Opinión

La flagrante injusticia contra Guadalupe, por Antonio Guerra Caballero

Hace 801 años que el Monasterio de Guadalupe y 31 pueblos extremeños llevan dependiendo eclesiásticamente del Arzobispado de Toledo, pese a estar enclavados en territorio geográfico y administrativo de Extremadura, y debiendo pertenecer a la Archidiócesis de Mérida-Badajoz.

Este es mi artículo número 12 con el que denuncio públicamente tan flagrante injusticia; que, asimismo, han denunciando la Asociación “Guadalupex”, junto con otras relevantes personalidades y autoridades que, tanto a nivel oficial como particular, reclaman Guadalupe para la Iglesia extremeña.

Y Extremadura no se merece el trato discriminatorio y el agravio comparativo que durante ocho siglos se le lleva dando por la Jerarquía eclesiástica; máxime, cuando se trata de un problema tan fácil y tan justo de resolver que, sin su solución, la misma Iglesia está vulnerando las normas que para sí misma se ha dado.

El problema nace cuando Alfonso Téllez de Meneses reconquistó a los árabes en 1217 los Montes de Toledo, en los que se incluían Guadalupe y las siguientes poblaciones: Guadalupe, Alia-La Calera, Baterno, Bohonal de Ibor, Bohonal de los Montes, Capilla, Carrascalejo, Helechosa de los Montes, Herrera del Duque, Navalvillar de Ibor, Navatrasierra, Peloche, Peñalsordo, Peraleda de San Román, Puebla de Alcocer, Risco, Siruela, Talarrubias, Tamurejo, Valdecaballeros, Valdelacasa de Tajo, Villar del Pedroso, Villarta de los Montes y Zarza Capilla, .

Casas de Don Pedro, Castañar de Ibor, Castiblanco, Fuenlabrada de los Montes, Carbayuela, Garbín y Garlitos. Alfonso Téllez las vendió al arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada.

Este arzobispo fue excomulgado el 8-05-1241 por el Sínodo por pretender extender sus extensísimos dominios eclesiásticos hasta Valencia.

Existe un documento posterior, fechado en Salamanca el 20-01-1222, en virtud del cual el arzobispo Rodrigo hace constar que Alfonso Téllez los donaba al Arzobispado toledano. Pero tal donación fue en realidad una venta, según consta en documento fechado en Huete (Cuenca) el 7-10-1226.

El precio de la “donación” fue de 8.000 morabetinos y 1.000 cahíces de trigo y cebada. Guadalupe y los 31 pueblos han venido siendo reclamados para la Iglesia de Extremadura, como un clamor popular de los extremeños y sus instituciones civiles (incluso eclesiásticas), en sendas manifestaciones al Monasterio y en Toledo en petición de que el problema sea resuelto.

Y es que, la Virgen de Guadalupe es la Patrona de Extremadura, coincidiendo su festividad con el Día de Extremadura. La Virgen guadalupana y su Basílica, son tenidas como lugar que representa el carácter religioso, la fe, la relevancia cultural y el signo identitario que más concita y une a los extremeños. ¿En qué cabeza cabe que la Patrona de una región pertenezca a otra región distinta?. ¿Se imaginan la que se armaría si el Monasterio de Montserrat de Cataluña, o la Basílica de Loyola en el País Vasco, pertenecieran a otra Comunidad?.

Tan flagrantes injusticia y sinsentido se dan porque los extremeños somos gente pacífica por propia naturaleza. Ni exigimos, ni reclamamos, ni protestamos con la virulencia con que otras regiones lo hacen. Pero Guadalupe eclesiásticamente debe pertenecer a Extremadura, porque es territorio netamente extremeño.

Seguir dependiendo de Toledo es una aberración histórica inconcebible en el siglo XXI. De ese pacifismo extremeño, bien que se ha aprovechado la Iglesia, que al menos en cinco ocasiones ha discriminado a Extremadura: 1ª.-Cuando el año 1120 el Papa Calixto II (por bula “Omnipotentes dispositione”), concedió al obispo gallego Gelmírez trasladar el Arzobispado de Mérida a Santiago, para que su amigo el rey de León Fernando II pudiera tener sede arzobispal de la que entonces Galicia carecía.

Mérida estuvo así desposeída de su Arzobispado 874 años. 2ª.- Cuando en 1230, para reparar tan tremenda injusticia anterior, el Papa Gregorio IX ordenó (bula de 29-10-1230) la restitución a Mérida de la sede de su antigua Metrópoli de la que diez años antes se le había desposeído.

Sin embargo, el posterior arzobispo compostelano, Bernardo, desobedeciendo abiertamente al Papa, se negó a devolverla a Mérida, quedándosela definitivamente para Galicia. 3ª.- Cuando en 1939, una simple Orden del Almirante Carrero Blanco cambió la celebración del Día de la Hispanidad en Extremadura al Día del Pilar en Zaragoza, pese a que en 1928 la Virgen de Guadalupe fue coronada Reina de la Hispanidad por el Cardenal Primado, Segura, representando al Papa Pío X, en presencia del rey Alfonso XIII; desposeyendo también a Extremadura del patronazgo de la Hispanidad, cuya Virgen guadalupeña tan venerada es en América. 4ª.- Cuando a partir del Concordato de 1851, se dispuso que se segregaran las diócesis e iglesias del extenso Arzobispado de Toledo, del que se fueron independizando las de Madrid-Alcalá en 1885 (bula “Romani Pontífices Predecesores” de León XIII).

Ciudad Real (bula “Romanorum Pontificum” de Pablo VI), en 1877. Albacete (bula de 2-11-1949 de Pío XII, “Inter. Precipua”). El 23-04-1954 (Decreto “Maiori Animarum Bono”), se segregó la de Jaén. El 9-03-1959 (bula de Juan XXIII), la de Guadalajara.

En 1959 se reestructuró por Decreto de la Santa Sede la diócesis de Córdoba, pasando a la de Badajoz el arciprestazgo de Castuera y algunos pueblos a la de Coria-Cáceres. Quedan por segregarse de Toledo sólo Guadalupe y los 31 pueblos. Y 5ª. La detentación durante 801 años de Guadalupe y dichos pueblos por el Arzobispado de Toledo. Sólo quedan por segregarse Guadalupe y los 31 pueblos.

El 28-07-1994, el Papa Juan Pablo II (bula “Universae Eclesial Sustinentes”), como he dicho antes, quiso reparar la tremenda injusticia que en 1120 se cometió al trasladar el Arzobispado de Mérida a Santiago, creando el Arzobispado de Mérida-Badajoz, disponiendo: “…Dirigimos nuestro pensamiento hacia el territorio civil autónomo que lleva el nombre de Extremadura”.

¿Puede crearse la provincia eclesiástica de Extremadura para luego no poder ejercer su arzobispo plena jurisdicción sobre todo su territorio extremeño?. No se puede ser tan insensible a las justas y legítimas aspiraciones de los extremeños.

Eso no se puede sostener por más tiempo. Lo digo con mi mayor respeto y desde mi condición de fiel cristiano extremeño, de Mirandilla (Badajoz); porque tanta injusticia clama al cielo. ¿Por qué todas las demás diócesis segregadas de Toledo tienen que recibir mejor trato y ser de mejor derecho que Guadalupe y los 31 pueblos?.

Eso crea en las almas cristianas desasosiego y desafección. Desde el Arzobispado de Toledo se dan excusas tan arrogantes como infundadas: “Si tenéis Guadalupe es porque Toledo quiere”, “a nadie se le pide el carnet para ir a Guadalupe”, “la solución ha de ser eclesiástica”; “por muy legítimo que fuera el cambio de diócesis de Guadalupe, no se haría para contentar reivindicaciones”; “el tiempo de la Iglesia no es el de la política” ¿Le parecen a Toledo poco tiempo todavía 801 años perpetuando tan colosal injusticia?. La petición de los extremeños jamás fue política.

Es un movimiento popular enraizado en la fe, en los sentimientos cristianos y en la identidad extremeña.

Y una feligresía y un pueblo con tal fervor religioso, no pueden seguir siendo marginados espiritualmente por mantener Guadalupe y dichos pueblos como reminiscencia del grandioso Arzobispado Medieval que tuvo Toledo. No estamos ya en tiempos de don Quijote advirtiendo: “Con la Iglesia hemos topado, Sancho”.

En pleno siglo XXI la petición es de toda justicia, está más que justificada, siendo tan razonable como legítima. Guadalupe y 31 pueblos deben depender de la tierra de la que son: Extremadura. ¿Por qué tal obcecación y persistencia en el error?.

La Iglesia está así vulnerando sus propias normas. El artículo 10 del Concordato de 1851 dispone: “Los arzobispos y obispos extenderán el ejercicio de su autoridad y jurisdicción ordinaria a todo el territorio que en la nueva circunscripción quede comprendido en su diócesis y (…) los que la ejercían en distritos enclavados en otras diócesis cesarán en ellas.

Esto es, que en lo sucesivo se haga coincidir, en lo posible, las divisiones eclesiásticas con las divisiones administrativas”. En 1965, el Decreto “Christus Dominus”, para solucionar los problemas o conflictos entre las diócesis cuando sus límites no coincidan con los territorios civiles, en su punto 2, Capitulo II, nº 22, dispone: “…El Concilio ordena que, en la medida que lo exija el bien de las almas, se atienda cuanto antes a la conveniente revisión (de diócesis), dividiéndolas, desmembrándolas, o mudando sus límites”.

El nº 23: “En la revisión de los límites de una diócesis hay que salvaguardar ante todo la unidad orgánica de cada diócesis en lo que atañe a personas, oficios e instituciones, a la manera de un cuerpo que vive adecuadamente (…)

En la determinación de los límites de una diócesis téngase en cuenta la variedad de la composición del pueblo de Dios, la cual puede contribuir mucho a ejercer más aptamente el ministerio pastoral; y procúrese juntamente que las agrupaciones demográficas de este pueblo coincidan en lo posible con los centros civiles e instituciones sociales que constituyen su estructura orgánica. Por lo cual el territorio de cada diócesis sólo puede ser continuo”.

En el nº 39, manda: “El bien de las almas pide la debida circunscripción no sólo de las diócesis, sino también de las provincias eclesiásticas (Archidiócesis), de forma que se provea mejor a las necesidades del apostolado de acuerdo con las circunstancias sociales y locales y se hagan más fáciles y fructuosas las relaciones de los Obispos entre sí (...) así como de los Obispos con las autoridades civiles”.

El canon 372.1 del Código de Derecho Canónico, dispone: “Como regla general, la porción del pueblo de Dios que constituye una Diócesis u otra Iglesia particular debe quedar circunscrita dentro de un territorio determinado, de manera que comprenda a todos los fieles que habitan en él”. La llegada a la Santa Sede del Papa Francisco, nos hizo albergar a muchos católicos una nueva esperanza.

Es el Papa de los pobres, de los débiles y de la misericordia, que declaró: “Quiero que la Iglesia salga a la calle, una Iglesia pobre para los pobres y próxima a las gentes que más la necesitan”.

Ese es el modelo propio de Iglesia extremeña. Sin embargo, hasta ahora, esa nueva esperanza de cara a la solución de la “anómala” situación que viven Guadalupe y los 31 pueblos, ha resultado fallida y frustrada. ¿Conoce Francisco el problema de Extremadura, como en ocasiones a los fieles se nos ha asegurado, o hace falta que los feligreses extremeños directamente se lo planteemos?.

Los obispos, como pastores de la Iglesia, deben velar por sus fieles y acomodar sus actos a las necesidades de los tiempos, con caridad, humildad y sencillez. Y Guadalupe y los 31 pueblos están urgentemente necesitados de su integración en la Iglesia de Extremadura.

Con ello, se haría eclesiásticamente extremeño lo que civilmente siempre lo fue. Guadalupe, pese a habérsela apropiado Toledo por la vía de los hechos consumados, perteneció a la diócesis de Plasencia.

En 1326, el Cardenal Pedro Gómez Barroso, de la Curia Pontificia de Benedicto XII, consiguió que 19 obispos, arzobispos y patriarcas concedieran una indulgencia de 40 días de perdón a favor de la iglesia de Guadalupe, ubicada, según el documento “Virgo Venustíssima”, en la diócesis de Plasencia, que comienza así: “…Deseando pues, que la Iglesia…de Guadalupe, “de la diócesis de Plasencia”, sea frecuentada y venerada por los fieles…”.

En 1335 ya se reconoció el litigio por bula “Dum ad personam”, de Benedicto XII, dada el 22-06-1335, que refiere: “La Iglesia de Santa María de Guadalupe…se conoce situada en los confines de las diócesis de Toledo y Plasencia…Reconociendo que existe un litigio entre el Arzobispo de Toledo y el Obispo de Plasencia sobre Guadalupe…, porque ambos afirman que la misma iglesia ha de estar situada en su diócesis…”.

Incluso el obispo placentino Sancho, el 8-05-1344 se presentó armado en Guadalupe reclamando por la fuerza los derechos de Ordinario del lugar. ¡Qué grandes razones debía tener aquel obispo para recurrir incluso a las armas!.

Sobre Guadalupe y los 31 pueblos extremeños pesa una afrenta como una losa encima de la dignidad y de las conciencias extremeñas. Hace falta que ya, se promueva e impulse por quien corresponda lo que los extremeños tan humilde y respetuosamente pedimos.

Pues, que así sea. . Sobre Guadalupe y los 31 pueblos extremeños pesa una afrenta como una losa encima de la dignidad y de las conciencias extremeñas. Hace falta que ya, se promueva e impulse por quien corresponda lo que los extremeños tan humilde y respetuosamente pedimos.

Pues, que así sea. . Sobre Guadalupe y los 31 pueblos extremeños pesa una afrenta como una losa encima de la dignidad y de las conciencias extremeñas. Hace falta que ya, se promueva e impulse por quien corresponda lo que los extremeños tan humilde y respetuosamente pedimos. Pues, que así sea. .

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