Fanpiro. Morbius

Juan Carrasco de las Heras

02/05/2022 04:15

De entre las sombras del cuasi anonimato surge un personaje terciario de Marvel, fundamentalmente para que no sean todas las propuestas del año segundas o terceras partes, y para deleite de los más fans del sello. Nada menos que un vampiro, porque un fulano que bebe sangre, aunque sea sintético, por definición habrá que llamarlo así. Sí, Marvel cómics tuvo sus años locos y sus ideas peregrinas, y el caso es que no le faltaban lectores al doctor en biología con nombre de personaje de novela de Pérez-Reverte y una enfermedad rara en la sangre que se inyecta un compuesto que viene de los murciélagos y se cura con el alto precio del vampirismo. Dicho así, podría tratarse del Doctor Octopus, de Kurt Connors, alias El Lagarto, o de cualquier otro villano con pueriles orígenes paralelos y muuuuy similares, pero este es del tipo antihéroe, aunque le pegue regular, pero Drácula era muy popular como para sacarle un clon que fuera malo del todo y no cayera en gracia.

A todo esto, el encargado de interpretar al tipo con una salud que da asquete y el aterrador ser sobrehumano en el que se convierte es Jared Leto, un gran actor con físico adecuado para dar asquete y con no demasiada suerte en sus incursiones en el mundo del cómic adaptado al cine. Recordemos que fue aquel Joker de entreguerras, que diría aquél, aún con el eco de la obra maestra de Heath Ledger, y justo antes del muy notable de Joaquín Phoenix. El resultado, más histriónico que siniestro, pero para eso ya estaba el de Jack Nicholson, no dejó contento a nadie. Y ahora va a apuntarse a la competencia, los que de verdad controlan el cotarro del universo superheroico, y lo hace interpretando a un personaje que no conoce casi nadie (Caballero Luna, Shang-Chi y algunos otros tampoco, en principio esto no es motivo de fracaso), en una propuesta, y ahí está la clave del tedio generalizado que contagia, mala de solemnidad, en su concepción de a bulto, en su puesta en escena sin ritmo ni ideas claras y también en un guion predecible e infantil que pretende dirigirse a un público adulto (que me perdonen los niños y niñas, que tienen todo mi respeto, pero me refiero al uso coloquialmente negativo del término “infantil”, porque podría decirse que estoy llamándoles idiotas, nada más lejos).

He oído al propio Leto vender al personaje como algo distinto, con ese toque alternativo que es justo lo que le atrajo del proyecto. Y cierto es que no se trata de un tío en pijama que tiene poderes y se dedica a pelearse con otro que es más malo que la carne de pescuezo y también los tiene. Pero es distinto porque no va en pijama, porque todo lo demás es exactamente como lo acabo de describir. El muchacho es feo porque el mundo lo hizo así, pero no ayuda que seas un vampiro al hecho de que te ganes al respetable, por mucho que luches contra otro vampiro peor que tú que amenaza a la ciudadanía. Y, no nos engañemos. no eres tan molón como Blade. La atrompiconada y acelerada historieta (por fortuna, ya que se hace larga a pesar de durar sólo hora y media), desemboca en un final abierto a segundas partes. Esperemos que se lo piensen mejor.

Puntuación: 3

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