Los operarios del taller Roura, empresa responsable de la fabricación de las farolas de Gran Vía, avanzaban ayer en el ensamblaje de estos elementos con la colocación de una nueva pieza: el brazo de dos metros y medio que está coronado por una esfera armilar, el símbolo de los descubridores portugueses que se ha diseñado en latón dorado.
Se continúa así con el montaje de este mobiliario urbano que dio comienzo hace unas semanas y con el que se pretende que, al menos, una de las 16 farolas que se ubicarán en la céntrica zona esté finalizada para Semana Santa.
Las farolas tienen una altura de ocho metros y medio, de los cuales el fuste o base alcanza los seis.
Están elaboradas en hierro galvanizado pintado de negro y su diseño es modernista e inspirado en las farolas del Paseo de Gracia de Barcelona con ornamentación de flores y hojas.
Un elemento decorativo predomina sobre el resto: un dragón de 1,80 metros que se ubicará en la frontera entre el fuste y el brazo que ha sido diseñado exclusivamente para nuestra ciudad. Rememorando los seres mitológicos de la fachada del Palacio Autonómico, estos dragones pretenden convertirse en un símbolo de la zona más neurálgica de la ciudad.
El dragón ha sido diseñado por un artesano que, a partir de una primera escultura, ha elaborado un molde con el que se fabricarán estos 16 animales mitológicos. Serán estos elementos los que sostendrán una de las tres luminarias que componen la farola, concretamente la que iluminará la acera. En el lado opuesto, un farol sostenido por el brazo, y por tanto en un punto más elevado, alumbrará la carretera.
Los operarios han colocado este miércoles los dragones en las farolas y han devuelto la estatua del alcalde Antonio López Sánchez-Prado a su pedestal de Gran Vía.
No ha visto el pincho que como adorno puede atravesar a cualquier niño o adolescente jugando cerca o tropezando y quitándole la vida, está al alcance en la parte baja, un verdádero peligro, todo un lumbreras el artista.
Muy buenas, es de agradecer que las ciudades tengan buenas iniciativas para embellecer sus lugares, eso es algo que todos los ciudadanos podemos disfrutar, y cada ciudad ofrece ese regalo y reclamo, ante esto solo puedo tener buenas palabras. Lo que si me parece triste y preocupante, es que no se mencione el nombre del artesano que diseñó una parte fundamental de la pieza, como es el dragón. No se trata de notoriedad o publicidad (que también), sino más bien un sencillo homenaje y reconocimiento al artista en cuestión, y es que creo que en este país parece que no tiene mayor importancia que seas artista o artesano. Si reconocieramos más el trabajo que hace el otro (bien ejecutado) hablaría mejor de todos nosotros.