Detrás del uniforme hay sacrificio y dedicación, pero también un componente humano de peso. Podría decirse con certeza que Fernando Rocha personifica esta premisa. Después de más de cuatro décadas de servicio, pasa a reserva y deja tras de sí una estela de cargos. Su último mérito ha sido ser General Segundo Jefe de la Comandancia General de Ceuta. Compañero de promoción del rey Felipe VI, comparte sus recuerdos y recuerda que los pilares del Ejército son los hombres y mujeres que lo componen.
- ¿Cómo encara esta etapa?
- Es una mezcla de sentimientos. Es un orgullo haber llegado hasta aquí en una carrera militar larga y exigente. Llegar a general no es fácil y tampoco lo esperaba. Está por otro lado que estoy en mi ciudad, en Ceuta y tener que dejarla es un poco triste. En definitiva, es una fusión de emociones alegres y tristes. Estoy agradecido por la vida que he tenido, por la carrera militar y haberla acabado aquí. Es un colofón muy bonito y muy especial para mí.
- ¿Qué se plantea a partir de ahora?
- En principio tengo que ir a ver al jefe del Ejército a ver si me necesita. Después de más de 40 años dedicados al cuerpo sigo disponible para lo que quiera, pero en el caso de que no precise de mí, porque evidentemente hay gente joven que viene por detrás, en ese caso, buscaría algo dentro de la vida civil ya sea en España o en el extranjero. Tengo apertura de miras. Empezaría a preparar un currículum, como cualquier persona, y a ver si me quieren en algún sitio.
- ¿Y si de repente le llaman?
- Eso dependerá de donde esté, de si tengo un trabajo o no, pero, en inicio, siempre estaría disponible para mi Ejército.
- ¿Qué echará de menos de su vida como militar?
- El día a día. Es muy exigente, muy demandante, pero es muy atractivo. Poder compartirlo con hombres y mujeres que se dejan la piel. En Ceuta especialmente, porque es lo que he visto últimamente. Los miembros de las unidades de la Comandancia luchan cada día por ser mejores por cumplir sus misiones. No es fácil. Son muchos días de maniobra, de ejercicio fuera de la familia…muchas noches de instrucción. La vida militar siempre es dura en horas de servicio, pero es muy atractiva. Ves a las personas prepararse arduamente. Está también llena de satisfacción.
- Precisamente le iba a preguntar por este asunto. Los ciudadanos de a pie lo que ven es la punta del iceberg. ¿Qué hay detrás? ¿Cómo describiría la profesión?
- En Ceuta se ve mucho. Aquí es fácil ver gente de uniforme por las calles. La profesión es dura, mucho. Exige una disponibilidad plena, cambiar permanentemente de destinos y eso significa que tu familia se quede en un lugar o traerla a otro. Si tu mujer trabaja, si tus hijos están estudiando…Es cambiar de ámbito y de amigos. La parte personal es difícil, pero la exigencia, la disponibilidad, el salir de ejercicios, el manejar siempre armas o explosivos, el desplegar en misiones normalmente en lugares donde hay cierto riesgo… Todo ello, la profesión, obliga a estar muy centrado, a tener una capacidad potente de estar al día muy preparado y atento a todo lo que puede pasar a tu alrededor. No es fácil, pero sí que es bonita y te llena.
- Se habla mucho del entrenamiento físico, pero también hay un entrenamiento mental, ¿cierto?
- Sí. La preparación es constante, física y mental. Eso se ve cada día. Se suele empezar la jornada con ejercicio físico, porque hay que estar entrenado. Cuando hace mucho calor o mucho frío hacemos ejercicios en diferentes ámbitos, soportando estas temperaturas bajas o altas. La mental es muy importante y se trabaja. Cuando un militar va de misión, deja a su familia aquí y durante mínimo seis meses. Es así, sin verlos y sin poder ir a casa. Eso necesita un entrenamiento y requiere, sobre todo, estar centrado y tener clara cuál es la idea. Después, hay que dar mucha información a la familia. La comunicación es constante para que ellos vean que está bien, para que no se preocupen porque pueden sufrir con esa distancia y esas ausencias.
- Es complejo resumir esta larga trayectoria, pero, ¿cuál diría que son los hitos más importantes?
- Es difícil resumir más de 40 años. En mi caso, el primero fue aprobar una posición que era entrar en la Academia General Militar, donde te haces un oficial, y donde te pegas 5 años preparándote para ello. Después, cada vez que he ascendido, he tomado mayores responsabilidades. Ello ha exigido mucho. Por ejemplo, en España principalmente se habla español, pero, cuando hay que ir a la OTAN, cuando quieres plegar con unidades de esta entidad, ya hay que prepararse y hablar otros idiomas. En mi caso tuve que ir varias veces a países anglosajones a aprender la lengua. A adquirir un nivel de inglés suficiente como para entenderme no sólo en reuniones sino en los momentos críticos de las misiones, a cómo pedir una evacuación aérea o cuando estás en una situación de peligro y necesitas ayuda. Después estuve destinado en Italia y también aprendí italiano. Al final, los sitios son los que marcan un poco la vida. Ahora hablo inglés, italiano, un poco de brasileño.
A eso sumar que el ir ascendiendo y cumpliendo lo que se pide y lo que se espera de ti no es fácil. Cada vez la exigencia es mayor. Hay gente que se especializa en un tema, hay otros que son más generalistas. Para mí un hito muy importante fue llegar a ser coronel y mandar una Unidad de tipo regimiento porque implica mucha responsabilidad. Son muchos hombres y mujeres bajo tu mando. Hay que estar atento, conocerlos bien, saber cuales son sus sueños, sus problemas, sus ilusiones y eso demanda mucho. Siempre para mí el personal ha sido muy importante. Saber bien de ellos y qué es lo que desean o cuáles son sus inquietudes es importante.
Hay que añadir que, llegar a general, es muy complicado, pero esto es ir un poco más lejos de lo que son los hombres y mujeres que trabajan a sus unidades. Sin embargo, he seguido preocupándome por ellos y he intentando ver un poco más allá.
- Una labor de alta exigencia, ¿Qué aspecto es el que más le ha solido preocupar a lo largo de su carrera?
- Para mí lo más importante que tenemos son las personas. Los hombres y mujeres que se dejan la piel, que luchan cada día y que tienen sus propios problemas. Tienen su familia, sus parejas y esta posición exige mucho. Eso hace que ellos tengan sus complicaciones e incluso hay parejas que tanto él como ella son los dos militares y, de repente, uno por ascenso o por otra razón se va a otro sitio. Mi objetivo ha sido intentar unir a las familias y que estén bien porque si lo están, primariamente el militar rinde mucho más. Después, lo segundo más relevante es la preparación porque cada vez que se manda gente a desplegar esta es muy exigente para ellos. Está muy por encima para que sepan responder a cualquier tipo de reacción o para que sean muy buenos en primeros auxilios porque pueden salvar a un compañero. También que estén muy capacitados en medidas de protección porque es vital para sus vidas. Es una serie de cosas que lleva la preparación y en las que más me he fijado, las personas y organización.
- ¿Cuáles han sido los momentos más complicados?
- Los que más cuando han fallecido compañeros. Ha habido varios por diferentes razones en nuestra Comandancia General. Tuvimos un problema con el Cabo Driss que fue asesinado fuera del Ejército y de la zona de servicio. Era muy conocido con mucho prestigio. La dama legionaria Nayra Solero, que murió también por un cáncer y estuvimos encima de ella. Todo el mundo la apoyó. Darío Duzmán, el cabo Palacios de Regulares, que falleció en un ejercicio con fuego de mortero en el extranjero, en una labor de la OTAN y el cabo mayor Galindo. Son los momentos más duros. Hay que acompañar a las familias. Estamos con nuestra gente y hacemos lo imposible porque esa pena que tienen sea menor. Esta también es nuestra, pero evidentemente la de ellos es mucho mayor.
- Son parte de los compañeros que se lleva en el recuerdo.
- Claro. Ese recuerdo lo seguimos manteniendo. El Ejército es una institución donde se rememora mucho al caído porque cuando se hace un acto militar, ya sea por aniversario o por un evento especial a los caídos, siempre los nombramos. Invitamos a las familias porque van a estar siempre ahí. Algunos fue un acto de servicio, otros no, pero eligieron esta profesión que no es fácil y nos vemos un poco obligados.
- Más allá de los idiomas, ¿qué le enseñó la experiencia en la OTAN?
- Lo que más es que es muy importante pertenecer a una organización internacional. Igual que la Unión Europea. La OTAN, que es una organización militar más defensiva, es la que hace que el conjunto de militares de muchos países estemos de acuerdo y estemos dispuestos a defendernos unos a otros. Es muy importante. Un país solo es muy difícil que tenga la capacidad para protegerse de una agresión. Lo vemos en Ucrania. Lo que está pasando en un territorio muy grande como Rusia y a otro mucho más pequeño como Ucrania. Estas coaliciones son importantísimas. Estar dentro de la OTAN y de la Unión Europea está por encima de hablar el inglés y de ser capaces de comunicarnos. Es tener un Ejército capaz de estar al nivel que tienen nuestros aliados, que lo tenemos. Eso exige un gasto en defensa, mejorar mucho las tecnologías porque estas avanzan tremendamente para todos, para los que son aliados como para los que no, y, también, para los que son terroristas. La exigencia es máxima. Es muy importante trabajar en equipo. Sin duda unidos somos mucho más fuertes.
- Ahora que saca a la palestra la preparación, ¿cómo crees que ha evolucionado esta en de las tropas ceutíes?
- Ha cambiado muchísimo a lo largo de los años. Es fruto de la sociedad que vivimos, de estas nuevas tecnologías, de cómo se mueve el mundo y de cuáles son las nuevas amenazas. Eso nos hace tener retos nuevos. Nuestros soldados en cualquier Unidad están preparados. Lo están y nosotros contamos con una serie de campos de instrucción que vamos mejorando con esa tecnología, por ejemplo, con blancos móviles, en movimiento, que es lo que nos vamos a encontrar después en caso de un conflicto. Los vehículos más adaptables; con más blindaje. Estamos cambiando la forma de trabajar y de combatir. Está la tercera dimensión, es decir, la proliferación de lo que se llaman drones o medios aéreos que son manejados por máquinas. Es el nuevo desafío del Ejército hay que saber cómo son y que luchen a favor, así como defendernos de ellos porque son muy peligrosos. Hemos progresado mucho y nuestra gente está al día de las nuevas tecnologías.
- Usted también ha tenido vinculación con Regulares. ¿Cómo ha sido formar parte de esta Unidad militar?
- Empecé mi carrera militar en Regulares de Melilla como teniente. Después cuando fui coronel y mandé en la Unidad. Hice el mando del grupo de Regulares de Ceuta. Eso es una alegría tremenda. Eso ha significado volver a mis inicios. Comencé como teniente y volví de coronel, pero, claro, con una responsabilidad tremenda. Es dirigir a unos 700 hombres y mujeres, sobre todo ellas, muy orgullosas de donde están. Personas que llevan el peso de pertenecer a una Unidad con un pasado tremendo e histórico, lleno de hechos heroicos y de sacrificios humanos. Eso te hace tener mucha responsabilidad y también mantener la tradición. Hay muchos que se visten con el uniforme. Mucha población musulmana y también cristiana. Eso es fantástico. Es muy atractivo cuando uno va a ver las unidades de Regulares. El acuartelamiento es una joya artística. Evoca al protectorado, que fue donde despegaron estas unidades al principio… El acto a los caídos donde se reza una oración cristiana y una sura musulmana. Es un evento único. Creo que es insólito en el mundo. Eso es un patrimonio de los Regulares y vivir esa posibilidad de estar al mando con estos hombres y mujeres de diferentes culturas es magnífico. Llena de satisfacción. Siempre he dicho que andar por Hadú, en ese acuartelamiento, era para mí una delicia. Me paraba muchísima gente cuando iba yo con mi tarbuch. Es un orgullo que tiene todo el barrio. Está al lado del Poblado de Regulares, donde pues se apoyan unos a otros. Llena de satisfacción y orgullo vestir ese uniforme.
- Si volvemos a los inicios. ¿Cómo comenzó todo esto? ¿En qué momento decidió usted ser militar?
- En mi caso no era difícil porque mi padre era militar. Mi abuelo, el padre del mío también lo era. Los dos habían sido Regulares. Lo viví de pequeñito. Vi esos cambios de destino. Residí en el Sáhara, en Canarias, en Córdoba y en Bilbao porque íbamos acompañando a mi padre por los destinos que tenía. Mi hermano mayor también se hizo militar, fue también a la Academia de Oficiales, así que lo experimenté desde temprano. Me entró por las venas. Quería ser como mi padre.
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