El Ministerio del Interior ha sido atropellado hasta para comunicar la fecha de apertura de las fronteras de Ceuta y Melilla. Marlaska aprovechó un acto de la Guardia Civil para ‘soltar’, como si de cualquier valoración se tratara, la noticia más esperada por muchísimas personas en años. Así no se hacen las cosas y, menos aún, de manera tan confusa. Sobre todo porque se juega con las esperanzas de muchísimos hombres y mujeres de los que dependen sus trabajos y la única inyección económica que pueden percibir. No solo son los transfronterizos sino también comerciantes, empresarios, taxistas que han visto cómo sus ganancias han bajado muchísimo porque una de las dos puertas que tiene esta ciudad sigue cerrada.
De forma atropellada Marlaska decidió dar la fecha esperada, pero dejando muchas dudas en el camino. Las delegadas del Gobierno de ambas ciudades deben comparecer más pronto que tarde para dar todos los detalles de cómo se tiene que reaccionar ante tan confusa intervención ocasional. Eso debe ser así porque el tema requiere de una formalidad que no la ha tenido. Y no solo por la salida del ministro sino por lo ocurrido fechas atrás. En una reunión entre CNP y Guardia Civil con la delegada presente se cerró la apertura del Tarajal para justo después del Ramadán. De ahí se pasó al 6 de mayo. Ahora nos dan esta fecha que, confiemos, no quede enturbiada por algún otro escándalo más. No parece que sea así después de se haya elegido una jornada que pesa en la memoria de todos los ceutíes, como fue la noche en la que Marruecos decidió ejecutar un chantaje en toda regla usando a sus propios nacionales y a Ceuta como cabeza de turco.
Algunos ven esto como una afrenta, a mi juicio puede interpretarse como la elección hecha para significar que nada será como antes, sino que realmente existe una hoja de ruta clara para favorecer la relación entre dos países como siempre debió ser, qué menos que con respeto.
El oscurantismo con el que se ha tratado todo este asunto debe ser eliminado de inmediato en favor de una transparencia que nunca ha habido, pero que ahora tiene que ser ejemplar porque no se puede jugar así con las esperanzas de miles de personas y, sobre todo, hay que ser flexible para regularizar situaciones sin que haya incidencias desagradables de por medio.