La falta de candidatos a la dirección en los centros públicos de enseñanza

Cada cuatro años toca renovar la Dirección de los centros públicos de enseñanza. Las leyes han cambiado al respecto; los candidatos deberán presentar unos requisitos previos para formalizar su candidatura: ser funcionario de carrera, tener destino definitivo 5 años en el Centro, haber realizado un curso específico sobre varios aspectos referentes a la dirección y presentar un proyecto.

Será la comunidad educativa la encargada de valorar y puntuar el programa y la propuesta presentada: consejo escolar, claustro, padres, personal no docente e inspectores de educación (2 inspectores). Superado el proceso se pasará a la fase concurso con los méritos correspondientes que aparezcan en la legislación.

Este año toca renovar la dirección en algunos colegios e institutos y, cómo ya va siendo habitual, no se han presentado candidaturas.

Con la nueva ley LOMLOE, la legislatura se prorrogará cuatro años más y, el director, agotado el mandato tiene a bien seguir en sus funciones, con el visto bueno de la inspección, renovará legislatura de nuevo. Tal vez se pensó en esta opción por el problema anteriormente señalado: ausencia de candidatos.

Después de recorrer, mochila en ristre, 27 Centros; 25 en Andalucía y 2 en Ceuta, he comprobado que en Andalucía siempre existían grupos diferenciados con ideas distintas para dirigir el instituto. Veo que en Ceuta hemos pasado a que los directores ocupen el puesto por más de 30 años a la falta de voluntarios a asumir esas funciones.

Hace cuestión de unos años el Ministerio aplicó “Manu militari” y, burla burlando, haciendo uso de la ley pero con la sospecha de estar mediatizada por intereses no confesados, los directores “vitalicios” perdieron la confianza de la Administración, incluso vinieron compañeros de otras comunidades en comisión de servicio a tal efecto.

Hemos pasado del todo a la nada en este tema... ¿Pero, por qué no se quiere asumir esa responsabilidad en centros en los que puede haber muchos docentes que cumplan los requisitos?

No hay candidatos. Todo lo contrario que pasa en la política o en muchos sectores sociales

¿A qué se debe? ¿Qué hay detrás de este fracaso? ¿Nadie quiere saber nada que no sea limitarse a la labor docente? ¿Hay desidia y desinterés y preferimos ver los toros desde la barrera?

Preguntando socráticamente sobre el asunto encuentras respuestas curiosas: Eres un rehén de la administración, tienes las manos atadas, no compensa ni por el sueldo ni por los puntos, la inspección mira tu trabajo con lupa y no te dejará tranquilo, estás en boca de todos y verás a tus compañeros en un “Estás conmigo o estás contra mí"

Así, la función directiva parece la presidencia de la comunidad de vecinos en la que todo el mundo se quiere librar del embolado y escurrir el bulto.

¿No hay una reflexión profunda al respecto?

Yo me animé a ello pero, entre más de 100 compañeros, no pude firmar equipo y no tuve más remedio que cerrar el proyecto. Tal vez la negativa de mis colegas no fue por mi persona o por sospechar que yo pudiera ser Hannibal Lecter que me comía a los niños con tomate frito ,sino por el miedo al que estaba sometido el claustro por el “papa saliente”. Yo sufrí esa presión por el susodicho comprobando en mis carnes serranas el sentido del acoso laboral.

Pero, volviendo al tema? ¿Por qué este panorama tan desolador que obliga a la inspección a aplicar un “ordeno y mando” que tú lo seas.

Algo pasa, algo huele a podrido, alguna metástasis sufre nuestro sistema.

Serán cogidos a la fuerza los nuevos directores con los nuevos equipos directivos .

¿Cómo ejercerán su cargo? ¿Serán meros administrativos de la Dirección Provincial?

¿Tendrán patente de corso con sus compañeros?

Yo, que soy más viejo que Matusalén, lo intenté y me ofrecí como cargo directivo. Dos inspectores de los que me consta su aprecio me animaron a que no lo intentara. Tampoco en mi Centro actual aceptaron mi propuesta.

Siempre he tenido fama de ser un bulto sospechoso, una persona incómoda o mosca cojonera. No sé acatar y callar.

La libertad tiene un precio y espero que nunca me toque venderla.

Suerte a los nuevos compañeros que asumirán el cargo pues su suerte será la nuestra