Ya lo dijo Marilyn Monroe en ‘Los caballeros las prefieren rubias’: “Los diamantes son los mejores amigos de una mujer”. Sin embargo, para Mariano Catarecha las joyas han sido su vida y lo seguirán siendo, por lo menos hasta que baje la persiana de su establecimiento por última vez.
Mariano Catarecha inició su aventura en
el gremio de los joyeros hace ya 38 años. Cuando comenzó sus andanzas en este mundo de lujo, Mariano lo alternaba con ‘Bazar electrónica’, un establecimiento que abrió junto a su hermano. “Teníamos 3 locales, uno en calle Camoens, 21. Luego, abrimos este del Revellín y luego otro en Camoens, en el número 4”, contó Catarecha desde el mostrador de su última joyería, la del Revellín. Actualmente, solo cuentan con esta, la última en abrir y la última en cerrar.
Ahora, 30 años después de su apertura, Mariano Catarecha tiene que echar el cierre de su último establecimiento. “Para mí es un trauma. Esta es toda mi vida. Yo continuaría, pero hasta aquí hemos llegado”, comentó Catarecha al hablar sobre el cierre por jubilación de su joyería. Y es que, aunque le da pena abandonar “su vida” como él dice, no tiene a nadie que pueda hacerse cargo. “La joyería es un trabajo muy sacrificado”, aseguró.
La idea de rodearse de finas pulseras, collares lujosos y anillos de oro fue gracias a su mujer. “A ella le gustaba la joyería y un día le dije, cierra tu negocio y nos dedicamos directamente a esto”, cuenta, aunque Catarecha confiesa que a él también le encantaba. “Para mí esto no es un trabajo, es un ‘hobby’. Yo podría estar aquí toda la vida”, confesó.
Ilusionado con esta nueva aventura, Catarecha, acompañado de su mujer, viajó a Suiza e Italia para conocer mejor todo el mundo que envuelve a una joyería. Y así empezó todo. Tras muchos años dedicados a la venta de joyas, cuya clientela es 100% de la ciudad, le da mucha pena tener que bajar la persiana. “La señora a la que tengo aquí también se quiere ir”, dijo. Lo curioso en toda esta historia es que nunca ha sufrido un atraco. Catarecha aseguró que en los casi cuarenta años que lleva dentro del mundo de las joyas no han tenido ningún problema de ese tipo. Al igual que no ha tenido clientes despistados que probándose una pulsera o un collar hayan salido del establecimiento. “Se trata de un negocio serio”, garantizó el propietario.
El problema de las grandes superficies también está llegando a las joyerías. Aunque en este caso no es el motivo del cierre, Catarecha cree que “en Ceuta quedarán tres joyerías. En el gremio quedarán los fuertes que se dedican al alto nivel y después las joyerías pequeñitas de poquita cosa”.
Catarecha demuestra su pasión por el oficio al hablar ya no solo de su negocio sino del resto de establecimientos del gremio de la ciudad. “Las joyerías que hay en Ceuta, en la Península no las hay. Las cantidades y las joyerías tan modernas y tan bonitas que hay, en la Península no existen”, opinó.
No hay una fecha exacta para el cierre, el propietario de esta mítica joyería ceutí cree que no pasarán más de 6 ó 7 meses. Pero, según afirmó Catarecha, quiere que sea pronto, aunque confiesa que “eso puede alargase un poco”. Según contó a este periódico, el producto que hay es caro y al estar las fronteras cerradas han perdido a los clientes que venían de
Marruecos. “Siempre gastan y les gusta el tema de la joyería”, aseguró.
Mientras tanto, sigue tras el mostrador ilusionado con cada pieza que prueba y vende. “Ahora en noviembre voy a poner en oferta algunos modelos nuevos”, confesó el joyero. No obstante, muchos productos, desde relojes hasta pulseras, pasando por collares y anillos de cualquier material, se encuentran de liquidación para todo aquel que no quiera esperar al mes de noviembre.