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Festividad de San Isidro Labrador

El carisma  de San Isidro ha propiciado que su festividad, que se conmemora el día 15 de mayo, se celebre en diversas localidades de las distintas Comunidades Autónomas de nuestro país y en otros lugares de  América Latina  y que acreditan las cualidades y virtudes de este labriego que cayó bien a todos los estamentos y clases sociales. El Patrón supo impactar en los colectivos más heterogéneos y personas de la más variada condición, como ese biógrafo de lujo que tuvo que fue Lope de Vega. Esa amplia veneración de que gozó el Santo le hizo acreedor a que el pontífice Juan XXIII le honrara con el título de Patrón de todos los labradores españoles, el 16 de diciembre de 1960. El cronista Pedro de Répide reseña como  la  beatificación  de San Isidro tuvo lugar   14 de junio de 1619 , siendo pontífice Paulo V, y  su canonización el 12 de marzo de 1622  cuando era papa Gregorio XV. El marco donde se celebraron tanto las fiestas de su beatificación como de su canonización fue la Plaza Mayor de Madrid. Las de su canonización   se realizaron conjuntamente con  las de  Santos  que destacaron por su sabiduría en el seno de la Iglesia como Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Teresa de Jesús y Felipe Neri.
Parece que Isidro tenía una especial facultad taumatúrgica por su facilidad para realizar milagros. En ese sentido se le atribuyen nada menos que más de 400 milagros y a su esposa María unos 80.
Mesonero Romanos, cronista de Madrid,  reseña  que la mayoría de los biógrafos se decantan por afirmar que el nacimiento de Isidro de Merlo y Quintana puede que tuviera lugar en 1082 y su muerte el 30 de noviembre de 1172. Esto  confirma la tesis  de su longevidad, ya  que vivió hasta los 90 años. Hijo de campesinos practicó la misma profesión de labriego al servicio de la ilustre familia de los Vargas y desempeñó también el oficio de zahorí ( El término zahorí procede del árabe: zuhari ) y  en su primera acepción, según el diccionario de la RAE, se aplica a la persona  a quien se atribuye la facultad de descubrir lo que está oculto, especialmente manantiales subterráneos). Esa singular destreza para horadar pozos de Isidro dejó su huella en diferentes lugares de la Villa matritense.
El siempre admirado Lope fue enclave fundamental para difundir las virtudes del Santo y consolidar su popularidad. Los poemas del Fénix de los Ingenios sobre San Isidro y Santa María dela Cabeza constituyen un hermoso testimonio literario sobre ese matrimonio ejemplar. Una esposa adecuada, conforme a la época, para el Patrón, cuyo perfil  Lope refleja , como indica José María Mena,  en una de sus obras cuando reseña:
“Dadle una mujer prudente/que su vida y hacienda aumente,/no de mala condición/ que es afrenta del varón/ la mujer inobediente./ Que la moza honesta sea/ y advertid/ni muy linda ni muy fea/y que sea de Madrid”.
Este juicio que emite Lope sobre el papel que deben desempeñar el hombre y la mujer  no sería admitido en la sociedad actual, ya que lamentablemente en   aquella época  se conceptuaba al esposo en un escalón superior al de la mujer.
Para paliar esa discriminación  indicada en el párrafo anterior hago referencia a esa hermosa copla sobre el romántico enlace y encuentro del Santo y Santa María “San Isidro Labrador/ se casó en Torrelaguna/ porque allí encontró una moza/más hermosa que la luna”.
Esa protección isidril en donde mayor significación adquirió fue en la agricultura, en las numerosas peticiones para que las labores del campo obtuvieran el resultado esperado de buenas cosechas, pero, igualmente, el Patrón ha sido el referente para la búsqueda de aguas sanas para la salud de las personas, e, igualmente,  para poder regar los campos. El hecho de que  el Santo tuviera esa singular habilidad para encontrar pozos y localizar aguas subterráneas, aparte de los milagros relacionados con ese preciado componente, como extraer agua en lugares inverosímiles e inhóspitos, propició la difusión de su fama. La curación, merced al milagro en donde con un aguijada golpeó una peña de la que salió agua  para saciar la sed de su amo y que curó a  Carlos I y Felipe II, fue lugar de peregrinaje por esa devoción al Santo que se extendió a todos los estamentos.
La devoción a San Isidro tuvo especial relevancia en el siglo XVII , en el que además se  le declaró Beato por  y Santo. Fue cuando su representación artística en la pintura y en la escultura proliferaron de un modo especial y la literatura glosa a este labrador a través de la prosa y la poesía. En este sentido, Francisco Moreno menciona   al  insigne Fénix de los Ingenios, Lope de Vega, que escribió tres obras: las de “San Isidro Labrador en Madrid”, de 1617, y pocos años más tarde “la niñez de San Isidro” y “la juventud de San Isidro”. También otras piezas literarias a destacar fueron: “Comedia de San Isidro Labrador de Madrid y victoria de las Navas de Tolosa por el rey Alfonso”, sin que en realidad se sepa a quien fue su autor.  En los siglos XVIII y XIX :“El lucero de Madrid, San Isidro Labrador” de Antonio Zamora, de 1774 y “Vida y Milagros de San Isidro Labrador”, de Salvador María Ginés que llegó a escenificarse en el Teatro Español  en mayo de 1888. Asimismo, destacan los lienzos de comienzos de siglo XX que figuran en la colección del Museo de San Isidro: el tríptico de Cecilio Pla, con tres óleos: “Los Isidros de Madrid” (1906), “San Isidro en oración” (1906)  y “Los Isidros en Segovia” (1906).“En la Pradera”, de Francisco Navas Linares y otra aguafuerte anónima, que data  de 1870 denominada “ La Romería de San Isidro” Igualmente sobresalen los romanceros, aleluyas , tallas,  pinturas y litografías del Santo y su esposa de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, algunos de autores anónimos  y otros lienzos que corresponden, entre otros, a Alonso del Arco, Baltasar Talamantes y José Conchillos, pero el cuadro más  relevante es el de Alonso Cano “El milagro del pozo” ,  cuyo motivo se centra en la acción del Santo que rescata providencialmente a su hijo cuando cae al pozo, lienzo  que se encuentra en la colección del Museo del Prado. Este óleo lo realizó el pintor en las postrimerías de la primera mitad del siglo XVII.
Lope en su obra: “Isidro, poema castellano de Lope de Vega Carpio … en que se escribe la Vida del bienaventurado Isidro, Labrador de Madrid y su Patrón divino, dirigida a la muy insigne villa de Madrid...”,  publicada en el año 1602 describe con entusiasmo la figura de San Isidro. Según Francisco Moreno se trata de una traducción del manuscrito de Juan Diácono que efectuó en 1599, a instancias de   Domingo de Mendoza, dominico. Era tal la veneración de Lope por él que no le importó modificar en algunos términos conscientemente la traducción del original con tal de que Isidro fuera reflejado como  el personaje perfecto y que recibiera las mayores loas desde todos los puntos de vista. En este sentido, Lope ofrece una hermosa semblanza, aspecto e imagen del Santo y de Santa María de la Cabeza, su fiel, virtuosa y amada esposa  :
“Era Isidro alto y dispuesto,/ Bien hecho, humilde y modesto,/Nariz mediana, ojos claros,/En ver y vergüenza raros,/De andar suspenso y compuesto./El cabello Nazareno,/Bien puesta la barba y boca, / El rostro alegre y sereno,/Que la risa siempre es loca/ La voz entre dulce y grave,/Pero si os pasáis pinceles/Al alma un ángel Apeles/ Pinte de vos lo que sabe.”
En cuanto a María  compuso estos hermosos versos:
“Era María trigueña,/  de ojos garzos, vergonzosos,/ viendo y mirados hermosos,/ la boca honesta y pequeña,/ los cabellos espaciosos./ De su tiempo nos quedó/este retrato, que yo/ he visto y considerado,/Supuesto que en el traslado/tan vivo color faltó.”
Adquirieron fama y notoriedad las justas poéticas que se celebraron en honor del Santo con ocasión de su festividad y era conocida, a este respecto, la rivalidad de dos eminentes escritores del Siglo de Oro Español: Luis de Góngora y Lope de Vega, hasta el punto que uno de ellos procuraba no acudir si el otro concurría a uno de los certámenes.
Cuando Lope tuvo la rápida noticia de que, con ocasión de la beatificación y canonización de San Isidro, que se proyectaban celebrar  justas poéticas maniobró para que fuera designado organizador de los concursos y él se hizo cargo de la redacción de las bases, del contenido de los premios, de la elección del cartel y, además, manipuló para ocultamente siendo miembro del jurado que otorgaba los premios participar en 1620 con un poema a nombre de su hijo, obteniendo el primer galardón. En 1622 su desfachatez llegó hasta tal punto que ganó el tercer premio presentándose con el nombre de su hija que solo tenía cinco años y con su propio nombre ganó el primer premio en la primera justa y también otro galardón en la segunda. Además no desperdiciaba el tiempo para  satirizar a los partidarios de su eterno rival, Luis de Góngora. En 1962, José García Nieto ganó la justa poética convocada por el Ayuntamiento de Madrid con un soneto y en 1966 García Nieto volvió a ser el primer premio de otra justa con la obra poética: “Diálogo de San Isidro y Santa María de la Cabeza bajo el cielo de Madrid”. Quizás fue en 1970 cuando se celebraron las últimas justas.

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