Hoy, con la venia de los lectores, me voy a permitir la licencia de escribir sobre las Fiestas Patronales de Santa María Magdalena, en Mirandilla, mi querido pueblo, que se celebran, bajo la advocación y en honor de dicha Santa, precisamente, este mismo día, 22 de julio, el mismo en que verá la luz este artículo.
La historia de la imagen de la Magdalena, Patrona de Mirandilla, es muy bonita, por cuanto supone de fe, fervor y veneración de los mirandillenses (mis paisanos) hacia su Santa Patrona. Y es que, aunque el pueblo fue originariamente habitado desde tiempos romanos, según tengo plasmado en mi libro “Mirandilla, sus tierras y sus gentes”, que me fue editado por la Diputación de Badajoz en 2005, pero aquellos antiquísimos habitantes en nada se corresponden con los que después poblarían, definitivamente, Mirandilla.
Lo que sí existen de aquellos tiempos son claros vestigios, como el pozo que abrieron en ladera sur de la sierra que mira hacia Mirandilla, en el lugar conocido por Las Huertecillas, donde todavía se conserva el pozo romano del Venero, del que los mismos construyeron una cañería subterránea entubada para llevar agua potable al pueblo.
Recuerdo que, en mi tierna niñez y juventud, iban las mujeres en las caballerías y algunas con la “panera” a la cabeza a lavar la ropa y otras a por agua, hasta que posteriormente se gestionó su traída del Pantano de Cornalvo, ubicado al lado opuesto de la sierra, de la que el pueblo dista unos 4 ó 5 kms. Luego, allí mismo al lado del Puerto, existe también un naranjal de origen godo que, tras el año 713, que los musulmanes invadieron Extremadura, fue replantado por ellos.
En mi libro “Mirandilla, sus tierras y sus gentes”, que me fue editado por la Diputación de Badajoz en 2005, refiero que el pueblo fue fundado con su actual nombre el año 1275, por gentes entonces venida de Miranda de Duero. Pero como siempre estoy rebuscando datos y noticias sobre mi pueblo, sobre Extremadura y todo lo que es extremeño, pues resulta que ahora me he encontrado con varios documentos fehacientes, en virtud de los cuales se acredita que Mirandilla, en realidad, fue fundada el año 1230, que fue la misma fecha en que Mérida y los pueblos de su comarca fueron reconquistados a los árabes 45 años antes de lo que se creía, aunque ya en mí mismo libro adelantaba que existían bastantes posibilidades que el pueblo hubiera sido fundado en esta segunda fecha por los de Miranda de Duero, pero que ahora lo tengo documentalmente confirmado.
Y, en relación con son las Fiestas de la Magdalena de Mirandilla, resulta que, en el siglo XIII, había en los alrededores de mi pueblo otras dos pequeñas poblaciones que contaban con muy escaso número de habitantes, una era la de Muñinas, a mitad de camino hacia Mérida; y, la otra, la Atalaya de Juan Ramos, ubicada en su parte norte contraria, en la ladera de las sucesivas sierras, Bermeja y del Moro, que rodean el pueblo, cuyos dos promontorios están cruzados por el desfiladero del Puerto, ubicado al lado de la misma Atalaya; y también ésta se abre paso hacia Mirandilla a través del camino vecinal que conduce al Venero y a la ermita de San Isidro, que está en el mismo Puerto y fue construida el año 1958. Precioso lugar, con lindas vistas placenteras, donde cada 15 de mayo el pueblo celebra su tradicional romería de San Isidro, en plena primavera, cuando los campos de Extremadura están pletóricos, estallando de verdes, floridos y hermosos.
Pues bien, el año 1375, es decir, 145 años después de haberse fundado Mirandilla, el comendador de Mérida, por orden del Maestre de la Orden de Santiago, D. Pedro Vélez de Figueroa, dispuso que los lugares poblados próximos a Mirandilla, o sea, la Atalaya y Muñinas, como ambos estaban entonces escasamente habitados, se unieran a mi pueblo, de manera que entre las tres localidades pasaran a formar una urbe mayor concentrada en Mirandilla, a fin de poder optimizar los servicios y economizar su estructuración urbana; de forma que, tras estar los dos lugares concentrados en Mirandilla, tuvieran más capacidad en la toma de decisiones y mayor ucualificación y personalidad jurídica. Entonces, los pocos habitantes de Muñinas y de la Atalaya, se unieron a Mirandilla, trasladándose a vivir a mi pueblo; si bien, como en Muñinas había una huerta muy fértil y algunos de sus propietarios tenían allí su medio autosuficiente de vida, pues pidieron y obtuvieron que se les permitiera quedarse provisionalmente en Muñinas.
Aquellos antiguos habitantes de Muñinas, habían venido antes rindiendo culto a una imagen que tenían en una ermita entonces cariñosamente conocida por la “Malena”, cuyo nombre era una apócope de la Magdalena, a cuya imagen continuaron dando culto las familias que se quedaron en Muñinas; de modo que aquella imagen siguió prestando servicio espiritual a las pocas familias que allí siguieron.
Y así continuaron hasta el año 1770, cuando dos visitadores de iglesias y ermitas de la Orden de Santiago, fueron hasta Muñinas para comprobar el estado de uso y conservación en que la ermita de la Magdalena se encontraba; y objetaron, que aquel lugar estaba ya casi abandonado, que sólo quedaban allí varios feligreses y que la ermita ya no gozaba del debido estado de atención y pulcritud en que antes se había venido encontrando; de manera que, el Vicario de la Iglesia de Santa Eulalia de Mérida, D. Pedro Vélez de Guevara, valiéndose de su mayor autoridad religiosa, dispuso que la imagen fuera llevada a de Mérida.
Pero, enterados los de Mirandilla que la imagen de la Magdalena de Muñinas había sido trasladada a Mérida, toda la población en bloque reaccionó, tanto los familiares descendientes de los originarios de Muñinas que se trasladaron a Mirandilla, como también los originarios de los antiguos mirandillenses que no habían quedado en Muñinas, pues montaron en cólera y eligieron una comisión delegada para que gestionara de las autoridades religiosas emeritenses la recuperación de la imagen de la Magdalena a Mirandilla, por pertenecer la misma a los antiguos muñineros que luego terminaron concentrándose en Mirandilla.
Sin embargo, los emeritenses se negaron a entregársela; de forma que incoaron un procedimiento ante la autoridad competente, que, como la misma era de Mérida, pues ésta fue dándole largas al asunto hasta terminar oponiéndose frontalmente a que la imagen de la Magdalena fuera entregada a los de Mirandilla. Aquella entorpecedora táctica dilatoria, lejos de arredar a los mirandillenses, les llevó a exacerbar los ánimos y a unirse solidariamente para hacer valer la razón que en derecho les asistía, prosiguiendo, aún con mayor empeño, en su irrevocable decisión de rescatar dicha imagen de Santa María Magdalena.
A ello, ayudó todavía más una vieja leyenda que se suscitó por entonces, en el sentido de que la imagen, cuando la llevaron a la iglesia de Mérida, en las mañanas siguientes aparecía girada hacia Mirandilla, lo que llevó a interpretar a los mirandillenses que la Santa no quería estar en Mérida, sino en Mirandilla, cuya elucubración, pienso, que, más debería tratarse de ficción que de realidad: pero ellos se empeñaron en rescatarla, a toda costa.
En mi investigación, he podido encontrar indicios racionales fundados de que, viendo los mirandillenses lo difícil que tenían convencer de su razón a los de Mérida, pues intuyo que debieron pactar con ellos para que les entregaran la Magdalena, a cambio de una gran parte del término municipal de Mirandilla, lo que se sobreentiende que fuera así, porque tengo probado que el término municipal de Mirandilla llegaba entonces hasta el alto del cerro que da vista a Muñinas, hasta los terrenos conocidos en todo el entorno como “Lanza”, los Barros y el Cerro de la Mina, que, además, la gran mayoría de las fincas y senaras de labradores que todavía hay alrededor, son propiedad de los de Mirandilla; mientras que ahora el término emeritense se extiende
la imagen, cuando la llevaron a la iglesia de Mérida, en las mañanas siguientes aparecía girada hacia Mirandilla, lo que llevó a interpretar a los mirandillenses que la Santa no quería estar en Mérida, sino en Mirandilla
hasta el pantano o Charca del pueblo que está, prácticamente, en sus mismas puertas; por lo que quedó reducido en bastantes kilómetros cuadrados. De ello, claramente se deduce que, cuando los de mi pueblo pactaran con Mérida y ésta, por un lado, consiguió que avanzara su término municipal mucho más allá de lo que fuera legal y razonable; y, por otra parte, también mis antepasados paisanos los mirandillenses consiguieron recuperar la imagen de Santa María Magdalena, estos últimos, en un acto reverencial de afirmación de fe y de su propia titularidad dominical sobre la imagen, pues lo que hicieron fue declararla, nada más y nada menos, que Patrona de Mirandilla, a todos los efectos y con todas las consecuencias.
Y ese es el motivo por el que, desde entonces, se vienen celebrando en mi pueblo sus Fiestas Patronales de la Magdalena con tanto entusiasmo, alegría y regocijo, en señal de aquella victoria conseguida de haber rescatado a su Santa. Y esa es, también, la causa, el motivo y la razón por los que en Mirandilla queramos y veneramos tanto a nuestra Patrona Santa María Magdalena. Lo que ha sido para mí un honor y una íntima satisfacción poderlo aclarar así a mi pueblo y al público en general. Pues, paisanos/paisanas: ¡FELICES FIESTAS DE LA MAGDALENA!.
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