El año 1919 comenzó muy cuesta arriba para Ceuta. En plena Guerra Mundial, la crisis no solamente había llegado a las arcas municipales, sino también a todos los hogares ceutíes, del más opulento al más modesto. La razón: la falta de pan, que hubo de ser cubierta mediante la ayuda de otras poblaciones como Tetuán o Tánger, a través de las autoridades francesas.
El alcalde, Isidoro Martínez Durán no dudó en poner todo de su parte, incluso su propio patrimonio. Pero la población exigía cambios y las huelgas y protestas obreras eran constantes. Así, mientras el Ayuntamiento anunciaba la reducción de gastos para las fiestas, la Cámara de Comercio llegaba a plantear encargarse ellos de organizar los festejos, con el presupuesto que tuviera el Municipio, lo que naturalmente, no fue aceptado.
Por si fuera poco, la comarca cercana entre Tetuán y Ceuta se convirtió en escenario de constantes refriegas bélicas, en las que hubo numerosas víctimas. Sin embargo, los peores combates vendrían en el otoño, dirigidos por el nuevo comandante general.
Y es que cuando se preparaban los modestos festejos de 1919, concretamente el 24 de julio de 1919, se produjo el nombramiento del hasta entonces comandante general Domingo Arraiz de Conderena como General de la primera División, siendo designado para sustituirlo el entonces ayudante del Rey Alfonso XIII, Manuel Fernández Silvestre, que dos años más tarde protagonizará uno de los momentos más tristes de la historia de España. El cambio, todo hay que decirlo, se recibió bastante mal.
Pero queríamos fijarnos en los festejos de agosto, y eso vamos a hacer, gracias a la prensa, los programas, las actas capitulares y algunas noticias conservadas por el entonces archivero Cayetano González Novelles.
Habíamos mencionado la polémica por la propuesta del alcalde de reducir los festejos a la mínima expresión, y el disgusto que se produjo en la calle, capitalizado entre otros por la Cámara de Comercio de Ceuta.
Estaba claro que los actos religiosos no se verían afectados, es decir, la novena, la Salve Solemne del día previo a la festividad de la Virgen y la función solemne del 5 de agosto. El sermón de esta última jornada corrió a cargo del magistral de la Catedral de Ceuta Benito Troitiño y Rey, notable predicador y autor de algunos libros, que diez años más tarde promovería a una canonjía en la catedral de León. Además, habría el tradicional reparto de limosnas en el mercado público.
La parte lúdico festiva tenía diferentes niveles. Para comenzar, la mañana del día 5 había una diana en la que solían competir las diferentes músicas de los regimientos de la guarnición. Esa tarde se celebraban regatas en la bahía norte y al día siguiente las célebres cucañas en el muelle del Comercio, en las que jóvenes y no tan jóvenes competían por los premios colocados en lo más alto de la cucaña, instalada en una frágil embarcación.
Durante las tres las noches se celebraban las denominadas “Veladas”, en la plaza de Africa, anunciando una importante iluminación, tanto eléctrica como a la veneciana, es decir, con farolillos de colores que se complementaban con arcos de luces eléctricas. Sin embargo, nuestro particular cronista, Cayetano González Novelles, cuenta en una nota que este año ambas fueron realmente pobres, lo que aún quitaba más alegría a los modestos festejos.
Naturalmente, las veladas consistían en una verbena amenizada por alguna banda de música local, que tocaba las piezas del momento para que fuesen bailadas por jóvenes y mayores. El Ayuntamiento instaló el pabellón municipal de madera a ese efecto y encargó a la sociedad La Peña de Ceuta que organizara el evento, que sin duda fue el gran éxito del año 1919. Lo demás, alguna tómbola –muy criticadas por su falta de calidad- y modestos carruseles para los niños.
El comercio quiso apuntarse un tanto encargándose de organizar los festejos taurinos, en la plaza del Llano de las Damas, inaugurada en los festejos del año anterior. Se creó una Junta Organizadora de Corridas de Feria, que presidió el comerciante Francisco Ruiz Medina, y trajeron para el día 5 a los novilleros Carnicerito de Málaga, Facultades de Sevilla y De la Rosa de Jerez, que lidiaron ganado de Anastasio Moreno, que podríamos calificar de “aseadita”. La del día siguiente la lidiaron Carnicerito, Ernesto Pastor y de la Rosa, con novillos de Pérez de la Concha, más regular que la anterior y con menos público.
Así eran nuestras fiestas hace un siglo, las mismas que podemos encontrar en la prensa de la época en cualquier otra población de sus características de la provincia gaditana.
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