El Ministerio Fiscal ha dirigido a la Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta su escrito provisional de calificación por los delitos contra los derechos de los ciudadanos extranjeros y homicidio por imprudencia seguidos contra tres vecinos de Ceuta, señalados por la Policía Judicial de la Guardia Civil como responsables del naufragio que, en noviembre de 2017, terminó con la vida de tres subsaharianos. Tenían identidad, historia, familia, pero su periplo terminó de la peor de las maneras: ahogados en los isleros de Santa Catalina. Eran Mamadou Siradio Diallo, Amara Kaba y un tercero que nunca pudo ser identificado plenamente y que probablemente sea Kebe Ibrahim, según los datos que pudo recabar el equipo de la Unidad Orgánica de PJ en su sección de Criminalística.
Fiscalía pide cárcel para todos ellos al considerar que existen pruebas en su contra suficientes como para relacionarlos con uno de los hechos más dramáticos ocurridos en Ceuta en materia migratoria. Según el escrito a cuyo contenido ha tenido acceso El Faro, los llamados K.M.L., M.A.S.H. y M.I.A.M. se enfrentan a penas comprendidas entre los 6 meses de prisión a los 4 y 8 años, por un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros y por cuatro de homicidio por imprudencia del artículo 142 del Código Penal. Y es que aunque hubo tres muertes confirmadas, ya que sus cuerpos fueron recuperados por los GEAS de la Guardia Civil, consta como desaparecida una cuarta persona, también de origen subsahariano, que fue identificada por sus compañeros de travesía como Ibrahim Diallo.
Entiende el Ministerio Fiscal, que en la madrugada de ese 19 de noviembre, en torno a las 2.20 horas, la semirrígida Tornado, con motor de 300 caballos y de nombre Cape llevó a la muerte a cuatro de los 25 subsaharianos que habían pagado por una travesía que terminó en las rocas de Santa Catalina.
“Aquel día”, expone la Fiscalía, “había Levante de fuerza 4, marejada con áreas de bruma y la embarcación, además de llevar más ocupantes de los que permitía, con una muy baja línea de flotabilidad, carecía de los más mínimos elementos de seguridad como chalecos salvavidas, lo que implicaba un evidente y elevado riesgo para la vida de las personas que navegaban”.
Fruto de las investigaciones de Policía Judicial, se señala a los acusados como las personas que esa mañana habrían preparado el traslado de los inmigrantes. “Ese día” el llamado M.I.A.M. “patroneó hasta el atraque en el pantalán C, procediendo a avituallar la embarcación con numerosas garrafas de agua y comida abundante. Le acompañaba en ese traslado M.A.S.H., conocedor” de la travesía que iba a realizarse.
“Más tarde”, continúa la Fiscalía, “tras cargar la embarcación, los acusados M.I.A.M. y K.M.L. “marcharon a Marruecos en donde recogieron a los 25 inmigrantes y los trasladaron a Ceuta, ocurriendo el suceso debido al estado de la mar y a las maniobras evasivas que realizaron para esquivar a los agentes de la autoridad que les perseguían”.
Antes de esa salida mortal, estos dos últimos acusados habían concertado con los subsaharianos el transporte, pagando por un viaje en el que no se salvaguardó las mínimas condiciones de seguridad.
La Fiscalía pide cárcel para las únicas personas que pudieron ser detenidas por la Benemérita en una investigación que se iniciaba esa madrugada, cuando lo que empezó siendo una travesía irregular en semirrígida terminó convirtiéndose en una auténtica tragedia.
Porque esa noche hubo mucho dolor. Lágrimas, desesperación, gritos e impotencia entre los propios subsaharianos y los componentes de la Guardia Civil que hicieron lo posible por sacar con vida a todos los inmigrantes que habían caído al mar. Conforme pasaban las horas, de acuerdo con las declaraciones de los supervivientes, se empezó a manejar cifras de desaparecidos. Tres cuerpos fueron sacados por los GEAS del fondo del mar. El cuarto nunca apareció, pero los compatriotas insistieron en que estaba con ellos. Por eso el Ministerio Público contempla la existencia de cuatro delitos de homicidio por imprudencia, y por cada uno de ellos pide cárcel.
Este noviembre se cumplirán dos años de esta tragedia en la que ha sido clave la investigación que se desarrolló por la UOPJ de la Benemérita, respaldada por el Juzgado que protegió durante meses con el secreto de sumario que pudieran hacerse intervenciones, seguimientos y controles que llevaran hasta el final la investigación. De los análisis de los teléfonos que se les intervinieron a los detenidos, la Guardia Civil consideró constatada la relación que presuntamente tienen con los hechos objeto de investigación y que mantiene la propia Fiscalía.
Los supervivientes prestaron declaración, aportando el dato clave de que aquella travesía no fue casual, sino que formaba parte de un plan preparado para la introducción irregular de personas, con pilotos que hablaban árabe y español y con unas horas concretas de recogida del grupo en Marruecos para pasarlos a Ceuta en la semirrígida que había sido matriculada en la Capitanía Marítima del Puerto de Santa María.
Esa madrugada no se contó con la detección de la nave y la posterior persecución en la que llegó a participar un helicóptero de la Guardia Civil. Mientras los inmigrantes se ahogaban, los pasadores huyeron del lugar ‘ayudados’ por la marabunta de personas que se arremolinaron en la zona y que fueron el camuflaje perfecto para huir.
La madrugada de la tragedia
En el cementerio de Sidi Embarek descansan los cuerpos de Mamadou Siradio Diallo, Amara Kaba y un joven sin identificar que según los supervivientes era Kebe Ibrahim. Allí recibieron sepultura, se les rezó y despidió, pero también se pidió justicia. Eran muy jóvenes, de poco más de 20 años, todos subsaharianos de Guinea Conakry, que fallecieron en el mismo lugar. Cuando los GEAS de la Benemérita se sumergieron en el agua los encontraron muy próximos entre sí. Se habían ahogado por una mezcla entre el pánico, el miedo al agua y el no saber salir de una situación así porque no sabían nadar. Era de noche, no veían nada ni sabían dónde se encontraban. Solo escuchaban gritos y eran protagonistas sin esperarlo de una diabólica persecución que terminó en los isleros de Santa Catalina.
¿Podían haberse salvado? La embarcación Tornado no estaba tan lejos de la costa, pero todos los ingredientes convertían la travesía en un imposible para la vida. A los tres cadáveres se les tomaron las huellas necrodactilares de todos los dedos de sus manos, que fueron remitidas a la Unidad Técnica de Policía Judicial en Madrid. Mediante gestiones a través de Interpol se pudo contactar con sus países. Además se les tomaron muestras de ADN-Mitocrondial para posibles identificaciones que fueron ajustadas no sin complicaciones, ya que en los países de origen muchos no están siquiera registrados.
La muerte fue el final de un sueño, pero no el final para un procedimiento judicial iniciado con el que se persigue castigar este tipo de acciones. Fiscalía pide cárcel, considera con base las investigaciones de la Guardia Civil, aunque topa con los escritos de Defensa de los tres acusados.