Opinión

Un fotógrafo escocés en la Ceuta del siglo XIX

El fotógrafo escocés Georges Washington Wilson (1823-1893) estuvo en Ceuta hacia 1877 y su producción imponente no está exenta de calidad, como lo demuestra su fondo archivístico con más de 40.000 placas. No todas están catalogadas y otras han desaparecido o se encuentran en estado de restauración.

En 1954, la Universidad de Aberdeen (Escocia) se hizo cargo del material fotográfico, llevándose a cabo un estudioso y concienzudo trabajo de su fondo, fechándolas y clasificándolas. Wilson, en 1850, instaló su primer laboratorio fotográfico, logrando ser el fotógrafo de la familia real británica cuando se desplazaba a Escocia.

Unos años más tarde, en 1855, publica un manual sobre el procedimiento al Colodión Húmedo y el libro Dialogo con la fotografía, procedimiento fotográfico creado en el año 1851 por Scout Archer que supuso un gran avance en el desarrollo de la fotografía.

El método supone la utilización del Colodión, una especie de barniz que se aplica a las placas extendiendo la emulsión química, y una placa de cristal transparente y pulida, lo cual permite la obtención de imágenes nítidas en negativo o, incluso, en positivo. Recibe ese nombre porque la placa ha de permanecer húmeda durante todo el procedimiento de toma y revelado de las imágenes.

Esto suponía que los fotógrafos tenían que llevar consigo el laboratorio fotográfico a fin de preparar la placa antes de la toma y proceder a revelarla inmediatamente. Se generalizó el uso de tiendas de campaña y carromatos reconvertidos en laboratorios para los que trabajaban en el exterior.

Uno de los grandes inconvenientes de este método era el de la fragilidad de las placas de cristal empleadas como soporte, que en multitud de ocasiones acababan rayadas o rotas. Con el empleo de este procedimiento se consiguió reducir el tiempo de  exposición a un máximo de trece segundos y un mínimo de un segundo, lo cual provocó una disminución de los costes.

La gran ventaja era la estabilidad de la emulsión empleada. Su generalización motivó el abandono del empleo de otros procedimientos como el daguerrotipo o el calotipo, a la vez que supuso la popularización del acceso al mercado de imágenes de famosos por parte de las clases obreras.

Otros fotógrafos seguían tomando sus imágenes en papel albúmina, pero él mejoró sus imágenes. Esta posibilidad de conseguir cientos de pruebas de una misma toma fotográfica abrió el camino a una incipiente pero ya en marcha industria a pesar de las dificultades logísticas que todavía se planteaban a los fotógrafos.

Porque, si bien no era especialmente difícil dominar la técnica, sí lo era arrastrar toda la parafernalia necesaria para realizar estos viajes fotográficos, como el realizado a Ceuta, cargados de cámaras, trípodes, placas y un verdadero laboratorio, imprescindible entonces para emulsionar y revelar debidamente los negativos.

De Wilson es de destacar el catálogo publicado en 1863 de 440 fotografías estereoscópicas, así como otras muchas de menor importancia. Participa en varias exposiciones y en 1891 recoge la Medalla mundial de la fotografía como  reconocimiento a su labor artística. Unos años después se asocia con Georges Brown Smith y desde entonces se crea Georges Washington Wilson & Company.

Desde este instante la empresa se amplía y sus colaboradores recorren ciudades y países, plasmando en sus vetustas cámaras todas sus grandezas, sobresaliendo los viajes por Sudáfrica, Australia, España, Gibraltar y el norte de África.

Estas fotografías se comercializaban en unos álbumes donde se reseñaban las diferentes vicisitudes del viaje y su inventario y se editaban en el cuadernillo Catalogue of Landscape, Arquitectural and Figure Photographs in Gibraltar, South of Spain and Morocco, con 151 páginas de 21,2 x17 centímetros, con 305 placas numeradas del 60.001 al 60.305.

En 1908 cesa la empresa fotográfica

A lo largo de todo, Wilson demostró una perspicacia técnica y comercial y, a principios de la década de 1880, la compañía que fundó se había convertido en la mayor y más conocida empresa de fotografía e impresión de Escocia. Wilson entregó el negocio a sus hijos, Charles, Louis y John Wilson en 1888. La compañía, sin embargo, sólo sobrevivió por un corto tiempo bajo la dirección de los hijos de Wilson, con gran parte de la compañía se vendió en 1905 y la compañía finalmente cesa comercialmente en 1908. Las acciones de la compañía fueron subastadas en 1908. Las placas pasaron a la posesión de Fred Hardie, y luego al fotógrafo, Archibald J. Strachan, quien en 1954, las ofreció a la Biblioteca Universitaria. La Universidad se complace en reconocer la previsión y la beneficencia del Sr. Strachan. Toda la colección de negativos de placas de vidrio de 'George Washington Wilson and Company' está disponible digitalmente en nuestro sitio web. Cada imagen de alta resolución proporciona un excelente nivel de detalle y la colección es completamente visitable. Por lo tanto, el acceso a las placas de vidrio originales no es permitido por razones de conservación.

Placas fotográficas de Ceuta

Tras desembarcar en Ceuta, realizó varias placas son las tituladas: “Espigón de África”, “Monte de los monos”, tres fotografías de las Murallas Meriníes, tema muy  apreciado por Wilson en busca de las huellas arquitectónicas, y Vista general de la ciudad. Están numeradas del 60.077 al 60.082.

Las placas realizadas en Gibraltar son las numeradas del 60.000 al 60.067, en las que se incluyen vistas generales del Peñón y su población desde tierras españolas, playa del Campamento, Algeciras y los fuertes de San Felipe y Santa Bárbara, en La Línea. Otro importante conjunto, el más numeroso, lo forman las fotografías del camino perimetral del Peñón, marcadas por los bellos y espectaculares acantilados.

Los viajes por Andalucía comprenden imágenes de Algeciras (5), San Roque (10), castellar (6), Jimena (3), Gaucín (2), Ronda (2), Zahara de la Sierra (1), Álora (1), Alhama (3), Vélez-Málaga (1) y Málaga (4).

Las imágenes de esta serie son de un singular valor histórico, tanto por las realidades que capta, como por la forma tan personal de registrarlas, unas fotografías realizadas en un viaje de ida y vuelta a lomos de mulas y barco. También se desplazó a Marruecos, fotografiando las ciudades de Tetuán y Tánger, sobresaliendo su gran interés por los retratos de personajes, sobre todo de familias hebreas y su forma de vida.

En 1893 fallece Wilson, dejando a la empresa un amplio archivo, pero por diversas circunstancias quebró y en 1908 desapareció como tal, pasando los fondos a sus herederos, hasta que en 1954 fueron entregados a la Universidad de Aberdeen (Escocia), donde hoy en día se conservan.

La colección fotográfica de George Washington Wilson y Co. consta de más de 37.000 negativos de placas de vidrio, producidos por la firma Aberdeen entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.

George Washington Wilson (1823-1893), nacido en el noreste de Escocia, fue a Edimburgo y luego a Londres en la década de 1840 para entrenar como miniaturista retrato.

Se estableció en Aberdeen en la década de 1850 como un artista y fotógrafo, y rápidamente se hizo un nombre para sí mismo entre las clases medias y la nobleza de tierra. Su patrocinio por la Familia Real durante sus visitas a los Balmoral Estates comenzó en 1854 cuando fue invitado a tomar fotografías de la familia real en los terrenos de Balmoral.

Recibió el nombramiento oficial del fotógrafo Royal para Escocia en 1860 y su relación con la familia real continuó a lo largo de su carrera. El éxito de Wilson le permitió emplear a fotógrafos de personal para llevar a cabo el negocio rutinario del retrato mientras que él viajó el país que complacía en su nuevo interés en fotografía del paisaje. Wilson ganó varios premios por sus trabajos fotográficos, incluyendo ganar medallas en la Gran Exposición Internacional de Londres de 1862 por su experimentación para exposiciones rápidas.

George Washington Wilson y Co., capturaron imágenes de toda Gran Bretaña, registrando desde la grandeza natural de la Cueva de Fingal en la Isla de Staffa hasta el bullicio de la Oxford Street de Londres. Wilson tenía un equipo de fotógrafos incluyendo a su hijo, Charles Wilson, quien con el fotógrafo del personal senior Fred Hardie, recorrió los municipios coloniales de Sudáfrica. Despachado para capturar imágenes de Australia en 1892, Hardie también viajó por Queensland, Brisbane, Sydney, Melbourne y Adelaida. Estos viajes proporcionan una imagen viva de los mineros de oro y los primeros colonos en el trabajo y el juego, y de la forma de vida nativa o aborigen. La empresa invirtió en la contratación de fotógrafos independientes para capturar el Mediterráneo occidental, donde tomaron imágenes de Gibraltar y el sur de España, Marruecos y Tánger.

Lugar preferido por los fotógrafos

En la última década del siglo XIX se produce la visita en Ceuta de numerosos fotógrafos como el madrileño Edgardo Debas en 1888 o A. Ciaran hacia 1895, del que poseemos varios retratos. Esta corriente de fotógrafos no residentes en la ciudad poco nos han dejado de la vida de aquellos ceutíes y su forma de vivir. En gran medida se limitaban a constatar las diferentes vistas de la ciudad, sin centrarse en los personajes que en ella habitaban, y la única finalidad era meramente comercial con  la venta de estas imágenes en forma de tarjetas postales tan al uso en esas fechas.

Está claro que ninguno de estos fotógrafos transeúntes pareció sentir el más mínimo interés por los tipos humanos. Así, la imagen de Ceuta que nos han dejado se limita a la desnuda estampa de plazas, calles y monumentos, siguiendo así la tendencia de sus contemporáneos, más interesados en mostrar el aspecto físico de la ciudad.

Este es el caso de Almela y su hijo Luis, que tenían instalado su estudio en la capital hispalense en la calle San Luis. En 1890 se desplazaron a Ceuta y lanzaron un  reportaje del cual tan sólo poseemos una vista panorámica de la plaza de África, que sirvió para ser reflejada en la revista La Ilustración Española y Americana.

En 1893 la ciudad recibe la visita de una embajada extraordinaria de ella se conserva un álbum fotográfico con diferentes imágenes de su visita por toda esta zona. Las instantáneas tienen unas medidas de 18x23, encuadernadas en piel, y en su portada se puede leer Vistas tomadas por la brigada del cuerpo de Estado mayor, deposito de guerra 1893-94.

El gaditano Rafael Rocafull fue otro gran fotógrafo transeúnte que trabajó en Ceuta hacia 1895. Tenía instalado su estudio en la calle Duque de Tetuán, 22-24, de Sevilla. Son conocidos y estimados sus reportajes de ciudades como Sevilla, Alicante, Cartagena y Málaga entre otras. En 1873 obtuvo el premio al mérito en la Gran Exposición Nacional y sus fotografías se difunden por toda España, pero, sobre todo, hay que resaltar su gran trabajo en La Ilustración Española y Americana.

Pasados algunos años se asocia y sus fotografías vienen firmadas como Rocafull y Cía. Esta unión se llevó a cabo con el fotógrafo Monfort. Las fotografías realizadas por Rocafull y Cía. hacia 1895 en Ceuta son las denominadas Comandancia General, Murallas, Baterías de Salvas y Puente de la Almina. Años más tarde, en 1903, estas imágenes sirvieron como soporte ilustrador a la revista ceutí Conchas y

Flores que dirigía Juan Barranco con carácter decenal, impreso en los talleres de Gámez y Buscató. Procedente de Cataluña, hacia 1895, tenemos a M. Gonzalo Casas. Es de destacar sus magníficos retratos realizados a diversos comandantes generales y vistas de la ciudad, algunas de las cuales las hemos podido ver en la revista La Ilustración Española y Americana y de principios del siglo XX tenemos las referencias de los fotógrafos A. Marcucci y Marcelino y Cía.

Como ya hemos dicho, a mediados del siglo XIX tenemos el primer testimonio de un fotógrafo trabajando en Ceuta (con los datos investigados hasta hoy). Le cabe el honor al pintor malagueño Enrique Facio, pionero de la imagen, que como otros muchos, no se dedicaba de un modo profesional a la fotografía. Fueron en su mayoría médicos, científicos, catedráticos progresistas y pintores los que se acercaron a la nueva técnica movidos por una curiosidad puramente intelectual, sin pensar en convertirlo en oficio, pero con el paso de los años si lo hicieron, como fue el caso de este malagueño.

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