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La fatiga pandémica, otra señal de alarma

Ya llevamos más de un año de pandemia y aún no hemos podido volver a la ansiada ‘normalidad’. Y Ceuta no es una excepción. Al principio, unos no daban credibilidad a lo que nos decían los medios, mientras que otros empezaron a contemplar la situación con miedo. La incertidumbre era un sentimiento generalizado porque no sabíamos ni las consecuencias del virus ni cómo iba a ser nuestra vida a partir de entonces. Tras estos largos meses de enfermedad, restricciones, cambios sociales y muerte la sociedad en su conjunto ofrece evidentes muestras de cansancio.

Para la psicóloga Blanca Bueno Murillo el confinamiento del año pasado fue muy duro e insólito para todos. “De la noche a la mañana de repente estábamos todos encerrados en casa esperando a que esa situación pasase lo antes posible y pudiéramos volver a hacer vida normal. A medida que iban pasando los días nos íbamos cansando todos, aunque se observaron muchas acciones que evidenciaron lo adaptativo que es el ser humano como las clases de deporte online, charlas, cursos, dedicación a la cocina... Aunque la situación era difícil y cansada poco a poco nos fuimos adaptando y haciendo una nueva vida normal”, recuerda.

La repercusión que está teniendo este año anómalo a nivel de salud mental, se está viendo ya en la clínica y en la vida cotidiana. Las consecuencias son en cierto modo esperables y razonables. Se trata de una situación de estrés continuo y muy largo que conduce al cansancio. Parece que este es el virus del cansancio.

En junio por fin pudimos salir a la calle. “Todos esperábamos que nuestra vida apenas hubiese cambiado, aunque simplemente esa experiencia de confinamiento nos cambió. Sin embargo, nos encontramos en una situación en la que había que tomar determinadas precauciones como la distancia social, mascarillas e higiene de manos, que poco a poco se convirtieron en rutina, pero que nos alejaban de la normalidad”.

“Al principio todas esas medidas frente al virus eran extrañas pero no nos molestaban”

Al principio todas esas medidas frente al virus eran extrañas, “pero no nos molestaban demasiado”. Sin embargo, según han ido pasando las semanas y los meses la población está más cansada.

“Ese cansancio psicológico se debe a no tener vida normal, a no poder relacionarnos como quisiéramos con nuestra familia y amigos, a ver cómo muchas familias han perdido seres queridos... Estamos cansados de no poder retomar nuestras actividades sin tener miedo al contagio, como viajar, salir de fiesta, o las comidas familiares o con amigos. Estamos cansados de no poder besar o abrazar a nuestra familia, de que nos separen dentro de la misma casa cuando un miembro de la familia se ha contagiado, de no poder despedirnos de nuestros familiares enfermos, o simplemente de salir a la calle e ir más pendiente de no tocar nada o desinfectarse que de disfrutar de un paseo”, continuó.

Otro factor importante que está influyendo en esta fatiga pandémica es el hecho de no poder celebrar nuestras tradiciones. “Las Navidades pasadas fueron sin cabalgatas y sin celebraciones familiares. Ahora, más recientemente no poder celebrar la Semana Santa como nos gustaría o actualmente el Ramadán, eso hace que cada vez estemos más hartos”.

También el desasosiego viene generado porque la población siente que no puede confiar en lo que dicen: “Vacunas que un día son fiables y al día siguiente no”. “O que unos las recomiendan y otros las demonizan. Y por otro lado, la incertidumbre de no saber cuándo acabará esto. Todos decimos que esta situación acabará algún día y que cada vez falta menos, pero aún no sabemos cuándo ni cómo será nuestra vida después de todo esto”.

Cansancio, agobio con la rutina, ansiedad y desesperanza son algunos síntomas

Toda esta situación está llevando a que muchas personas sufran trastornos psicológicos desde que empezó la pandemia, sobre todo ansiedad. “Esta ansiedad se debe al miedo al contagio, miedo a que se contagie un ser querido, miedo a no volver a hacer vida normal y la incertidumbre. Además, la gente que sí toma precauciones y tiene cuidado, está harta de ver cómo hay muchas personas saltándose las normas y sin tener cuidado. Muchas veces sienten que sus esfuerzos no sirven de nada si sigue habiendo gente que no toma precauciones y ven como el virus sigue contagiando a más y más personas. Esto causa gran desesperanza”, relataba la psicóloga.

Pensamientos del tipo: ¿qué más da que yo tenga cuidado si el virus va a seguir ahí porque hay gente que no tiene cuidado? Son totalmente normales. Esta situación va cansando cada vez más a la población. “Esto unido a lo que se está alargando la situación hace que haya cada vez más personas que están cansadas y hartas de todo esto, y que se debaten entre tener cuidado o disfrutar de la vida. Pero, mientras deciden qué hacen con su vida sufren de gran ansiedad o depresión. Encontramos muchas personas con dificultades de sueño, con tristeza y un estado constante de desasosiego”, concluía Bueno Murillo.

¿Qué podemos hacer para combatir esta fatiga pandémica?: las claves

Cansancio, agobio con la rutina que ha implicado la pandemia, ansiedad, desesperanza y soledad son algunos de los síntomas. Pero, ¿qué podemos hacer para combatirla?

“Desde luego no encerrarnos en casa y adaptarnos. Igual que en el confinamiento nos adaptamos a esa situación tenemos que hacerlo ahora. ¿No podemos o no nos atrevemos a tomar algo con unos amigos? Podemos dar un paseo. ¿No podemos ir al cine? Podemos tener el cine en casa o ir a tomar el sol. ¿No podemos ir al gimnasio? Podemos hacer ejercicio en casa o aprovechar y disfrutar del ejercicio al aire libre”.

Una de las cosas que más puede contribuir a esta fatiga pandémica, según la psicóloga, es querer hacer nuestra vida tal y como era antes del virus. “Tenemos que seguir viviendo y hacerlo de la mejor manera posible para ser felices, pero quizás hay que hacer cambios y adaptarse. Muchas veces pensamos que no podremos hacerlo, pero el ser humano se adapta mucho mejor de lo que pensamos. Y si a pesar de intentar disfrutar e intentar que esta pandemia nos influya lo menos posible, no lo conseguimos y nos sentimos abrumados por la situación y no conseguimos seguir adelante, quizás es el momento de pedir ayuda”. Cada vez llegan más casos a consulta de fatiga pandémica. “Los psicólogos no vamos a quitar el problema, pero podemos ayudar a llevarlo de la mejor manera posible.

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