El entierro de la joven tetuaní Hayat, celebrado este miércoles en Tetuán, ha dejado escenas desgarradoras de familiares que reclaman justicia y que piden que lo que ha sido un crimen que quiso ser ocultado por las autoridades marroquíes termine esclareciéndose.
“¡Que Dios haga justicia!”, exponen entre lágrimas familiares de esta joven, cuyo propósito era emigrar y por ello se subió a la embarcación semirrígida que fue disparada por la Marina Real marroquí lo que le causó la muerte. “¡Que Dios le castigue!”, imploran, en clara alusión a los agentes que efectuaron disparos porque, argumentan, la lancha no se detenía.
Los familiares dicen que todavía “no se creen” que Hayat esté muerta. Intentan asimilar el fatal destino de esta estudiante de Derecho que, tal y como los supervivientes han declarado, partió desde Ceuta en una lancha que tuvo que desviar su camino hacia territorio marroquí para no ser interceptada por la Guardia Civil, que ya investiga los hechos.
En Tetuán permanecen los tres hombres artífices del pase detenidos. Uno es de Ceuta, tal y como adelantó este periódico, otro de Cádiz y un tercero es marroquí con residencia en España. Se sospecha que cobraron entre 1.000 y 1.500 euros a cada uno de los marroquíes que subieron a la embarcación.
El cuerpo de Hayat ya descansa bajo tierra, pero el pueblo de Marruecos protesta y sale a la calle porque pide una acción clara y contundente en torno a un delito que se enmarca en el clima de presión y protesta de la juventud marroquí.
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