreciar la incipiente utilización de la fotografía. Debajo de las ilustraciones se indica “De fotografía”. A últimos del siglo XIX el fotógrafo Manuel Companys realizó en una cuidadosa edición una selección de imágenes que tituló Ejército expedicionario en África 1893. Estas imágenes fueron publicadas con posterioridad en varias prestigiosas revistas dedicadas a grandes reportajes como Blanco y Negro, La Revista Moderna o Nuevo Mundo.
      El fotógrafo escocés Georges Washington Wilson estuvo en Ceuta a finales del siglo XIX y su producción imponente no está exenta de calidad, como lo demuestra su fondo archivístico con más de 40.000 placas. No todas están catalogadas y otras han desaparecido o se encuentran en estado de restauración. En 1954, la Universidad de Aberdeen (Escocia) se hizo cargo del material fotográfico, llevándose a cabo un estudioso y concienzudo trabajo de su fondo, fechándolas y clasificándolas.
      Las placas realizadas en Gibraltar son las numeradas del 60.000 al 60.067, en las que se incluyen vistas generales del Peñón y su población desde tierras españolas, playa del Campamento, Algeciras y los fuertes de San Felipe y Santa Bárbara, en La Línea. Otro importante conjunto, el más numeroso, lo forman las fotografías del camino perimetral del Peñón, marcadas por los bellos y espectaculares acantilados. Los viajes por Andalucía comprenden imágenes de Algeciras (5), San Roque (10), Castellar (6), Jimena (3), Gaucín (2), Ronda (2), Zahara de la Sierra (1), Álora (1), Alhama (3), Vélez-Málaga (1) y Málaga (4).
      Días más tarde desembarcó en Ceuta, realizando un total de seis títulos: Espigón de África, Monte de los monos, tres fotografías de las Murallas Meriníes, tema muy apreciado por Wilson en busca de las huellas arquitectónicas, y Vista general de la ciudad. Están numeradas del 60.077 al 60.082. Las imágenes de esta serie son de un singular valor histórico, tanto por las realidades que capta, como por la forma tan personal de registrarlas, unas fotografías realizadas en un viaje de ida y vuelta a lomos de mulas y barco. También se desplazó a Marruecos, fotografiando las ciudades de Tetuán y Tánger, sobresaliendo su gran interés por los retratos de personajes, sobre todo de familias hebreas y su forma de vida. En 1893 fallece Wilson, dejando a la empresa un amplio archivo, pero por diversas circunstancias quebró y en 1908 desapareció como tal, pasando los fondos a sus herederos, hasta que en 1954 fueron entregados a la Universidad de Aberdeen (Escocia), donde hoy en día se conservan.

Fotógrafos ambulantes

En la última década del siglo XIX se produce la visita a Ceuta de numerosos fotógrafos como el madrileño Edgardo Debas en 1888 o A. Ciaran hacia 1895, del que poseemos varios retratos. Está claro que ninguno de estos fotógrafos transeúntes pareció sentir el más mínimo interés por los tipos humanos. Así, la imagen de Ceuta que nos han dejado se limita a la desnuda estampa de plazas, calles y monumentos, siguiendo así la tendencia de sus contemporáneos, más interesados en mostrar el aspecto físico de la ciudad. Este es el caso de Almela y su hijo Luis, que tenían instalado su estudio en la capital hispalense en la calle San Luis. En 1890 se desplazaron a Ceuta y lanzaron un reportaje del cual tan sólo poseemos una vista panorámica de la plaza de África, que sirvió para ser reflejada en la revista La Ilustración Española y Americana. El gaditano Rafael Rocafull fue otro gran fotógrafo transeúnte que trabajó en Ceuta hacia 1895. Pasados algunos años se asocia y sus fotografías vienen firmadas como Rocafull y Cía. Procedente de Cataluña, hacia 1895, tenemos a Gonzalo Casas. De principios del siglo XX tenemos las referencias de los fotógrafos A. Marcucci y Marcelino y Cía. Tras la ocupación militar de Marruecos por España, por el general Felipe Alfau, quien ocupaba la Comandancia General de Ceuta, se producen numerosas visitas al Protectorado y, por lo tanto, Ceuta sirvió de base para muchos fotógrafos peninsulares como Alfonso Sánchez, José Campúa, Ortiz-Echagüe, Ramón Alba, Díaz Casariego o Francisco Goñi, entre otros.

Homenaje a Estudio Arbona,
la asignatura pendiente

Se   han realizado por parte de la Consejeria de Cultura, exposiciones de fotógrafos que trabajaron en Ceuta, incluso se adquirió, afortunadamente, el fondo del estudio de Calatayud. Pero nos queda una asignatura pendiente: la realización de un libro con la historia del Estudio fotográfico Arbona. Según con los datos que hoy poseemos, el precursor de esta saga, Luis Arbona, se instaló en Ceuta a finales del siglo XIX y más de un siglo después continúa actualmente sus descendientes . Hasta no hace mucho al pasear por la calle Real y antes de llegar a la Iglesia de los Remedios, te topabas en su local con un pequeño escaparate en el que se podía ver alguno de sus excelentes retratos. Allí estaba la sociedad ceutí, eran maestros de las líneas definidas y las formas, sus retratos trasmitían credibilidad.
      En primer lugar se instaló en la calle Mendoza. Años más tarde se asoció al también fotógrafo Ángel Vidal, pero esta unión tan sólo duró unos años. De Arbona nos han llegado referencias acerca de los grandes y artísticos retratos que realizara a los jefes militares y a la burguesía local. Los decorados del Estudio enfatizaban la pretenciosa artificiosidad y una apropiada disposición de cortinillas que permitía jugar con la luz del modo más conveniente.
      La fiebre del retratismo no fue un sarampión pasajero y permitió una larga y próspera vida a este estudio por donde pasó buena parte de la sociedad ceutí acomodada. De aquellas placas, hoy olvidadas, poco nos ha quedado. En sus archivos duermen los rostros de gente de aquella Ceuta, con la sonrisa forzada de todo aquel que se somete al examen implacable del cristal del tiempo. Fue un gran retratista, las imágenes que hemos podido ver están montadas en cartón, con un sello en relieve, de lo cual presuponemos un alto nivel.
      Según pasan los años su estudio experimentó una evolución portentosa a pesar de lo modesto de su negocio. Luis Arbona fue un hombre bohemio, su estudio era lugar muy frecuentado por la clase política de la ciudad. Nos han llegado noticias de que incluso cambios en la alcaldía fueron dispuestos en estas tertulias en la trastienda. Pasados algunos años trasladó su estudio a la calle Fernández, 1, y posteriormente a Soberanía Nacional, 47. En esta época trabaja junto con su hijo Luis y unos años más tarde con su sobrino Salvador, quien procedía del estudio que tenían en Tetuán, la capital del Protectorado Español.  Trasladándose a la calle Duarte y allí trabaja junto a su hermano.
      Actualmente sigue regentando la firma, Jorge Arbona. Se especializaron en el retrato, lejos de la instantaneidad de las imágenes de la calle. Delante de esos fondos de tela han pasado comuniones, soldados, disfraces de carnaval, familiares, damas y caballeros burgueses. Mostrándonos en sus imágenes la Ceuta de cada época y sus costumbres sociales. La virtud principal de su Estudio fotográfico era crear la ilusión de perspectivas entre el modelo y el ambiente que pretendía crearse a su alrededor, ya fuese jardín, selva, cenador romántico, o interior aristocrático. Una escenografía apropiada, muy dado a ello por el sello que impuso desde el nacimiento del Estudio de Luis Arbona. Su obra nos permite acercarnos a esta importante especialidad fotográfica y conocer tanto a los personajes célebres como a los anónimos.

Fotógrafos del instante

Ya metido el siglo XX tenemos a Hower Marfori instalado en la céntrica plaza de los Reyes, 1. Ya bien entrado el siglo XX se instalaron en este estudio los fotógrafos Barceló y Rubio y su presentación fue anunciada en el diario El Defensor de Ceuta: “La fotografía predilecta del público de gusto, artísticos retratos al pigmento, la única casa que ofrece al público tan maravilloso procedimiento”. Sobre 1918, Ángel Rubio se separará de Barceló, creando su propio estudio. Fue Rubio un gran reportero de calle junto con su hermano Arturo. Allí donde hubiera una noticia reseñable estaba él, sus imágenes marcan la historia de Ceuta, la visita de las infantas en 1915, la inauguración del ferrocarril Ceuta-Tetuán en 1918, la proclamación de la II República con el histórico momento de la izada de la bandera tricolor desde el balcón del Ayuntamiento, desfiles, juras de banderas... Publicó una portada en la revista National Geographic Magazine. En los años veinte era el principal fotógrafo de prensa de la ciudad. Tras el fallecimiento de Ángel Rubio en 1925 su viuda, María Machaviello, traspasó su estudio a manos de su hermano Francisco, instalándose en la calle Real, 32, laborando junto a ellos los retocadores Francisco Carmona, Rafael González y Antonio Alcázar

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