El pasado verano coincidí en una cena con un profesor de matemáticas jubilado. Sopló la calima con benevolencia en su recuerdo de un cierto tipo de chica, intelectual, atractiva y con aire de destiempo. Suspiró. Mientras nos traían el postre, comentó con un buen amigo lo fácil que resultaba en los setenta ligar dejando a la vista “El Manifiesto Comunista” de Karl Marx.
En los setenta, Chávarri filmó “El desencanto”. En dicha película Leopoldo María Panero, hijo del poeta homónimo, contaba que militó brevemente en el partido comunista entre la asfixia de un padre autoritario adscrito al “régimen”, pero que pronto se desilusionó. Como muchos jóvenes, creyó que con desclasarse él, provinente de una familia acomodada, o en el caso de otros reivindicar el orgullo proletario o campesino, auspiciados por la lecturas de Marx, transformarían el mundo.
Estoy hablando de marxismo, por favor, —no confundir con la famosa disyuntiva que planteó Ayúso: ¿comunismo o libertad?—. El marxismo es una teoría filosófica, que como tal nos da una interpretación del mundo: crea conceptos; nos ilumina o nos apaga con tanta verdad. De sobra es conocido que en China hay explotación, y donde hay esa “libertad” de la que es estandarte la presidenta de Madrid, también hay explotación. Marx, además de periodista, filósofo y economista recibió la denominación como maestro de la sospecha por Paul Ricoeur. Quizá os estéis preguntando ahora mismo... ¿Si el marxismo es filosofía? Hemos dicho en anteriores artículos, que lo es, pero también una teoría económica, una forma de ver la vida, una actitud y etc. ¿Se puede sospechar desde el marxismo del comunismo y del liberalismo económico, que no de la libertad? Pues claro. Es justo y necesario.
La filosofía no es una doctrina, sino el ejercicio de pensar, rectificar, sopesar, dudar, criticar... Cojamos uno de estos verbos. Marx con su crítica al capitalismo se propuso mejorar las vidas de cientos, millones de personas en el siglo XIX; conseguir más libertad, traducida en reducir la jornada laboral de 13h a 14h, como sucedía en algunas zonas industriales de Italia, y en buena parte de Europa; como sigue sucediendo en India (en muchos países de Oriente) también hoy o en la Marina Alta —Alicante— (hostelería, por poner algún ejemplo).
Karl Marx empleó un término que se hizo famoso en distintas clases sociales: alienación. Puede que a alguien esta palabra le recuerde a “Alien, el octavo pasajero”, pues aunque son palabras distintas, tienen la misma raíz etimológica (el otro). En palabras de mi amigo Jaime González: “del latín "alienus' viene la voz patrimonial 'ajeno'. Así que en lugar del cultismo 'alienar, alienación'” podríamos usar el patrimonial 'enajenar, enajenación'. En esta corriente filosófica significaría ser alguien distinto al que se quiere ser en realidad. Sin embargo, este concepto acuñado por el filósofo de Trier, propuso la posibilidad de que el ser humano, si reclamaba unos derechos básicos, no estuviera alienado. O, al menos, sufriría menos la alienación.
¿Qué es la alienación? Sucintamente una situación física y mental alarmante que podemos padecer los humanos si carecemos de una condiciones laborales mínimas que no nos aboquen a los accidentes laborales o a la consulta del psiquiatra por estrés laboral. En la época de Marx, la alienación era tan palmaria en Occidente. Pero...¿Podían las trabajadoras y los trabajadores pararse a reflexionar? No mucho, al menos de manera académica. Hacían filosofía mental, porque no tenían enciclopedias y apenas sabían leer, escribir o multiplicar muchos de ellos. No obstante sabían lo que era injusto.
En nuestros días, para algunos de desencanto, y para otros de “gozo de existir”, la alienación pasa más inadvertida que nunca. Alienación o malestar —palabra más en boga—. Sobre Marx también cayó el desencanto, su filosofía pasó de moda: como dejar entrever que se era lector de su filosofía para ligar.
Os invito a que os acerquéis a su pensamiento para sacar vuestras conclusiones, no como política de partido sino como pensadores. Os lanzo la siguiente pregunta: ¿puede la filosofía de Marx arrojar luz en nuestro presente? Quizá no nos quite el desencanto, por otro lado, las y los románticos lo necesitamos, como también visionar “Tiempos Modernos” de Chaplin...
Carmen Corral
Es Profesora de filosofía y ELE, además de correctora de textos
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