Opinión

Final de curso

Y terminó el curso 2108/ 2019... mi curso número 27. Cómo se pasa la vida tan callando.

Comencé en Cártama,  un pueblo de Málaga.  Cuando me dieron mi primer destino,  iba tan contento que casi me atropella un coche en el paso de Cebra.  No puedo evitar la emoción de mi primer destino: aprendí de todo, amé Andalucía, me hice sindicalista, nos cesaron a 400 compañeros  por un problema administrativo con la Junta de Andalucía... En el Instituto, hoy llamado Valle del Azahar, me encerré con mis alumnos e inicié una huelga de hambre que duró 18 días y 500 noches. Con hambre, sin trabajo, sin dinero, amenazado por la administración y con un futuro incierto,  probé el sabor de la solidaridad, de la entrega, de una amistad impagable con algunos compañeros; pero, sobre todo, rodeado de mis alumnos y sus padres. Ellos  me soplaron al oído que las derrotas son triunfos enmascarados Y que mientras no pierdas la dignidad,  serás un ser humano invencible.

Luego comencé un periplo de 12 años en 23 institutos.. Málaga,  Torremolinos,  Marbella,  Alhaurín el Grande,  San Fernando,  Cádiz,  Chiclana,  Puerto de Santa María,  Archidona y Algeciras... 23 institutos en los que me dejé la piel y recibí a cambio el mayor tesoro.. Enseñar aprendiendo,  crecer sin perder la esperanza en las nuevas generaciones.

Cuando menos lo esperaba, visité Ceuta,  no había preparado las oposiciones pero era una buena ocasión para conocer una ciudad tan cercana y tan lejana que oteaba desde mis caminatas matinales en la playa del Rinconcillo de Algeciras.

En una naviera crucé un inmenso estrecho  que me llevaría a otra de las aventuras docentes.

Mi visita de un día se convirtió en una estancia de catorce años hasta la fecha.

Me sentí el primer año como un náufrago,  pero mis colegas me explicaron los mapas de la ciudad para luchar contra la nostalgia y la melancolía.

Estuve doce años en el Siete Colinas,  Pilar,  la directora,  se convirtió en mi amiga,  mi confidente,  mi cómplice.. Percibía su voz rota cuando entraba por las mañanas por la infinitud de aquellos pasillos y sabía que la tripulación y el barco navegarían viento en popa,  aunque las tormentas acecharan en cualquier momento.

Los que hemos conocido y trabajado con ella sabemos de buen grado su entrega absoluta y sin paleativos a la educación en Ceuta.

En el Siete construí un mundo feliz: los chavales,  mi grupo de amigos y la que sería mi alma mater,  mi pareja pedagógica: Paloma Aróstegui. Una mañana de verano me dijo que se moría y que no se podría, quedar más tiempo conmigo..

Y así,  volví a la noche más oscura,  a una tristeza que se me metió en el alma como un chapapote sucio,  contaminante y pegajoso..

Tuve que bajar al infierno,  habitar los bajos fondos de mi mente.. Caí en una depresión que me cegó durante varios años...

Bruno Garrido se hizo con la Dirección del Centro y tuve que luchar para sobrevivir en un ambiente hostil. Veía que mi trabajo se derrumbaba como un castillo de Naipes... No juzgo ni me dejo llevar por el dolor que me produce traer a la memoria esa etapa,  pero sí es cierto que El Siete comenzó a hacer aguas; nunca conocí los entresijos de varias administraciones educativas que permitieron que uno de los buques insignias de la educación en nuestra ciudad,  perdiera la oportunidad de seguir conquistando logros.

Muchos decidimos abandonar el barco para buscar otros mares y dejar definitivamente el cabo de las tormentas.

Llegué al Camoens exhausto,  con heridas existenciales por todo mi cuerpo,  sin esperanza, alguna en poder retomar de nuevo el timón... Necesité un curso entero para resurgir de mis cenizas,  para formar parte de otra tripulación que seguía apostando por proyectos innovadores... Nunca podré pagar a Cristóbal tanto cariño y paciencia que me demostró incluso en los momentos que había tocado fondo.

El día 28 de Junio se despidió del Claustro después de 15 años como Director del Camoens.. Espero que los vientos le sean propicios y que nunca pierda la pasión por todo lo que emprende.

Hoy,  vuelvo a Elche,  mi pueblo natal,  la tierra de mis antepasados.  Mi padre se va apagando lentamente,  difuminándose,  apagando su existencia entre el cariño de sus hijos.  Reflexiono en este umbral de incertidumbres sobre el año Escolar que cerró sus persianas apenas hace unos días.

Ha habido cambios... Cambió la Dirección Provincial y se ha trabajado duro: se terminaron las esperas de los profesores sustitutos,  la formación profesional comienza a recuperar el empaque que se merece,  se inauguró la escuela de arte,  algunos Centros comenzarán su andadura,  han vuelto los cursos para docentes organizados a la medida de las necesidades que se han demandado y las puertas han permanecido abiertas para intercambiar ideas y unificar esfuerzos.

También es cierto que Ceuta y Melilla se han convertido en las cenicientas de Madrid.  No hay nada que no pase por esos lejanos despachos: la Junta de personal condenada al ostracismo,  las 20 horas prometidas,  el concursillo de traslados,  la promoción de profesores en Centros de difícil desempeño,  los permisos para parejas de hecho,  la posibilidad de trabajar media jornada cobrando medio sueldo con lo que conlleva el reparto de trabajo en los tiempos que corren, el tener que trabajar hasta el día 30 de Junio para que el profesorado interino tenga derecho a cobrar el verano, aunque hayas estado contratado ocho meses y veintinueve días, las reivindicaciones de los sindicatos para tener capacidad negociadora, .... Todo eso sigue pendiente en la noche de los tiempos...

También cerramos las aulas con sucesos que nos alarman a los currantes de la enseñanza: la expulsión de una profesora de dibujo de la Bolsa de trabajo,  con 27 años de experiencia y faltando 14 días para  terminar el curso,  la propuesta de  suspensión de empleo y sueldo de un compañero de Filosofía durante un año... Faltaría más que me metiera en el trabajo de la inspección, doctores tiene la iglesia... De lo que sí puedo hablar con conocimiento de causa es de Alfonso Pérez,  profesor de formación profesional del Siete Colinas. Su historia y su lucha la he vivido yo día a día.  Alfonso ha dedicado su vida a revolucionar la FP,  ha participado en reformas,  ha sido Director,  ha dado conferencias en el extranjero y no sigo porque la maldita emoción me produce una ansiedad incontrolable.  Se le propone una sanción de empleo y sueldo de 16 meses por desobediencia y por negarse a impartir clase en asignaturas no ajustadas a su perfil profesional. Lucharemos con todas las armas legales para que la propuesta del instructor no pase de los despachos de Madrid.

Hemos recogido mil firmas en el último Claustro celebrado en los Centros para que la administración cumpla con sus promesas y para que el comienzo de curso no produzca el desánimo y el derrotismo característico de muchos otros comienzos.

En noviembre habrán de nuevo elecciones sindicales... Ahí debe estar nuestra palabra.

Suerte a todos.

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