Compuesto por treintañeros innovadores, el grupo Los Aurora
consigue que el jazz, el flamenco y el rock se entiendan entre ellos. Y para lograrlo recurre a algunas de las letras más importantes del poemario español. Esta tarde mostrarán a los caballas las posibilidades sonoras de esta fusión de géneros a las 19.30 horas, en el
Teatro Auditorio del Revellín de Ceuta. Para este espectáculo el cantaor Pere Martínez, el bailaor Pol Jiménez y los músicos Max Villavecchia (piano), Javier Garrabella (bajo eléctrico) y Joan Carles Marí (batería), ofrecen un repertorio mixto, con temas con los que se pusieron en marcha y con algunos nuevos, de composición propia, que conformarán su nuevo disco.
“Al principio el sonido era más clásico, más cercano al jazz, y poco a poco hemos ido yendo a un sonido más moderno, más rock, y ya eso se va quedando”, explica Javier Garabella, bajista nacido en Urgell (Lérida) hace 31 años. Según el instrumentista, esta transformación no se dio de forma intencional, sino que fue una evolución natural después de tocar tantos conciertos juntos: “Hemos visto que es una manera de aportar energía, a los
músicos nos pedía ese toque más rockero”.
El nuevo disco tiene composiciones propias y se inspira en un cuadro de Géricault
En sus primeros trabajos versionaban canciones del compositor gaditano Manuel de Falla, temas con la letra de poemas de Federico García Lorca o incluso con una canción de Alfonso el Sabio “que es un canto a la naturaleza”. Sobre todo adaptaron música de Enrique Morente.
A Ceuta traen una transición entre los primeros espectáculos y su nuevo disco ‘La balsa de la Medusa’, de composiciones propias y que constituye, según el grupo “un viaje lírico que recorre el día y la noche del alma humana”. Estará disponible para verano.
Para el repertorio nuevo se inspiran en el cuadro homónimo de Théodore Géricault (1819) que, a su vez, refleja una historia real. La de una embarcación francesa (‘La Medusa’) que quedó a la deriva por culpa de un capitán “inepto”, relata Garabella, y, por tanto, cientos de personas murieron de hambre y algunas incluso recurrieron al canibalismo para sobrevivir.
“Se ha creado un imaginario con piezas de diferentes poetas que encajan en este viaje”, aclara el bajista. El conjunto “refleja momentos recurrentes en la historia de la humanidad, en el que una sociedad se ve controlada por unos jefes que no velan por el bienestar del pueblo”.
Hay poemas que hablan de la noche como metáfora de una etapa oscura. “Pero hay un momento en el que la noche acaba y viene la aurora y empieza un día nuevo”, indica Garabella; al final, hubo gente que se salvó en la balsa.
Como en sus primeros trabajos, el poeta más recurrente es Lorca. De hecho, el nombre del grupo se debe a él.
En sus primeros espectáculos versionaban un tema de Enrique Morente, ‘La aurora de Nueva York’, basado en el poema lorquiano. Al principio, el conjunto se llamaba Pere Martínez Canta a Falla: “Con el tiempo vimos que este no era un proyecto de Pere, era un grupo”. En esa búsqueda de un nombre nuevo, lo que los componentes sacaron en claro es que a todos les gustaba la palabra Aurora. Ya había varios proyectos con ese nombre, aclara Garabella, pero como de “forma natural” el público se refería a ellos como ‘Los Aurora’, terminaron por adoptar ese título.
El nombre de grupo viene de una versión de Morente de un poema de García Lorca
Los músicos se conocieron gracias a un encargo del Auditori de Barcelona a Pere Martínez sobre Manuel de Falla. El cantaor procuró la ayuda del compositor Enric Palomar, profesor de los instrumentistas en el Taller de Músics, una escuela prestigiosa de Barcelona. Los instrumentistas provenían del ciclo de jazz o de música moderna, pero su adaptación al flamenco fue “bastante orgánica”, según expresa el bajista Javier Garabella.
“No fue nada intelectual, fue simplemente entendernos entre nosotros. No ha habido mucho que hablar; ha sido una comunicación musical”, apostilla. Durante sus actuaciones, expone, se “marca” el estilo de cada uno pero sin olvidar que están “al servicio de una canción”. Tratan de “aportar un poco” su bagaje “de forma útil”.
La fusión que propone el grupo parte del flamenco debido al cante y el baile. Sin embargo, sustituyen el toque. “Hay momentos que no tenemos la necesidad de cubrir un hueco. No siempre se tiene que hacer la guitarra”, detalla Garabella. Pero en ocasiones el pianista o el bajista asumen un poco ese papel porque “como instrumento armónico y melódico que es la guitarra, el piano y el bajo también lo son”.
Con esta manera de conjugar flamenco y jazz han viajado ya por varios continentes. La llegada de la pandemia suspendió su gira por la costa oeste de EEUU y Suramérica, aunque el grupo ya ha pasado por Canadá, Chile, Hungría, Alemania, Israel o Corea del Sur. “La experiencia es una pasada, es un poco cumplir el sueño de por qué somos músicos: para poder mostrar nuestra creación. Y en cada sitio es diferente, te sorprende o no por algo”, garantiza el bajista. A Ceuta vienen por primera vez.