Y Juan Vivas nos recibió en su despacho del palacio consistorial a dos escritores ceutís: Sidi Mohamed Lahchiri y el que suscribe Manuel Castillo Sempere. Fue un entrañable encuentro donde viejos amigos se reencontraban después de años sin apenas poder tener una conversación amistosa frente a un buen café.
Se da la circunstancia que Juan y yo nos conocemos desde pequeños, pues el vivía en la Calle «Larga» -Jáudenes- y yo en el «Callejón del Asilo Viejo» -Casa Misericordia-; y, más tarde, fuimos condiscípulos en el Instituto de Enseñanza Media sin nombre de las Puertas del Campo -solo existía uno- en aquel curso singular de PREU del año 1970 de donde salieron excelentes profesionales que luego han ejercido en nuestra ciudad, algunos; y otros diseminados por la geografía de nuestro país.
Lahíchiri, le entrego tres libros de cuentos, entre ellos «Cuentos Ceutíes», que a mi modo de ver, es una deliciosa colección de cuentos que narra sus vivencia en su barrio natal del Príncipe en el entorno familiar y de sus vecinos. Siempre me sorprende la prosa sencilla de este escritor hispano-marroquí, donde en unos pocos párrafos puede dejar el aroma de una niñez donde cada día a pesar de la escasez de aquellos años, las horas se antojaban ilusionantes y llenas de una vitalidad extraordinaria donde jugar -sin apenas nada- significaba atreverse a vivir la aventura de la vida…
Por mi parte, le entregamos dos libros, a saber: «Ceuta, mi niñez perdida…», que nos publicó en el año 2010 el «Archivo Histórico» de la ciudad; y, «Abdelaziz o la búsqueda de la identidad», donde denunciamos de manera clara y expresa la política que se lleva con los emigrantes menores (MENAS), que tras pasar la frontera, no son reintegrados a Marruecos, desligándolos de sus familiares y sobre todo de su entorno cultural donde nacieron, y tratarlos de sumergirlo en otra cultura europea que no es la suya; y, ocasionándoles unos daño psicológicos que en algunos casos pude ser irreversibles.
Muchos de estos niños que no son devueltos a su país de origen, podemos verlos cada día en el entorno del puerto, a la puerta de los supermercados, en el entorno de los grupos de la Puntilla, en los lavaderos de coches, o en cualquier otro punto a la vista de todos, sin ser escolarizados y en un abandono que nos interpela nuestras conciencias a poco que tengamos un mínimo de sensibilidad con estos descamisados infantiles, que nada tienen y menos se les da… Muchos de estos niños, desprotegidos de manera inmisericorde, caen de manera inexorable en manos de mafias dedicados a la distribución de la droga.
Juan y yo estamos distanciados ideológicamente y desarrollamos nuestros pensamientos con convicción; sin embargo, a pesar de algunas críticas mías dejadas en este periódico, siempre hemos conseguido dejar de lado nuestras diferencias políticas, y que fluya nuestra amistad por años sin termino. A tal punto, que hemos expresado públicamente también en este diario, nuestra admiración por el buen hacer de Juan para con esta ciudad de siete colinas.
Un abrazo, Juan, Lahchiri y yo te agradecemos tu atención con estos dos escritores nacidos hace ya algunos años en Ceuta. Ah, y «pa» la próxima vez, «porfa», que no falte una fotografía del encuentro y, al menos, un bue café que llevarse a la boca, nosotros lo pagamos, no te preocupes, no vaya «hacé» que se malgaste el presupuesto de la capital; porque otra cosa no, pero nuestra ciudad es un «peazo» de capital. Ahí es na…
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