La familia del menor de edad de Ceuta al
que la Fiscalía imputa un presunto delito de asesinato por el crimen de Abdeselam Ahagan
en el Príncipe la noche del pasado 15 de noviembre ha denunciado este domingo que se le está utilizando como “cabeza de turco” para dar por resuelto cuanto antes lo que considera un suceso “organizado” para el que exige “justicia” tanto por la víctima como por su allegado, de 17 años, que desde entonces permanece
internado en Punta Blanca. “Somos los primeros interesados en que se haga justicia con la muerte de un inocente que era querido por toda la barriada”, ha señalado el entorno del menor en un comunicado y en declaraciones a El Faro. Según la hermana del señalado, “en el sumario constan declaraciones de tres supuestos testigos que tienen diferentes versiones, por lo que parece que algo falla”. “Hay testigos que estuvieron en el lugar de los hechos en aquel momento y los que presenciaron los tiroteos coinciden en que uno de los encapuchados no fue mi hermano porque todas las personas allí presentes le vieron en la misma calle sin arma ninguna ni encapuchado en ningún momento”, ha añadido. La familia reclama a los tribunales y las Fuerzas y Cuerpos de seguridad “que sigan investigando a fondo hasta dar con el autor de este crimen” y no “presionen” al menor, que aseveran no tiene antecedentes por tenencia ilícita de armas, “para que asuma un delito de asesinato que no cometió”. “Se está buscando un culpable de un acto que jamás podría cometer, ya que se quiere tener cabezas de turco y uno de ellos desgraciadamente es mi hermano, que sigue encerrado sin tener nada que ver con este caso, solo por haberlo señalado algunos”, ha denunciado la hermana del joven, que “siente” del dolor de la familia de la víctima y “confía” en que “la justicia divina castigue a los auténticos culpables”. “Esperamos que la Justicia actúe de manera correcta y se esclarezca el caso absolviendo a mi hermano”, ha concluido la familiar del menor, para el que la Fiscalía pedirá internamiento en centro cerrado de 8 años complementada con una libertad vigilada de un lustro, así como una indemnización de 170.000 euros. En el caso de otro menor al que no se le acusa directamente de asesinado, para él se solicitará desde el Ministerio Público que se le imponga la medida de internamiento en centro cerrado de 24 meses de los cuales los últimos tres serán en libertad vigilada.
La Fiscalía estima que la madrugada del crimen los dos menores se pusieron de acuerdo con un adulto para atemorizar a los vecinos y comenzaron a pasearse por las calles del Príncipe disparando al aire de forma indiscriminada hasta llegar al cafetín ubicado en el zoco, a la altura Plaza Padre Cervós, donde “en el ejercicio de un plan preconcebido” procedieron a “disparar hasta en tres ocasiones contra las paredes, alcanzando la columna central, la pared del lado izquierdo y la pared del fondo del local”. Lejos de detenerse ahí, llegaron al cafetín Metzuani ubicado en la calle Maestra María Jaén y tras entrar en su interior y apuntar a los clientes que allí se encontraban, dispararon a la pared del fondo del local, que resultó dañada. Causaron el pánico entre los presentes y, al salir, volvieron a disparar al aire de manera continuada. Solo uno de los dos menores junto al adulto, accedieron a la bocatería en donde trabajaba el fallecido y “con ánimo de acabar con la vida de Abdeselam que allí trabajaba, le dispararon con un arma de fuego a través de la rejilla de las ventanas de la cocina”. Según la hermana del chico acusado de asesinato “los testigos vieron a los autores encañonar a mi propio padre, que hubiera sido el primero en entregar a su hijo si fuera él, aunque la descripción de personas corpulentas no encaja con su físico, de menos de 1,70 metros de altura, ni con el hecho de que apenas 20 minutos antes hubiese estado allí pidiendo un bocadillo”. “Además, tras presenciar lo ocurrido y encontrarse el cuerpo de Abdeselam con un disparo se desmayó y fue auxiliado por los vecinos”, relata.