La desesperación es evidente en sus rostros. Cada día que pasa es uno menos en las
viviendas que han sido sus hogares durante 20, 30 y hasta 40 años, en Ceuta.
Ocho familias que habitan en la parte baja del Pasaje Pedrosa de
Hadú no saben qué hacer y piden ayuda. La mujer que vive en la casa número 11 fue la primera en hablar. En la vivienda hay 13 personas en total, contando a su esposo, su hermana y su pareja, más 9 niños: 4 de un matrimonio y 5 del otro. Cuenta que cuando su abuela vivía firmaron contratos de arrendamiento, eso fue hasta 1995, pero luego comenzaron a pagarle el alquiler directamente al casero hasta el año 2004 cuando este falleció. Según la mujer, ocurrido esto “no apareció ningún heredero, no apareció nadie”. “La situación es que hemos alquilado a un señor en Hadú y hace un año apareció una señora que dice que es dueña de esas casas, que ha hecho una compra-venta en 1990”. Asegura que intentaron hablar con la nueva dueña, pero no ha sido posible llegar a un acuerdo. Ahora lo que necesitan es que los ayuden “porque no tenemos a dónde ir y es imposible para nosotros alquilar en otra parte”. La mujer, en nombre de sus vecinos, pidió el apoyo de la
Ciudad. “Que vean alguna solución para nosotros porque somos familias, yo tengo cuatro hijos, mi hermana tiene cinco, los otros vecinos tienen tres, también hay una mujer anciana que no tiene a dónde ir”.
Quien reside en la casa número 9 ha estado ahí por más de 30 años. Compartía el hogar con su esposa, fallecida hace seis meses, y sus dos hijos. Ahora apenas puede moverse, con varias operaciones en ambas rodillas y en lista de espera para otra cirugía. En las condiciones en las que se encuentra es impensable moverse de la que considera su casa. Él también había firmado contratos de alquiler; el último en 1995. La salud del vecino de la casa número 8 tampoco es la mejor, le cuesta mucho moverse, lo que hace que sus preocupaciones sean mayores. “No sé qué van a hacer con nosotros”, dijo en compañía de su esposa. En una diminuta casa vive la pareja con sus hijos y aunque es un espacio en el que es impensable que puedan estar más personas, el hombre dice que ha hecho lo posible por “arreglarla” y que todo eso ha salido de su bolsillo. Ellos nunca firmaron un contrato, solo le pagaban al casero. Pero en peor situación están los habitantes de la casa número 3, una pareja con tres hijos. Tras años de juicio ya hay una sentencia y tienen que irse de la que ha sido la vivienda familiar por 42 años. Ellos tampoco tenían contrato de arrendamiento con el anterior dueño, sino que le “pagaban en mano” el alquiler, sin recibo, sin ningún justificante. “Hay cuatro personas que recibieron demandas, lo que pasa es que siguen en juicio, pero en mi caso me han dado hasta el día 16 de marzo para salir, pero no tengo a dónde ir con mi esposa y mis tres hijos que son menores”. El hombre, en el paro, dice que no tiene muchas alternativas. Mientras tanto se les agota el tiempo y sus palabras son: “Nosotros no nos vamos a ir, que nos den aunque sea una chabola, pero que no nos dejen tirados”. La misma historia se repite en todos los casos, algunos con contrato y otros no le pagaban a un hombre el alquiler. Lo hicieron hasta que en 2004 murió. Transcurridos varios años, se enteraron de que otra persona había comprado la propiedad y a través de un abogado la nueva dueña les pidió a los residentes que desalojaran las viviendas, luego vinieron las cuatro primeras demandas, una ya con orden desahucio que se ejecutará la próxima semana. Estas familias aseguran que no se niegan a pagar alquiler y que solo quieren que no los dejen en la calle, por lo que piden que la Ciudad los apoye de alguna manera.